Tal vez recuerdes cómo era tu vida antes de la guerra, aunque lo más seguro es que no ya que naciste después de ella o poco antes, así que lo más probable es que nunca lograste conocer aquel «Mundo Viejo», como le denominan los Aliados, es decir, las personas que gobiernan actualmente el mundo entero o más bien lo que queda de él, al cual llaman «Ordis».
El Mundo Viejo era menospreciado por muchos. Siempre decían que era horrible, pero nunca pensaron que era perfecto comparado a lo que vendría, así que empezaré a contar mi historia desde cómo era aquel mundo para que te hagas una idea.
Comenzaré dando una idea de cómo era yo: mi pelo era castaño y largo, mi piel era muy blanca y en ese entonces era una chica de dieciocho años. Vivía en la ciudad de Nueva York junto con mi hermano mayor y me llamo Eliette. Ahora que sabes un poco de mí, no te seguiré aturdiendo con información absurda, así que narraré a partir del día en que cambió todo en mi vida.
Estaba por empezar una experiencia nueva en mi vida: el primer año de universidad. La verdad es que yo también era de las que opinaban que el mundo era horrible, aunque ahora lo extraño. Entré a la universidad y escuché sobre los rumores de la posible tercera guerra mundial, de que sería una guerra nuclear y peor que las anteriores. Ya llevaban tantos años diciendo lo mismo en todos lados que no creía en eso, según yo eran puras locuras. Ya estábamos en agosto del año 2018 y aún no estallaba la muy proclamada tercera guerra mundial, así que ni me interesaba. Para mí, quienes seguían creyendo en eso estaban locos, aunque admito que durante un tiempo también lo creí.
—¡Hola! —me dijo un chico que se veía mayor que yo, quizás tenía veinticuatro o veinticinco años. Su barba era corta. Su pelo era corto, castaño y ondulado y su piel era de un tono blanco pero tostado. Usaba jeans y camisa de manga corta—. ¿Me podrías decir dónde queda la facultad de medicina?
—Lo siento —respondí—, pero estoy igual de perdida que tú, solo que estoy buscando la de diseño.
—No te preocupes, gracias de todos modos. Eres la primera que al menos responde con un «lo siento».
—De nada —dije en tono de duda. El chico empezó a alejarse y tuve la necesidad de volver a acercarme y resolver una duda.
»¡Oye! —grité, por lo que volteó—, ¿eres de primer año? Si es así, ¿por qué pareces mayor?
—Soy de primer año, pero estuve en el ejército y ahora pienso estudiar medicina para poder servir ayudando a los heridos en vez de estar solo disparando.
—Entiendo, mi hermano mayor estaba en el ejército y se salió hace tres años para poder estudiar ingeniería, dijo que quería estar más relajado y con su familia.
—¿Cómo se llama tu hermano? Quizás lo conozco.
—Aaron... Aaron Way y tiene actualmente veintiocho años.
—¡Lo conozco! Siempre hablaba en las misiones sobre su familia y de que los extrañaba. Él era uno de los mejores compañeros que alguien podría tener. Si no me equivoco tú tienes que ser Eliette, ¿cierto?
—Sí, pero... ¿y tú?, ¿cómo te llamas?
En ese instante, escuché un gran ruido, seguramente de una explosión y segundos después se escuchaban gritos. Nos miramos sorprendidos y antes de que pudiéramos reaccionar, una segunda explosión ocurrió, pero esta fue a escasos metros de nosotros y a causa de eso caímos un par de metros más allá. Cuando levanté la vista y el humo se disipó un poco, vi a personas sangrando y, cuando recobré la audición, escuché a otros gritando por ayuda. El chico con el que había hablado me levantó y me llevó hasta un rincón estrecho entre dos edificios.
—Aquí vas a estar segura —me dijo—, esto todavía no acaba.
—¿Quién eres tú?, ¿por qué estás tan seguro de eso?
—Me llamo Ethan Baker y, como ya te dije, estuve en el ejército. Siempre me enviaban a misiones en Medio Oriente y fui compañero de tu hermano, Aaron. Sé de estas cosas y me entrenaron para sobrevivir e incluso para poder salvar la mayor cantidad de personas posibles, así que te agradecería si te quedas aquí mientras voy por más. Esto no terminará pronto y solo estaremos seguros de que así sea cuando nos vengan a ayudar. Esto es un campo de batalla ahora.
No comprendía lo que sucedía, pero de todos modos aprobé con mi cabeza lo que me dijo y se fue. Un minuto después, se escucharon bombardeos y cuando cesó el ruido, me asomé para ver el resultado devastador: personas heridas de gravedad e incluso moribundas. Por las explosiones habían salido fierros disparados, los cuales cortaron todo lo que encontraron a su paso debido a la velocidad y fuerza a la que iban, por lo que habían personas si un brazo o sin una pierna y uno que otro decapitado. Todo era horrible.