“La balanza muestra para qué lado tiende a inclinarse.
Así como la superación lleva tiempo, que va quemando las etapas a medida que dejan de calar.
Y mientras estas se ven a carne viva, todo debe continuar su curso sin importar la herida.
Pero se cierne entre las almas la incógnita definitiva de si:
¿La verdad se interpondrá en sus planes hasta el punto de afectar en lo que es prioridad?
Y es que, por más de que lo intenten ellos están en medio, y todo gira en torno a sus entidades pudiendo perturbar, pese a entienden que el show debe continuar.
El bufón seguir sonriendo, y los reyes intentar reinar.
Sin embargo, en ese aspecto creen estar definidos, porque hasta cierto punto comprenden que son uno solo, y sin el otro no pueden continuar”.
✧♚✧
No tuvieron ni la mitad de las ocho horas reglamentarias de descanso.
Sus cuerpos gobernaron en ese tiempo, al igual que las palabras.
Ya todo estaba dicho, o eso se esperaba. Sin embargo, aquello no menguaba la tensión que se formó entre sus almas, ni bien sus mentes se despejaron.
Cuando la nebulosa de erotismo se desvaneció, dejando la realidad como un golpe fulminante que presenció en primera estancia Carmen, que fue la única que se atrevió a tocar la puerta de los aposentos de Luisa esperando un siga, el cual llegó en tono acerado, siendo recibida la noticia que la llevaba a importunar a sus amos de la misma manera, mientras con desinterés y sin importarles el público se quitaban las sábanas, intentando buscar algo con que tapar la desnudez.
—Los están esperando en el estudio su Señoría, el Marqués de Belmonte, y los que le siguen a este —ella comprendía que mencionando al diablo principal ardería el infierno, pero eso no importaba cuando ya vivían en medio del averno.
Luisa observó a Alex, el cual asintió sin siquiera dedicarle una palabra para después dejarle la tarea de despachar a Carmen sin mirar atrás, cruzando la puerta que conectaban sus aposentos.
Suspiró con pesadez, no teniendo que explicar el cambio de actitud.
Era normal que lo de la noche anterior trajese consigo una respuesta negativa, dejando al tiempo como el único que pudiese resolver el inconveniente a sabiendas, de que con las palabras poco es lo que podría hacer al respecto.
Lo único que no le cuadraba del todo, es que el añorado tiempo era el que menos tenia, por más de que el insistiera de que portaban una vida para restaurar sus dilemas.
—Debe permitir que la cure, Excelencia —habló Carmen ni bien estuvieron solas, advirtiendo como se tapaba el cuerpo con la primera batola que encontró, para acto seguido sentarse en la silla que estaba frente al tocador, el cual portaba un espejo que dejaba analizar su faz —. Aunque su piel es resistente se debe prevenir una probable cicatriz —bajó la cabeza consciente de que tenía razón.
Su pómulo, aunque no sangraba lo surcaba una línea rojiza un tanto profunda, que era rodeada por matices violáceos rojizos que cubría la mayor parte de su mejilla.
—¿Conoces algún ungüento con el que pueda sanar las heridas que he provocado en el alma de las personas que amo? —la voz no le salió rota de puro milagro.
Conocía mejor que nadie las consecuencias de sus actos, que todo caía por su propio peso, que lo que hizo no sería recibido de la mejor de las maneras. No obstante, eso no le daba la fuerza suficiente para soportar al completo el rechazo de su familia entera.
Era la villana, ya era hora de que todo el mundo lo tuviese claro.
Advirtió como Carmen se arrodilló a su lado, con la confianza suficiente que le habían dado los años tomándole la mano, instándole con ese acto a mirarle, encontrándose con una sonrisa afable.
—Me gustaría darle la respuesta a todos sus dilemas, Luisa —los formalismos quedaron de lado —, pero lo único que le puedo profesar es respeto y admiración, porque nadie en su sano juicio haría tanto por los seres que devuelven el sacrificio con latigazos sin ver el trasfondo del daño —era demasiado ciega para su propio bien —. Solo culpando a la que ha sido el puente que cruzaron para salvarse —exhaló con fuerza negando —. No puede privarme de que exprese lo que pienso, cuando hace mucho me considera más que su criada, y yo la veo como más que a una ama.
—No creí que te quedarías a mi lado hasta hoy día —les dio un apretón a sus manos en muestra de cariño —. Gracias —le debía demasiado —. Has sido parte clave en todo esto —como no tenía una idea.
—¿Se dejará curar, Excelencia? —así era ella, nunca escuchaba cuando intentaba sacar a relucir su valía.
Solo estaba presente intentando sostenerle.
» No pretenderá que la vean derrotada sin siquiera haber iniciado la siguiente batalla —entendía como pocas la manera de incitarla a actuar, a ser ella misma.
La de siempre.
La que nada la debilitaba, pese a que por dentro se sintiera una fracasada.
—Se cuidadosa —fue lo único que acotó dándola las de ganar, no teniendo ánimo para replicar. Viéndolo por el lado, de que en esa oportunidad tenía razón.
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Editado: 17.02.2023