Llevaba el segundo mes de encierro. Mi hermana iba a verme cada vez que podía y me decía que nuestro padre hacía lo posible por retrasar el juicio, pero lo veía inútil: ¿para qué hacerlo si de todos modos estaba arrestada?
Observaba por la pequeña ventana mientras pensaba en el último tiempo y en lo mucho que extrañaba ser una adolescente normal. Extrañaba salir con mis amigos a comer helado y salir a patinar con mi primo. Extrañaba abrazar a Sid cada vez que me peleaba con mis padres y él me motivaba a reconciliarme con ellos. Extrañaba hablar con Aaron; abrazarlo, salir a dar una vuelta con él, jugar juntos con sus hijos y Melissa... extrañaba a mi hermano.
—Te dije que no lo soportarías —dijo alguien detrás mío.
Me resultaba muy familiar esa voz. Volteé curiosa para ver quién era. Me llevé una gran sorpresa al ver a mi hermano parado debajo del umbral de la puerta. La cerraron y él se aproximó hacia mí. Di un salto para acortar la distancia y lo abracé mientras lloraba.
—Creí que estabas muerto —susurré.
—Cuidado con mi brazo —se quejó.
Me aparté y vi que tenía un cabestrillo en el brazo derecho. Lo miré asustada y expectante por su respuesta.
—Me tiré sobre un amigo al ver que dispararon en su dirección —contó—. La bala literalmente me voló el hombro.
»Era de esas que son capaces de atravesar el tejido, por lo que de todos modos lo hirieron en el pecho, pero no fue tan grave.
»En unas semanas me operan para poner... no sé exactamente, pero era algo de metal.
»Obviamente me dieron de baja por eso.
—¿Y podrás hacer una vida normal después de la operación?
—Sí, pero por un año no podré hacer fuerza ni mover mucho el brazo.
»Pero hablemos por lo que vine a verte.
—¿Quieres saber por qué estoy aquí?
—No, eso ya me lo contaron.
»Quiero saber el porqué. Dime por qué desobedeciste y qué pretendías hacer.
—Fue injusto invadir la aldea y matar a todas esas personas.
—Te dije que en el campo de batalla no se perdona a los civiles.
—¡Invadimos una aldea para matar a todos!
»¡Fue inhumano!
—Aunque no lo creas, lo más humano es lo más cruel.
—No me des una charla filosófica.
»A lo que voy es que comprendo que debamos matar para defendernos en una guerra, pero caemos en su juego al invadir aldeas con personas inocentes.
—Yo te dije que no podrías con esto. Sabía que algo así pasaría...
—¿Cómo?
—Porque ya lo hemos hecho, por eso me había retirado del ejército en realidad.
—¿Y por qué regresaste?
—No lo sé... sentido patrio quizás. Supongo que una vez que eres soldado simplemente quieres pelear hasta que te maten.
Miré a mi hermano con tristeza mientras él observaba el piso con una expresión de evidente melancolía. Lo abracé y el dio un quejido de dolor, por lo que recordé lo de su hombro y me di la vuelta para abrazarlo.
—Lo bueno de que me dieran de baja es que al menos pude conocer a Alice —dijo sonriendo.
—¿En serio? ¿Cómo es? Yo no la he podido conocer todavía.
—Es una bebita alegre... me recuerda a cuando eras bebé solo por eso. Siempre está riendo y me gusta eso: por un minuto olvido que el mundo está muriendo.
»Es rubia y de ojos claros, como yo. Ojalá saque tu carácter decidido y valiente, aunque espero que sea en tiempos mejores y no se le ocurra unirse al ejército.
Me puse a reír por eso. Lógicamente la bebé no podía ser como yo a menos que creciera a mi lado y la influenciara más que Melissa.
—No te preocupes —le contesté—, Melissa hará que sea una buena chica como ella.
—Espero que sí...
La puerta se abrió y entró mi padre. Lo miramos un tanto asustados.
—Aaron —lo llamó mi padre—, sal de aquí.
Aaron me miró, me dio un beso en la frente y se levantó. Miró desafiante a nuestro padre y pronunció las siguientes palabras de forma despectiva: