Hola mis amores.
Primero que nada, y antes de pedir disculpas por mi desaparición les deseo un feliz año atrasado y espero que estos primeros días de enero estén siendo maravillosos para ustedes.
Como dije, quería pedirles disculpas por estar tan desaparecía.
El bloqueo con esta historia fue algo que no pude controlar.
No pasaba de un par de letras y fragmentos desastrosos, cosa que claramente no presentaría al no ser al nivel de esta historia y de lo que ustedes se merecen.
Pero, ya estoy de regreso.
Y espero no volver a perderme.
Aparte de este extra subiré otro cap, y solo querían faltando dos capítulos si mis cálculos no me fallan mas el epilogo.
También pienso iniciar a mi ritmo la segunda parte de la historia de Sebastien, así que estecen atentos.
Por otra parte, no olviden que he publicado una nueva historia que pertenece a una trilogía, llamada Stewart.
Es la historia de Archivald, y la que será su talón de Aquiles.
Sin mas que añadir, les deseo un hermoso inicio de semana.
Nos leemos pronto.
Les ama.
Jen <3
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ADVENTENCIA:
ESTOS SUCESOS OCURREN MIENTRAS ESTA PASANDO LO DEL ARRESTO DEL PADRE DE LUISA.
ESPERO LO DISFRUTEN.
LOS BUFONES DEL INFIERNO.
BRISTOL Y BELMONTE.
"Es difícil sortear los anhelos.
Reprimir los deseos.
Mas cuando el odio va de la mano con el amor, y se limita a hacer de las suyas sin importar que el infierno sea lo único que los espere con los brazos abiertos.
El sentir ya no se puede reprimir.
Es tiempo de dejarlo fluir.
De dejar atrás lo que los separa porque es imposible olvidar.
Y eso solo puede significar una cosa.
Que, si de igual manera son desdichados por separado, que valga la pena el dolor y viviéndolo tomados de la mano.
Ese no desaparecerá, pero será llevadero por el simple hecho de tener un aliciente para continuar.
Ese sentir infernal que los llevará al más haya.
Pero no importa, porque estarán juntos y nada ni nadie los podrá separar.
O eso se espera como última esperanza para su relación toxica inmortal."
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Tenía que hacerlo.
Si seguía pasando por ese suplicio terminaría haciendo una locura peor de la que estaba cometiendo en esos momentos.
Al igual que tener recostada la frente en la puerta que conectaba con la habitación que ocupaba en la embarcación no era de sus mejores ideas, pero desde que lo conocía las decisiones que tomaba no eran las más cuerdas.
Es más, si tenía que ser sincero consigo mismo gracias a su pasado con aquella mente maestra infernal, es que era el maldito bufón que soportaban solo porque tenía lo necesario para salvarles, pese a su prontuario de hacer lo que se le apeteciera.
Cosa que le encantaba, pues jugar con la lógica de ser humano promedio era de lo que más disfrutaba, pese a que lo odiaba a la par por recordarle a ese ser que lo instruyó, y que con el tiempo perfeccionó.
Porque nadie lo conocía como él.
Nadie lo leía como él.
Nadie, nunca le hizo sentir lo que él.
Y empeñarse en olvidarlo, mientras lo buscaba en cada cuerpo que tomaba, tampoco fue la mejor de las ideas.
El placer era palpable.
Su cuerpo reaccionaba según lo que se esperaba, pero no lograba una mierda cuando tras culminar el rostro y su sonrisa endemoniada era lo que se colaba en sus pupilas, dañándole el momento.
Y eso pasó con cada mujer que poseyó en su vida llena de aventuras.
Con las amantes que se hacía por su paso por Londres y Escocia.
Hasta la que pretendió de manera forzada amar, sin importar que perteneciesen a su familia.
Aunque con el tiempo aceptó que se metió entre Ángeles, y su primo porque jamás le perdonaría lo que el rubio le hizo.
Porque esa canallada fue lo que lo sumido en ese maldito infierno.
A su mente también vino Evelyn, la hermana del medio de Adler Somerset.
Lo lamentaba por la castaña, pero no dejaba de ser buen sexo que desechaba en el momento que lo hacía sentir asqueado consigo mismo.
¿Por qué?
Solo le había interesado una sola persona en su maldita vida, y tenía que ser el en específico.
Y no lo decía porque no era lo común.
Le valía una mierda que no fuese lo que se esperaba.
Ese era su mayor atractivo y gracia.
Si no por lo que era capaz de hacer.
Sencillamente no poseía limites, y ese desenfreno fue lo que no pudo simplemente soportar cuando las barreras se alzaron entre ambos, aunque ni el mar de por medio los librase de los sentimientos arrolladores que seguían experimentando.
«¿Por qué lo hizo?»
Era algo que siempre se preguntaba cuando estaba con la cabeza a punto de explotarle.
Cuando lo tenía cerca y se odiaba por no poder ignorarle.
Pero ¿Quién en su sano juicio pasaría de Cristóbal Loaiza?
Ni el, pese a que lo intentó por años.
El odio siendo la excusa perfecta, a la par de las ganas de querer asesinarlo, porque esas siempre fueron genuinas.
Lo malo del asunto, es que siempre se encontraban en el medio del camino, y las palabras malsonantes que le dedicaba solo era con el único fin de que leyera entre líneas su desesperado:
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Editado: 17.02.2023