Contigo, hasta la luna

ALEXANDER

No me di cuenta de en qué momento empecé a quedarme dormido, pero lo primero que vi al abrir mis ojos fue al señor Hunter parado enfrente de mi escritorio.

 

–Alexander, ¿te molestaría recordarle a la clase el tema que estamos revisando hoy?– todos a mi alrededor estaban mirándome, incluida Emily.

 

–Por supuesto que no, señor, el día de hoy tocaba...–miré mi cuaderno y luego a Emily en busca de ayuda y ella rio mientras giraba el suyo disimuladamente, dejándome ver el contenido– claro, hoy vemos el equilibrio iónico en la solución acuosa, ¿cierto?

 

–Correcto, ¿puedes dar un resumen de los subtemas?– la mayoría de mis compañeros aguantaron una sonrisa al ver mi cara de confusión.

 

–Yo...eh...por supuesto...–dije mirando de nuevo hacia mi cuaderno en blanco y luego intentando espiar el de Emily sin éxito.– Ácidos y bases, teorías, equilibrios de disociación, grado desionización y constante de equilibrio Escala de pH, son algunos de los subtemas que vienen.–contesté luego de recordar la lección del libro.

 

–¡Perfecto! Pero la próxima vez intente leerlos de su cuaderno y no del de su compañera.– se escucharon algunas risas y el profesor se alejó, volviendo a su lugar.

 

–Vaya, y creía que yo era la única nerd en esta clase.– susurró Emily sonriendo y giré los ojos.

 

–No soy nerd, pero tu cuaderno sí.

 

–Sí claro, si hubieras leído mi cuaderno, sabrías que primero vimos Producto de solubilidad y Efecto de ion común, tonto.

 

–Como sea, el punto es que los demás también los vimos, ¿cierto?

 

–Vale, vale, los vimos.

 

–Ahora...¿por qué no te abrazo y te recuestas en mi hombro por el resto de la clase?– se sonrojó y sonreí.

 

–Está bien, pero tienes que aceptar que eres nerd.

 

–Como quiera la niña.– hizo una cara tonta y reí.– Lo olvidé, no eres una niña, ¿verdad?

 

–Exacto, aunque si me consideras niña, puedo buscar a un niño para abrazar, no creo que sea tan difícil, digo, mírame.– hice una mueca y ella empezó a reír.

 

–Oye, esto no es ningún juego eh.

 

–Cálmate tonto, pero, debes aceptar que tengo razón.– negué con la cabeza, aunque realmente sabía que era cierto.

 

«¿Quién no querría estar con esta chica? Solo es necesario mirarla para olvidar lo que estabas haciendo. Puede perderte en sus verdes ojos, sin intentarlo y hasta sus pequeños defectos son fantásticos, porque, aunque se vea muy amable y linda con todos tiene el carácter que a todos les falta, además, nunca se fija en las cosas banales ni acepta cosas por conveniencia propia, a menos que esas cosas puedan ser de ayuda para alguien más.»

 

–¿Alexander?– dijo sacándome de mis pensamientos.

 

–Lo siento, estaba pensando.

 

–¿En qué?– preguntó con esa cara de curiosidad que hace que se arrugue su frente y reí.

 

–En ti, tonta, como siempre.– ella sonrió y la abracé, pasando mi brazo por sus hombros.




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