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Me detengo un momento para poder regular mi respiración. Las lágrimas aún bañan mi rostro, pero cuando levanto la vista del suelo y miro a mi alrededor, me sorprendo mucho cuando me he dado cuenta de que he llegado al centro de Londres.
¿Tanto he corrido?
Empiezo a caminar lentamente, e inevitablemente el dolor sigue reflejado en mi rostro.
Con la manga limpio mis mejillas y trato de alejar todos los pensamientos negativos, cuando me percato de que el grandioso London Eye está frente a mí.
Pero de alguna manera ya no es tan emocionante como lo imaginé, tal vez es por la presión que siento en mi pecho y mi mente jugándome una mala pasada.
Debo despejar mi cabeza, si sigo pensando en ello no podré detener mis lágrimas y la gente me mirará raro, como lo hacen justo ahora. Que vergüenza.
Trato de mantenerme al margen y contener las ganas de llorar.
Finjo una sonrisa al chico que está en un pequeño cubículo y me acerco.
—Hola —saludo tratando de que mi voz no suene quebrada, pero es imposible, hasta él lo nota. Lo sé por su expresión, así que admiro la gran rueda para ignorar su mirada de incertidumbre. Toda la rueda está decorada con luces que la hacen ver hermosa—. ¿Puedo subir? —le pregunto ahora mirándolo a los ojos.
Es un poco mayor que yo, pero no debe pasar de los 19 o 20 años.
Asiente mirándome con lástima y abre una de las norias. Camino hacia ella con un poco de entusiasmo, o tal vez eso es lo que deseo sentir.
Una vez dentro, el chico la cierra.
A estas horas no hay absolutamente nadie, y al parecer solo yo he entrado en el London Eye.
La rueda se empieza a mover y por alguna razón me comienzo a sentir nerviosa.
Conforme la noria sube, mi estómago se comienza a retorcer.
No lo había notado hacía un par de minutos, pero cada latido de mi corazón se hace más pesado.
Siento un leve mareo, como el que sentí cuando me marché de Leeds al ver aquella escena.
Recordarlo, hace que la vista se me vuelva a nublar y empiece a llorar nuevamente.
Me siento tan impotente, tan desgraciada, el no tener la suerte que ella. Ojalá y valore lo que tiene, porque es un gran chico y él es el sueño de toda chica.
Lo que pagaría porque él se fijara en mí.
El paisaje que suponía sería maravilloso, se ve totalmente borroso, y ahora solo puedo ver manchas.
Me acerco a la ventana y el mirar hacia abajo, hace que retroceda instantáneamente.
Esta vez, un fuerte mareo llega a mi cabeza.
Me doy cuenta de que, no ha sido una buena idea subir.
Me tambaleo y, poniendo una mano sobre mi frente trato de calmar el dolor punzante que provoca.
De pronto, la noria se detiene de golpe y todo queda a oscuras.
Mi corazón da un vuelco y trato de calmar mi respiración ahora agitada.
No veo nada, y todo es tan confuso que no sé lo que está pasando.
De algún modo me logro sentar sobre el piso y abrazo mis piernas.
Tal vez dentro de un rato vuelva la luz y pueda bajar.
¡Demonios! Primero Aaron, y ahora esto, porque tenía que tener una suerte tan mala.
Lloro con miedo.
No sé lo que pueda pasar, pero empiezo a odiar mi vida porque nunca me pasa nada bueno o simplemente cuando está a punto de ir bien todo termina mal.
Mis sollozos son lo único que se escucha y todo lo que imagina mi mente es tan perturbador que cada vez lloro más.
¿Qué pasa si no vuelve la luz? ¿Y si la rueda se desprende? La noria se podría caer en cualquier momento y podría morir.
Las constantes preguntas sin sentido llenan mi cabeza sofocándome y provocándome un ataque de nervios, hasta el punto de quedar como si estuviera en la nada.
Aaron's POV.
Un fuerte apagón había dejado todo a oscuras hacía unas horas, lo bueno es que la universidad tiene un gran generador y lo han puesto a funcionar. Supongo que otras instituciones de importancia deben de tener uno, como los hospitales. Pero eso no es lo que me preocupa justo ahora.
Me encuentro en mi dormitorio pensando una y otra vez lo que le diré a Melody, no sé cómo voy hacer o si me vaya a querer escuchar después de lo que ha visto.
Qué vergonzoso.
Ni yo mismo podría ver a la cara a mi mejor amiga si fuese yo el que estuviese en su lugar.
Victoria ya se ha ido, se sintió incómoda y prefirió irse después de eso, claro, no sin antes haberme gritado no haberle puesto el cerrojo a la puerta.
Me siento tan culpable que después de un rato paseándome vagamente por el dormitorio, decido salir e ir a buscarla al suyo. Necesito aclarar esta situación y al menos disculparme por ser tan imprudente.
¡Maldita sea! Ella no tenía que haber visto eso.
Camino por el pasillo llevándome las manos al rostro y lo froto con desesperación.
Suspiro tratando de calmar los ánimos y al estar frente a su puerta me dispongo a tocarla.
Luego de unos segundos es abierta.
—Melody, ¿otra vez dejaste tus llaves? Te dije que... —su mirada se topa conmigo e inmediatamente frunce su ceño—. ¿Qué quieres? —escupe Skylar con recelo.
Trato de evitar mirarla mal, pero es en vano.
—¿Está Melody? Necesito hablar con ella. —digo mirando por encima de su hombro.
Recuesta su hombro en el umbral y me mira confundida.
—Pensé que estaba contigo.
Niego con la cabeza.
—Pues ella no está aquí. —y antes de que pueda cerrar la puerta en mis narices atravieso mi pie.
—Ya te lo dije. Necesito hablar con Melody. —insisto con miedo a que Skylar me ignore y no le diga que estoy buscándola.
—Ya te lo dije. Ella no está. —dice en el mismo tono que yo.
—En ese caso, ¿en dónde está? —pregunto con ironía empujando de la puerta para abrirla—. Tú debes saberlo, eres su compañera de dormitorio.