LO PROMETIDO ES DEUDA.
FELIZ SAN VALENTIN.
NOS LEEMOS EL VIERNES CON EL CAPITULO FINAL Y EL EPILOGO.
LES AMA.
JEN <3
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“¿Cara o sello?
¿Quién cae primero?
Mezcla de sentimientos.
Besos de despedida.
Las ultimas confesiones en medio de la estocada final.
El golpe certero que acabará con aquello.
Triunfos que dejan un sabor amargo, y la sensación de estar perdiendo en vez de ganando.
Pero, en fin, de cuentas con el alivio dentro del pecho al saberse, por fin libres de la maldad que acarrea años de sacrificio.
No obstante, ahí batallas que fuera del tablero tienen que librarse.
Porque faltan ingredientes, para que el felices por siempre pueda darse”.
✧♚✧
No es que estuviese pletórica por percibirlo frente a su entidad.
Tampoco es que le fastidiase tenerlo tan inalcanzable, cuando le resultaba el significado más acertado para describir lo que siempre le había parecido Adrien Allard.
Se enamoró de el sin si quiera creer que se pudiese albergar tanto por una persona, pero como desde el inicio rompió todas y cada una de sus creencias.
Y de la misma manera que la arrolló con un sentir tan esperanzador, también con sus artimañas y mentiras lo transformó en uno desgarrador.
Bien era cierto, que paso hace tiempo, pero lo tenía tan vivido en su memoria que apreciaba como le hubiese roto lo único bueno que tenía ayer.
Hace tan solo unos minutos.
En ese preciso momento.
Sonrió apreciando la sombra del que dentro de poco seria su víctima, mientras se relamía los labios, escuchándolo pese a las maldiciones del alrededor, las arremetidas contundentes y las exclamaciones de dolor, y hasta las risas estridentes de los más bufones del grupo, que casi le hacen resoplar de fastidio.
—Sigo dejándote sin aliento, por lo que logro apreciar —soltó ante el silencio denso, mientras se acercaba a paso lento, pero seguro sin dejar de apreciar como tragaba grueso gracias a sus sentidos más desarrollos de lo normal por su falencia visual —¿No me piensas saludar, ma lumière? —porque él llegó a convertirse en ese rayo de luz en medio de la oscuridad.
—¿Asi que te piensas poner de obstáculo, dándole más tiempo de vida a mi verdadero objetivo? —sonrió mostrando sus perfectos dientes, demostrando que sin importar el tiempo pasado y apreciarse como un ser imposibilitado, pudo ser la mujer más hermosa de Europa en su época.
Corrección.
Lo fue, pese a que se le etiquetó como la repelida de cada temporada.
O de las que tuvo el poco placer de hacer acto de presencia, hasta que…
—Siempre me encantó que nos mintieras, para que nuestro sueño de amor no se convirtiera en la pesadilla de realidad que nos envolvía —quiso sonar sarcástica.
Llena de ponzoña, pero no pudo simplemente ocultar la amargura que aquello le provocaba en su sistema.
—¡Eunice! —soltó ahogado, tratando de acercársele mientras ella reaccionando más por convicción que por disposición empuñó su bastón, y sin cuento previo lo desenfundó mostrando la misma arma que mató a su hermana, y que le serviría para acabar con esa atadura que no dejaba en paz a su corazón, pese a que intentaba erradicarlo con los todas sus fuerzas de su sistema.
Porque odiarlo era un sentimiento, y él se merecía la absoluta nada por parte de ella.
—¿Piensas darme después de más de veinte años una excusa de tu actuar? —es que no podía no reírse.
Que patético sonaba.
—Deshacerte de la piltrafa te refrescó de una manera positiva —asi era como lo recordaba.
De carácter vivaz.
Con frases filosas y humor oscuro imposible de olvidar, pese a que eso mismo fue lo primero que llegó a aborrecer, por lo mucho que lo echaba en falta en su mundo gris sin una pisca de humanidad.
» Te ves particularmente hermosa —le puso la punta de la espada en la garganta.
—Cuando termine de decirte un par de cosas, que al parecer desconoces espero que sigas conservando el mismo humor —sentenció mientras este esquivaba su ataque para acto continuo empujarle para que tastabillara, e irremediablemente callera de espaldas.
—Espero que sean emotivas como me lo estas prometiendo, pero es preciso que te apartes de mi camino porque mi lucha no es contigo —gruñó dándole la espalda, mientras Francisco mirada toda la estancia con los brazos cruzados.
Sin siquiera mover un dedo para ayudar a sus hombres, y acabar con aquello cuanto antes.
Solo admiraba como Alexandre le daba órdenes a del Arco para que se llevara a Luisa junto a los pequeños pese a que Thierry se negó en primera estancia, pero el grito colérico de su padre lo enderezó, dándole a entender que no tenía elección a replica.
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Editado: 17.02.2023