Conmigo

II

—    Despierta, princesa.


Unas manos acariciando mi cabello fueron las que me despertaron, mi yo interior quería gritar y salir corriendo sin embargo no sería una buena idea, no quería que me clavara una aguja de nuevo.


Estábamos en la "blanca habitación" como le había bautizado, las sabanas me cubrían por completo, estaba a espalda de él, seguía acariciando mi cabello, el gesto era tan delicado que me ponía los pelos de punta. No quería abrir los ojos, quería seguir durmiendo y quería que él quitara su estúpida mano de mi cabello.


—Sé que estas despierta.


Rayos.


Me senté todavía a espaldas él, lo primero que me llamo la atención es que ya era de día, quería decir que había dormido como unas doce horas, lo segundo que me llamo la atención es que mi cabello no estaba a la vista, intente no alarmarme, tal vez lo tenía recogido. Lleve mis manos a mi cabeza para soltarlo, esperaba que mi largo cabello estuviera enredado y lo peinaría hasta que quedara liso y por mis caderas.


Cuando me quite la elástica que lo retenía, un grito ahogado salió de mí, el cabello no me llegaba ni a los hombros. Mi respiración se detuvo, el aire no entraba por mis pulmones, me acerque rápidamente al espejo y me vi.


Mi cabello era lo que más me gustaba, su color era casi rubio , era precioso; ahora no me llegaba ni a los hombros, estaba como a la mitad de mi cuello, y lo tenía teñido tan oscuro ahora, simplemente no era la misma persona, había cambiado, me habían cambiado.


Millones de lágrimas caían por mis mejillas, esto era el colmo, esto era la gota que colmó el vaso. Un grito desgarrador salió de mí. Mis puños empezaron a golpear el espejo, le di una, dos, diez veces y el espejo no se rompía, balbuceos salían de mi boca, tome la silla que combinaba con la comoda , la sujete con todas mis fuerzas para golpear al espejo que mostraba la imagen de alguien que había perdido el control, mas gritos salían , mas lágrimas, estaba fuera de mi misma 


Solo se escuchaban mis gritos, la silla estaba a medio camino, una segunda voz apareció de repente y una mano detuvo el viaje de la silla.


—¡Suficiente! ¡Aisa, detente!


—¡NO! , tú déjame.—la silla cayó a un lado y con todas mis fuerzas lo empuje a él, era un milagro que se había echado hacia atrás porque era como tres veces más grande que yo.- ¡ERES UN LOCO DE MIERDA!, 


—Princesa....


—¡cállate, cállate! , vete de aquí ¡vete!


Su mirada era lo que más me enojaba, sus ojos lo hacían ver lastimado, triste y que quería dar lastima. ¡Eres mi puto secuestrador, no te voy a tener lástima!; me miraba de esa forma como si fuera la culpable de "nuestra pelea".


Lo veía a través del espejo, caminaba con la cabeza baja, derrotado, verlo me hervía la sangre. Me sorprendió que no me hubiera inyectado para dormirme, supongo que se sintió "culpable" o sabía que no podía irme a ningún lado .Abrió la puerta y volteo su cabeza de manera muy dramática, si antes la había cagado, las palabras que diría a continuación lo hicieron cargarla aún más:


—Lo siento princesa....fue tu castigo por intentar irte, lo siento.


No le respondí. Él cerró la puerta y yo terminé lo que había empezado.

 

 

 


Tome la silla y golpee el espejo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


El sol se estaba escondiendo, el espejo era irrompible pero por lo menos la silla quedo destruida. Desde que se fue estuve viendo la ventana todo el rato, no había mucho que hacer, la ventana era como mi televisor. El tiempo que tuve me hizo darle una mirada a la habitación la segunda puerta del lugar había resultado ser un baño con armario, lo cual fue bueno porque una ducha sirvió para calmarme un poco en cambio el armario no me había dejado muy tranquila que digamos, la ropa que ahí se encontraba era de mi talla, todo era de mi talla esos detalles hacían que la situación se volviera aún más tétrica, la mayoría de las prendas eran vestidos , a mí me gustan pero no para tanto; tal vez su fetiche era verme con vestidos , pero no le daré el gusto si llegaba a verme por eso me vestí con una sudadera y pantalón de piyama largo que milagrosamente encontré .


Mi cabello era otro tema, desde que partí la silla no me había atrevido a mirarme al espejo de hecho tome una de las sabanas de la cama y lo tape. A pesar que todavía quedaba rabia en mi interior me di cuenta que lo hecho, hecho esta y no podía hacer nada al respecto, por más que quisiera estrangularlo a él la poca humanidad que tenía no me permitía hacerlo y por eso me había jurado que si volvía hacerme algo parecido a lo de mi cabello, mi humanidad se extinguiría y lo mataría, no sé cómo, pero lo haría.


Me sentía sin fuerzas, lo del mi cabello fue la gota que colmó el vaso, si lo tuviera enfrente ahora mismo no lo estrangularía, contradictorio, lo sé, sin embargo en este mismo momento solo quería llorar como una pequeña niña que perdía su oso de peluche favorito, sabía que tenía que ser fuerte y luchar, pero hoy, solo hoy, me permitiría ser débil. Lamentablemente le daría el gusto a él pero sinceramente no me interesa.


Unos golpes en la puerta me distrajeron, mire hacia la puerta y abrase mis piernas. Sabia que no hacía falta decir ni una palabra él simplemente entraría en cualquier momento.


—Princesa, voy a pasar.— No había terminado la frase cuando ya se encontraba dentro.

 


Estaba en lo correcto.


No le conteste, mi vista estaba fija al lado contrario de donde él se encontraba. La Aisa de ayer le hubiera saltando encima para darle unos buenos golpes después que él abriera la puerta,sin embargo la Aisa de hoy solo quería estar acostada y llorar hasta que se me agotaran lágrimas.




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