Contigo, hasta la luna

EMILY

Esperaba a Alexander en la entrada del gimnasio escolar, cuando empecé a sentir que alguien me observaba.

 

–¿Hola?– pregunté. Intentando no sonar asustada.

 

–Hola Em...– contestó una voz que me sonaba conocida.

 

–No puede ser– dije entre dientes. Me giré y pude ver a Gregory a solo unos metros de sustancia. Crucé los brazos–. ¿Qué quieres ahora Gregory?

 

–Lamento lo que sucedió la última vez que nos vimos. Quisiera compensárselo, a ambos. Por favor.– lo miré un momento y negué con la cabeza.

 

–No dejaré que me arruines esto. No de nuevo.

 

–Sé que te lastimé Emily. Enserio lo siento. Y entiendo que no quieras verme más, pero es una salida. Además llevaré una cita, es mi forma de mostrarles que lo superé.– me miró a los ojos. La nostalgia recorrió mi mente. Esos ojos que me hacían sentir tan protegida, ahora me dan asco. Desvié la mirada.

 

–Una última salida Gregory. No hagas que me arrepienta de esto.– él asintió. Se acercó y me rodeó con sus brazos. Mi mente me traicionó de nuevo. Su olor inundó mis pensamientos. Tantos recuerdos. Tantos momentos. Tenía que terminar esto–. ¿Dónde y cuándo nos veremos?–pregunté algo cortante y me soltó. Se alejó un poco.

 

–Hoy en Melvin's, creo que podemos ir cuando salga de baloncesto, ¿no?

 

–Tenemos una cita, pero puede ser en la noche.– hizo media sonrisa. No parecía sincera pero luego asintió.

 

–¿A las 7?

 

–Claro. Debo irme– declaré y salí del lugar en busca de la cancha de baloncesto. Caminé con mi mente dando vueltas. Todo había sido tan familiar. Y al mismo tiempo no lograba reconocer a la persona detrás mío.

 

Al llegar a la cancha pude ver a Alexander. Una sensación de felicidad me inundó y sonreí. Me miró y se acercó.

 

–Hola, preciosa.– me abrazó y lo besé.

 

–Hola, tonto.– su sonrisa se volvió puchero–. te ves lindo con su nariz arrugada.– dije riendo y giró los ojos.

 

–Yo intento ser cursi y tú lo desprecias– contestó. Fingía su voz de orgullo y me hizo reír más.

 

–Deja el drama y ven aquí.– respondí y besé su mejilla. Él sonrió y tomó mi mano.

 

–¿Qué haremos hoy niña?

 

–Pues...Primero ir a comer...y luego...Gregory nos invitó a cenar a las 7– respondí nerviosa.

 

–¿Nos?¿O solo a ti?– preguntó algo irritado.

 

–A los dos amor, lo juro. Dice que quiere compensar lo que dijo la última vez. Llevará cita, no debes preocuparte por eso.– dije mirando sus ojos. Por un segundo me perdí en el profundo azul de sus iris.

 

–¿Quieres hacerlo? Yo no quiero ir, pero si te hará sentir mejor puedo soportarlo. Sabes que haría cualquier cosa por ti niña.– asentí sonriendo y lo abracé. Duramos así un rato y él besó mi cabeza. Inhale profundo su delicioso aroma. Olía a menta. Nunca me había detenido a pensar en lo mucho que me gusta su olor. Lo acostumbrad que estoy a él.

 

Cuando por fin nos separamos volvió a tomar una de mis manos y nos dirigimos a la cafetería.

 

–Por cierto– dijo sacándome de mis pensamientos–. Quería invitarte a cenar el sábado...Hablé con tu padre y dijo que te gusta "Les Champs" así que iremos ahí.– sonreí y lo besé.

 

–Es perfecto amor. En serio perfecto.

 

Al terminar de comer, Alexander me llevó a mi casa para que me pudiera cambiar y me arreglé rápidamente. Solo cambié mi pantalón por una falda y mis tenis por unos tacones bajos. Al salir me esperaba él con una flor morada y sonreí.

 

Llevábamos aproximadamente un mes saliendo y esperaba el momento en el que lo nuestro fuera especial. En mi mente planeé mil formas en las que podía suceder, pero su repentina invitación a mi lugar favorito me tomó por sorpresa. No dejé de pensar en ello durante el camino a Melvin's.




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