Un sentir, que está lejos de ser amor.
“La verdad.
Esa que hiere y libera.
Las dos versiones con una sola realidad que no se puede ocultar.
No hay ganadores o perdedores.
Solo fichas de un tablero, que desorientados regresaran al inicio para replantear su juego.
Solo una incógnita que deja una sensación de ansiedad.
¿Con tantas reinas cual es la verdadera?
Pero es pregunta trampa, porque la indicada seria:
¿De qué lado juegan, si todas parecen comodines y ninguna se muestra como la auténtica?
Cada día con su afán, y hallar la respuesta no resulta en ese instante ser primordial, cuando se está destapando esa verdad, que implica a una de ellas pese a relucir otra cuestión, que tampoco tiene cabida en esa situación”.
✧♚✧
El silencio reinó en el invernadero.
Los rostros de los presentes consternados.
Las miradas protagonizando el momento, junto al boqueo silencioso de un par de almas que seguían procesando la importancia de aquella revelación.
Luisa solo con la mirada puesta en un solo implicado, que con el rostro pálido parecía querer huir, pero se quedaba por inercia parado en su sitio pretendiendo interés cuando aquello seguramente le causaba asco. También turbación, desorientación y tal vez algo de asfixia.
Porque no había nacido en esa época para presenciar el momento, pero ser la consecuencia resultaba peor de lo que alguien se podría imaginar.
No se lo pensó en demasía cuando se abrió paso hasta llegar a su sangre.
A su primo Roger, posándose a su costado y como muestra de apoyo tomar su mano para no soltarlo así le rompiera la propia en el proceso.
Sin importar la respuesta, solo haciéndole notar que por más de que batallara no se apartaría.
Tampoco miró a Alex, pese a que le debía demasiadas explicaciones. Solo… le dio primordial valor a la persona que merecía la atención de alguien que quisiese sostenerlo cuando se estaba cayendo.
Y, aunque no fuese la indicada, lo socorrería como buenamente pudiera.
—No le toques —siseó no precisamente la culebra, si no la madre que lo había perdido cuando ni siquiera había podido tenerlo —. Esto es por tu culpa. Así que no tienes derecho si quiera a…
—Aunque aparente ser la mala de la historia, recuerde que yo no había nacido cuando se le dio por engendrarlo —atacó afianzando en agarre dispuesta a defenderlo por encima de quien fuera —, así que evalúese y céntrese porque mi paciencia solo está a raya por el —lo señaló —. Por mis hijos, y mi esposo —observó de reojo a Alex, que la enfocaba de forma penetrante asintiendo, para que comprendiese que la apoyaba, mientras estaba al pendiente del accionar de su padre —. Por eso en vez de atacarme debería agradecerme que no sigue pensando que está muerto, y que le estoy dando la posibilidad de recuperarlo. Así que, aprovéchela o, así como pretendo intentar que lo tenga de regreso puedo arrebatárselo para siempre, si no lo valora como se debe —no estaba jugando con eso.
Lo decía muy enserio.
—Él no es un objeto, ni es tuyo —trató de aproximarse, pero Alejandro se interpuso.
—Puedes preguntarle con quien quiere quedarse —lo ojeó haciéndole el cuestionamiento silencioso, apretando su mano como clara señal de a quien escogería —. Aunque visiblemente él ya tiene su elección, y por más devoción que le tenga no resulta ser la reina que venera.
—Eres una… —antes de que pudiese terminar el insulto otra voz se sumó.
—¿Puedes dejar los rodeos absurdos de una maldita vez? —esta vez habló Adrien, haciendo que toda la sala se tensase, pero no actuaba. Solo hablaba, queriendo que confesase todo sin dejar de apreciar a Eunice, que no supo en qué momento, pero ahora era encañonada por Sebastien.
Aunque eso no le quitaba la soberbia del rostro, que demostraba claro control de la situación, del hombre y de las consecuencias, pese a que no saldría del todo inmune de ellas.
Pero al parecer si victoriosa.
—Te estas equivocando de enfoque, y mi pulso está temblando Adrien —habló Alex en tono amenazante —. No me obligues a regresarte a la tumba padre, porque ganas son las que menos me faltan —tragó grueso intentando que no se salieran las cosas de control.
No quería que se ensuciara las manos, que viviese con ese cargo de conciencia. Porque era cierto lo que decía y se le podía escapar un tiro, ya que lo estaba apuntando con vehemencia.
—No será necesario mon amour —habló con un tono que a todos sorprendió, menos a él.
Es que nadie podía creer que la Luisa que conocían pudiera tener ese tipo de cariño por una persona, y demostrarlo de una manera tan ferviente, solo con un par de palabras.
» La estamos esperando tía Eloísa —abrió y cerró la boca, pero de esta nada salió.
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Editado: 17.02.2023