Corría y corría, no sabía porque exactamente estaba corriendo, lo que si sabía es que no podía dejar que lo que sea que me estuviera persiguiendo me alcanzase.
Todo estaba oscuro no era capaz de ver nada, la luna era mi único foco de luz y la que me permitía no caerme. Todavía escuchaba las pisadas que me cazaban. Acelere mi paso, iba corriendo, no tenía aire, no podía detenerme porque sabía que quien sea que estuviera detrás de mí, no era alguien bueno.
Pegue un alarido, un grito que estaba segura que si estuviéramos cerca de mi pueblo todos fueran capaz de escucharme. Justamente se me había ocurrido dar una caminata al bosque.... Mala idea.
Mi boca pego con el césped, un poco de tierra había entrado en mi boca, mi perseguidor, no era capaz de verlo ya que tenía una bella vista dela tierra, me removí para sacármelo de encima, pero era imposible, debía pesar el doble, sino el triple que yo.
Grite lo más que pude, me removí, luche, pero no vencí.
—Shhh tranquila, estas a salvo....conmigo.
—¡No!
Me desperté tan rápido que me mareé un poco, me sentía asfixiada, mi cabello estaba por toda mi cara, estaba sudando. Mi vista bajo para ver donde me había despertado, era un cama cómoda muy cómoda, era gigante, podían caber tres o más personas. Las sabanas eran blancas igual que las paredes de la habitación, había una enorme ventana, una cómoda con un espejo y dos puertas.
Salida, necesito una salida.
Me levante casi saltando y luego mi cara conoció al piso, tanta era mi emoción por salir de aquí, que no había medido la distancia de la cama y el piso; me incorpore y sin darle importancia que alguien había cambiado mi ropa por un vestido largo camine hacia la puerta de mi derecha.
Y estaba abierta.
Y era la salida.
Apresurarme no había resultado bien la primera vez, así que opte por ir despacio, camine lentamente por el largo pasillo que guiaría a mi libertad, el pasillo me condujo hasta una escalera, muy sofisticada. Las baje silenciosamente y mientras lo hacía, una melodía envolvió mis oídos, una pieza clásica.
Mi favorita.
Al llegar a la final de la escalera una enorme estancia me sorprendió, el piso eran de un hermoso mármol, todo el lugar gritaba "sostificación" y no sé si eso me hacía sentir mejor, mientras más dinero tuviera quien sea que me tuviera más sádico seria, los libros me habían enseñado eso, mientras más rápido saliera mejor, antes que me cortara un dedo por "desobedecerle".
La majestuosa puerta estaba a menos de nueve metros, estaba a nada de mi libertad.
Sin importar que estuviera descalza, apresure mi paso, solo tres metros, solo dos metros....
—Despertaste.
No, no ¡NO!
Estaba tan cerca, tan cerca. Tenía la opción de huir, pero no valía la pena arriesgarme, con su tamaño, me atraparía en un abrir y cerrar de ojos. Lentamente voltee en dirección a la voz y lo vi.
Parecía un hombre culto, tenía puesto un traje de etiqueta que hacía juego con el ambiente del lugar. Al lado de él se encontraba una mesa con velas, y comida, lo que parecía una "cena romántica".
Me envenenará con la comida.
El hombre me miraba de una manera extraña, con ¿admiración? , con ¿amor?; era como si me conociera de toda la vida y eso me asustaba.
—Acércate, no muerdo.—pero si matas. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios, dándole un aspecto amigable que me obligaba acercarme.
Sin darme cuenta mis pies empezaron avanzar en dirección a él, iba a paso lento, verificando sin en cualquier momento me saltaría encima y me mataría. El me esperaba ansioso, agarro la silla que tenía a su lado. Pare de caminar abruptamente poniendo una cara de miedo, estaba pensando seriamente en correr, no quería que me golpeara con la silla. Al ver mi cara rápidamente habló.
—Tranquila, solo te estaba acomodando la silla, no voy hacerte daño.—Okey, tal vez este un poco paranoica, pero no todos los días te secuestran así que lo tengo bien justificado.
Seguí caminando hasta llegar a su lado, apenas le llegaba al hombro y yo era alta. Hice lo posible para no verlo, con la mirada baja me senté en la silla, enfrente tenía comida que se veía deliciosa, lo insólito es que era mi comida favorita.
No quería comer, no tenía apetito, solo quería irme, irme muy lejos.
—¿No tienes hambre? , sé que es tu comida favorita, me parece raro que no la quieras comer.
—Si...-mi voz salió rasposa—No tengo hambre.
Me miro con lastima, intento tomar mi mano por encima de la mesa, explote.
—¡No me toques!—salte de la silla, no podía soportar más locura, tengo que salir de aquí. Corrí lo más rápido que pude, mi mano se encontraba en la perilla y cuando la gire estaba cerrada, cerrada.
No, no NO....ábrete por favor, por favor.
Mientras luchaba con la puerta unos fuertes brazos me rodearon desde atrás y supe que estaba acabada.
—¡SUÉLTAME, SUÉLTAME!
Mis pies quedaron al aire, me removía con tanta energía que dolía ,sin embargo él tenía tanta fuerza que no aflojo su agarre en ningún momento, me asuste cuando en su mano derecha vi una jeringa, iba a inyectarme otra vez.
—No, por favor, no.—Seguía removiéndome le tenía un inmenso temor a las agujas, no me sorprendería que él lo supiera.
El líquido de la jeringa era anaranjado, se notaba espeso y eso me asusto aún más. Las lágrimas que no sabía que retenía comenzaron a salir. Miles de "por favor" salieron de mí como un susurro, pero eso a él no lo detuvo.
No tenía sentido seguir luchando, me detuve y el me clavo la aguja. Un sollozo salió de mi al sentirla en mi cuello, después de clavarla el acarició mi cabello mientras sentía como se sentaba en el piso conmigo en su regazo y me susurraba cosa al oído. Solté otro sollozo.
—shhh , tranquila princesa , tranquila, todo estará bien.