Capítulo 2.
37 años atrás.
La calle de su casa le resultaba cada vez más larga, le dolía el cuerpo y le dolía el corazón, la habían utilizado.
Salma solo quería llegar a su casa y contarle a su madre lo sucedido, para después llamar a su amiga Evan y pasar las penas con ella.
Salma dejo de caminar en cuanto noto como sus zapatos están ahora en un charco de agua que se encontraba en la vereda, por lo que las ganas de llorar volvieron a ella, eran sus zapatos preferidos.
Un día tan nublado como aquel apañaba perfectamente al estado de animo de la pequeña bruja, algo demasiado cliché para ella, por lo que Salma solo pedía un poco de sol para su día gris, pero cuando un auto a alta velocidad pasa por su lado tirándole toda el agua de la orilla, no lo pudo soportar y lloro, lloro y grito sin importarle que alguien la viese.
(…)
— ¿Dónde te habías metido anoche? —pregunta Sean a James.
El pelinegro no le responde, simplemente se encoje de hombros, algo muy típico de él.
— ¿Qué paso con la amiga de Evan, Salma? Ambos desaparecieron al mismo tiempo.
James ríe.
—Eso no es de tu incumbencia, mi querido amigo.
—Claro que lo es, Salma es la mejor amiga de mi compañera —Sean suspira y se pone de píe, dejando a James sentado en el sofá café—. Si le has hecho algo... James, juro que te mato.
— ¡Y si le he hecho algo! ¿Qué? No eres tan fuerte como aparentas Sean. —El pelinegro deja su vaso de Whisky en la mesa de centro del mismo color que el sofá, para después proceder a ponerse de pie y enfrentar a su "amigo".
—solo dime que no la has tocado, solo dime eso, Por favor.
Por alguna extraña razón, la súplica de Sean removió algo en lo más profundo de James, algo que le provocó una cierta especie de Dejavú.
— ¿Por qué? Es una simple bruja calienta bragas, es igual de zorra que todas las de...
—Salma es virgen.
Aquella confesión de Sean basto para dejar estático al pelinegro, James no se metía con vírgenes, para él las vírgenes eran sagradas y debían perder aquello tan importante para una mujer con el hombre que querían, no con un hombre que se éxito por un baile provocativo que hace una muchacha de 16 años, y es más, ninguna mujer, según James, debía perder la virginidad de una forma menos brusca, no de la forma que él le quito la virginidad a aquella muchacha.
—Era virgen.
Actualidad.
Chelsea se encuentra admirando la foto de su madre en su habitación, la castaña posee un odio tan inmenso por aquellos seres llamado hombres lobos, un odio demasiado indescriptible.
Chelsea sabe que su familia, las mujeres de su familia, especialmente la primera mujer de una generación es maldecida, una maldición que lleva décadas provocando dolor en las Duff.
Una lagrima resbala de la mejilla izquierda de la castaña, su madre, Sandra Duff sufrió lo mismo que su abuela, Salma, con la gran diferencia que Sandra quería romper aquella maldición, Sandra dejo de lado su adolescencia, vivió años encerrada en su casa con tal de no conocer a ningún hombre lobo y así no sufrir lo que dicta la maldición; "La mayor amara a un lobo que la destruirá, porque su compañera no será, por lo que él la dejara". Una maldición demasiado dolorosa, que casi llevara un siglo en las Duff, todo por un rechazo, un rechazo que hizo una antepasada a un hombre lobo, aquella bruja era la compañera de un lobo, pero la bruja amaba a alguien más, por lo que el lobo viajo al viejo continente y la maldijo, la maldijo a ella y su descendencia.
—La extrañas, ¿verdad? —Chelsea alza la vista para poder ver a la persona de quien procedía esa voz, aunque ya lo sabía, quería mirarla a la cara.
—No tienes idea de cuánto —Chelsea suspira y deja el cuadro en su bolso—. No quiero irme abuela, no sé si seré capaz de romper la maldición, quizás enloquezca como mi madre...
Salma con paso firme ingresa a la habitación de su nieta, la bruja sabe, está completamente segura de que su nieta podría romper aquel hechizo, así Chelsea no sufrirá, su hija ya no estará loca, y ella dejara de soñar con aquel hombre de su adolescencia que tanto daño le causo.
—Cariño, tu eres distinta a nosotras, yo a tu edad, yo a tu edad era un joven rebelde, que, sin siquiera pensarlo, sin siquiera tenerlo en mente, provoco a un hombre lobo, mientras tu madre quiso posponer aquella maldición el mayor tiempo posible, pero su encierro no la ayudo, tu madre nunca aprendió a como interactuar con las demás personas, nunca me dejo enseñarle a como percibir cuando se le acercaba un hombre lobo...