──────•❥❥❥•──────
Chillo hasta quedarme casi ronca. Cuando ya me logro tranquilizar y sacar toda esa emoción, tomo el celular para enviar un mensaje al grupo de las chicas, ellas tienen que enterarse de esto.
Empiezo a teclear.
‹‹¡No me lo creerán! ¡HE CONOCIDO A AARON BECKETT!››.
Pongo muchas caritas felices y corazones. Le doy enviar y coloco el aparato sobre mi estómago.
Aún no lo supero y no creo que lo haga durante un gran tiempo. Mi sonrisa es amplia y no dejo de pensar ni un solo segundo lo que había pasado minutos atrás. Sé lo feliz que me encuentro, esto es tan irreal...
Mi celular vibra y lo tomo.
‹‹¡No te creo! ¿Estás bromeando o es verdad?››, escribe Ángela.
Pronto llegan más mensajes.
‹‹¡¿QUÉ?! Estás jugando, ¿cierto?››, esa es Carolina.
‹‹¡No juegues! ¿Dónde, cuándo y cómo lo conociste?››, escribió Paola.
Ya me puedo hacer una idea de qué es lo que pasa por sus cabezas.
‹‹¡¿Es en serio?!››, envió Alexia.
Sonrío y empiezo a escribir.
‹‹No estoy jugando, es verdad y lo conocí en el aeropuerto de Inglaterra, ¡fue como un sueño!››.
Sigo chateando con las chicas y escribieron cosas como: ‹‹Envíanos una foto››, ‹‹¿Ya le pediste su número?›› o ‹‹¡Quiero verlo!››.
No voy a pedir su número, definitivamente no. No quiero ser una intensa. Quiero que nuestra amistad transcurra despacio, como una amistad "normal". Ya saben a lo que me refiero.
Escucho la puerta del dormitorio abrirse. Alegre, me levanto de golpe esperando ver a Aaron, pero no lo es, es todo lo contrario.
Una chica alta, con cabello rubio y largo, de tez pálida y ojos celestes casi grises que se encuentran mirándome. Tiene un estilo particular, como roquero y... me está mirando muy mal.
Abro mi boca para saludar pero me interrumpe.
―No te metes conmigo, no me meto contigo. ―dice en español y me sorprendo, luego cierra la puerta y tira su equipaje a la cama de a lado.
‹‹Vaya forma de saludar››, pienso, pero no puedo ser descortés, así que será mejor que me presente.
―Hola, soy Mel...
―No me interesa. ―dice tirándose sobre la cama, se acuesta boca arriba y saca unos audífonos de diadema con decoraciones de calaveras a los costados y... Me ignora.
Me ignora.
Wow... Me ignora.
¿Ya he dicho que me sigue ignorando?
Vaya modales.
Me siento sobre la cama algo incómoda y suspiro. Solo espero llevarme bien con mi... compañera.
La tarde transcurrió rápida.
Estaba terminando de desempacar la ropa y la acomodaba en el armario ―cosa que mi querida compañera no hizo―, cuando vi un papelito entre algunas prendas. Creo que Aaron lo ha dejado ahí, porque yo no lo puse en ese lugar.
Lo tomo y lo abro. Es un horario, las materias que recibiré y a la hora en la que tengo que presentarme.
Vaya, son muchas.
Termino de acomodar la ropa restante cuando alguien llama a la puerta. Miro a mi compañera de habitación con la esperanza de que ella abra la puerta puesto que estoy cansada, pero está muy concentrada agitando lentamente la cabeza de arriba a abajo mientras escucha música y dibuja en un cuaderno.
Bufo y guardo la maleta bajo mi cama, luego me levanto y me dirijo a la puerta arrastrando los pies.
La mezcla de emoción y alegría llena todo mi ser, y no puedo ocultar la gran sonrisa que se dibuja en mis labios.
―Hola ―saluda sonriendo―. Supongo que tienes hambre, así que ¿por qué no vamos a la cafetería?
Asiento energética. La chica que hacía ya a mi lado ―esto porque se levantó de la cama y se dirigió a la puerta―, bufa de mala gana, se acomoda la chaqueta negra de cuero y empieza a caminar.
Al parecer hasta ahora se da cuenta de la presencia de Aaron.
La miro con una mueca y luego dirijo mi vista al chico.
―Rara. ―comenta.
―Lo sé. ―digo riendo.
Cierro la puerta detrás de mí y empezamos a caminar.
Son un poco más de las seis, pero no importa.
―Dime, ¿te incómoda hablar en inglés? ―pregunta, rompiendo el silencio que se había formado.
―No, en realidad es porque no se me da muy bien hablarlo, o eso creo. ―digo sonriendo nerviosa.
Y es que, cada vez que estamos juntos él habla en español, y se lo agradezco.
Él asiente y seguimos caminando.
Al cabo de unos minutos, se detiene frente a dos grandes puertas, abre una de estas dejándome paso para entrar.
La cafetería está repleta de estudiantes, algunos ríen, otros cantan, otros se pasan la comida por el aire... ¡Diablos! Ese burrito casi me da en la cabeza.
―Tranquila ―dice empujándome por la espalda, al sentir su tacto, siento mis piernas debilitarse―, siempre son así.
―¿Siempre? ―cuestiono recuperando la compostura y algo desconcertada.
―Sí. ―nos dirige a una fila, donde los estudiantes toman una bandeja y en el mostrador la comida.
Los dos tomamos una bandeja cada uno y empezamos a colocar comida en esta.
Lo único que me falta es la bebida, pero antes de tomarla, un chico pelinegro se acerca hablarme. Claro que no le entiendo mucho con el bullicio de los demás, solo su ‹‹Hola››.
Aaron se acerca y me niega con la cabeza. Extrañada por su gesto, me vuelvo hacia el chico y le sonrío amablemente, tomo la bebida y empiezo a caminar junto al castaño.
Nos sentamos en una mesa desocupada y empezamos a comer. Y no les digo que no tengo vergüenza, ¡por supuesto que sí, soy una chica!, pero eso no va a dejar que mi apetito desaparezca, así que tomo la hamburguesa en manos y comienzo a devorarla, literalmente, tengo mucha hambre y no había comido desde que salí de mi hogar. Lo que me recuerda que debo llamar a casa o enviar un mensaje avisando que llegué bien. Opto por la segunda y le envío un mensaje a Hans.
―Entonces... ―dice dándole un mordisco a su sándwich―. ¿Esa es tu compañera de habitación?
Asiento mientras él toma un sorbo de su bebida.