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3 meses después.
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Narra Liz.
Es este preciso instante, lo único que quiero es que Albert aparezca luego y no se trata de querer mirarlo o de tan sólo comerlo con la mirada, no, de hecho, mi intención es que venga y se marche lo más pronto posible, pero no sólo, quiero que se vaya con nuestra hija.
–Emily hija, deja de jugar con eso ¿Quieres? – estoy sentada en la silla de mi escritorio, con los codos apoyados en este último y sobándome las cienes.
Tengo mucho trabajo, pero Emily por su parte está jugando con el ventanal, más bien, con el control del ventanal que Ben instaló para que yo tenga de todo sin la necesidad de la oficina, este es uno de sus tantos inventos.
–Mamá, es que es muy vivedtido – continúa jugando, veo aparecer las cámaras de vigilancia, luego televisión, después los próximos proyectos, las imágenes de campaña, los diseños y por último la vista de la ciudad.
–Preciosa, si sigues haciendo eso, se averiará y el tío Ben tendrá que reparar todo nuevamente, será mucho trabajo.
–Bueno – sigue jugando, ya entiendo las veces que mi mamá me castigaba de pequeña, dicen que estoy recibiendo de mi propia medicina.
De verdad que me dan ganas de cabecearme en contra del escritorio, pero en realidad eso no es muy conveniente, por suerte Asher es más tranquilito, mi hijo ni siquiera llora, es a ese extremo de tranquilo. La puerta de mi oficina se abre, se quién es, porque Albert es el único que tiene permitido entrar sin tocan a mi oficina, a excepción de que Rosie se lo impida.
–¡¡Hola mis princesas!!
–¡¡Papá!! – Emy deja el control y corre a los brazos de Albert.
–Te entrego a los demonios que tengo por hijos, no le des demasiada azúcar a Emily hoy es mi noche de cuidarla, y Asher está dormido – le paso bolsos.
–No te quejes, Emy con o sin azúcar es igual de hipercinética, te culpo a ti – dice sonriendo y realmente me derrito, me hago agua.
Mi relación con Albert ha mejorado, no mucho, pero ahora si nos soportamos y no andamos tan tensos, compartimos más cariño y ahora pues he tratado de tener paciencia porque puedo entender que Albert prácticamente está siendo obligado a ser papá y yo no le puedo exigir porque si yo no hubiese querido quedar embarazada Entonces me habría cuidado usando anticonceptivos o simplemente no me hubiese lanzado así a la vida.
–Como digas. Nos vemos – le doy un beso a mis hijos y Albert me da un beso en la comisura de los labios y se va.
No sé si él sentirá lo mismo, pero, cada vez que nos tocamos es como si compartiéramos una chispa, como si electricidad corriera por nuestros cuerpos, realmente que me convierta en agua cuando tiene gestos como este, pero no sé si el nota lo que causa o tal vez no tiene idea y sólo me hace sufrir.
Por el interfono escucho a Rosie, salgo de mi trance de soñadora.
–Amiga, llegó el buenorro de los viñedos que nos surtirán para la cena benéfica, es tu momento de almorzar – río por su último comentario.
–Dile que pase, ya sabes qué hacer si llega Albert – le informo. Siento que tocan la puerta.
–Adelante – las puertas se abren y aparece semejante Adonis, a quien ya conocía, pero no tanto como me hubiese gustado.
–Buenas tardes, preciosa damisela – me saluda, creo que estoy babeando.
–Buenas tardes, Jackson.
–Traje muestras de vinos, deberías probarlos y ver de cuales cosechas te gustaría servir.
–Primero, no me tutees, segundo, no puedo ingerir alcohol en horario de trabajo.
–Si gusta puedo tomarlo yo, y usted lo prueba de mis labios – dice recostado en la silla. Me levanto, rodeo el escritorio y me paro frente a él.
–Me encanta tu idea – me siento en sus piernas y me muerdo el labio, Jackson se acerca a mí y me besa.
–Nada sale de aquí, si no, da por seguro que no hay más negocios y que tu empresa irá cuesta abajo, fácilmente puedo controlar todo – le digo al separarnos para tomar aire.
–Ok – se vuelve a adueñar de mis labios.
Trata de desabrochar mi blusa y le ayudaría, siento su miembro bajo mi intimidad, paso mis manos por su cabello y tiro de él para liberar mi presión, mientras este recorre mi cuello dejando besos tronados y su lengua recorre mi mandíbula, me levanta y sienta en el escritorio.
Tocan la jodida puerta cuando comienzo a quitarle el saco. Miro a la puerta como si así pueda matar a quien me interrumpe en “reuniones importante"
–Liz, llegó Albert – Rosie me avisa por el interfono.
–Mierda, tendremos que continuar otro día – le digo a Jackson, mientras me arreglo la ropa, maquillaje y peinado.
Comienzo a ordenar todo en tiempo récord, necesito que esto sea lo más presentable que pueda. Este se acomoda la camisa y su saco para que cubran su erección.
–Queda pendiente – me besa y sale de mi oficina.
Narra Albert
De la oficina sale un tipo que no conozco, por más que trata de ocultar su erección es notoria, aunque no lo culpo. Pero debo admitir que me hierve la sangre. Con razón Rosie saltó de su silla tan rápido como me vio y no me dejó pasar insistiendo en que Liz estaba en una reunión muy importante, ya veo que tan importante era.
Entro a la oficina tratando de controlar toda mi furia, pero más que furia son unos celos incontrolables que me consumen de pies a cabeza.
–Albert ¿Qué pasó? – se arregla su blusa y su peinado.
–Venía a buscar el conejo de Emily – digo mirándola de pies a cabeza mientras que ella evita mi mirada – para la otra que quieras tener sexo y estén los niños, solo dime que vas a hacerlo, no es necesario que me inventes eso de las "reuniones" – hago las comillas con los dedos. Mientras busco el peluche de mi hija.
–Tu hablando de inventar escusas – me responde y sé que está sonriendo sarcásticamente, ya la conozco – que yo recuerde, tu empezaste con las mentiras para solo ¡revolcarte con cualquiera...!
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Editado: 01.10.2022