Ya se había ido la mitad de los días de vacaciones y la verdad es que había pasado del cielo al infierno en un segundo. Era cierto, yo sabía que ante una chica tan linda como la más hermosa de las gemelas Domínguez no tenía mucha posibilidad, pero ahora que, más que seguro está de novio con ese tal Germán, mis posibilidad de estar cerca de ella definitivamente eran cero.
Al día siguiente me levanté tratando de que nadie notara mi pena por lo que había visto con tristeza la noche anterior. Me senté a tomar desayuno y por supuesto mis tíos empezaron con las burlas.
—Me dijeron tus primos que anoche te perdiste ¿Donde te metiste semilla de maldad? —me preguntó mi tío Roberto mientras se rascaba la barba.
—Estaba en la parte delantera de la casa no más —respondí sin mirarlo mientras tomaba té.
—¿Pensando en que? —Me miró mi abuelita.
—¿O en quien? —Me miró mientras hacía rechinar los dientes Juan Ignacio.
—No, en nadie... en nadie. —Me puse inquieto—. Solo estaba mirando las estrellas, acá se ven muchas más que en Santiago —me excusé.
Por suerte un aló en el negocio de mi abuelita interrumpió la conversación, yo traté de tomar más rápido el té para huir de ese momento vergonzoso.
—Su abuelita siempre se tiene que parar a atender, uno de ustedes deberían hacerse el amable e ir a ver quien busca —nos pidió la tía Gladys.
—Yo voy. —Me ofrecí.
Me paré rapidísimo para ir a atender, esa era la oportunidad perfecta para zafar del interrogatorio. Una voz femenina me pidió pan y queso, yo la atendí sin siquiera ver quien era pero de repente al levantar la mirada, la sorpresa me dejó sin aire.
—Laura, hola... —La saludé con una sonrisa nerviosa.
—Hola, cómo estás Cubano Junior. —Sonrío—. Me alegra verte.
Dijo que se alegraba de verme, eso era bueno, más que bueno, eso era buenísimo, muy considerado de su parte. Bien, tranquilo Benjamín, tienes la posibilidad de hablar con Laura no lo arruines.
—Si, a mi también me alegra verte —le mencioné tímidamente.
—Anoche noté que me estabas mirando cuando me estaba besando con Germán. —Abrió los ojos.
Me había visto, eso no me lo esperaba, tal vez no era tan invisible para Laura como pensaba. Lo malo es que la situación en la que la vi no era muy favorable para mi.
—Es que justo iba saliendo de los videos y te vi... parece que estás enganchada con Germán —le dije.
—Si, el es súper lindo, a veces es un poco cambiante pero estoy seguro que me tiene mucho cariño. —Miró hacia arriba ilusionada.
—Ojalá que todo salga bien entre ustedes. —Le desee muy serio.
Ojalá que le caiga un rayo a Germán y lo parta en dos, ojalá que le entre una infección en los labios y no la pueda besar más, solo le deseaba el mal a ese imbécil, aunque sé que eso no es correcto.
—Uhmm... pero no te pongas celoso Cubanito junior. —Esbozó una leve sonrisa.
—No... como crees. —Miré hacia otro lado tragando saliva.
—Nos vemos en la playa. —Me tiró un beso.
Estaba en un éxtasis total, ella mirándome con sus ojos café claro, su sonrisa... Era difícil, pero por lo menos Laura sabía que estaba ahí mirándola, atenta a sus necesidades. Y si me pidió que no me pusiera celoso es por que... algo sospecha o alguien le contó la verdad. ¡¡Esa maldita Pamela!"
Esa tarde almorcé lo más rápido posible, porque lo único que quería era irme a la playa para poder verla y tal vez tener una oportunidad de hablar con ella. Por fin partimos a la Casa Roja, pero cuando nos íbamos a ubicar con nuestras toallas algo nos detuvo en seco.
—¡¡Hey ustedes!! —Nos paró a mis primos menores y a mi Javier—. Pónganse en otro lado, no los quiero cerca de nosotros. —Nos echó.
—¿Pero porqué? —le rebatí enfurecido.
—Porque yo lo digo. —fue el estúpido argumento del estúpido de mi hermano.
—Que eres malo Javier. —Lo miró notoriamente incomoda Fabiola.
Eso no era justo, nosotros no habíamos hecho nada para que nos manden para otro lado, no iba a estar cerca de Laura ¡¡Que pena más grande sentí!!.
Nos pusimos un poco más allá, simplemente tiramos nuestras toallas de mala gana y yo empecé a escuchar música en mi personal estéreo mientras observaba como Laura y musculin se devoraban a besos.
—Que injusta la vida, porque tenemos que estar aquí y no allá, porque es él y no yo el que está ahí besándose con una de las gemelas —me quejé amargamente.
—Porque a veces en la vida se gana, a veces se pierde, a veces se puede y a veces no —fue la conclusión de David.
—Estoy chato de ser siempre el que mira como los demás se llevan el premio —Le di un golpe a la arena enfurecido.
—Nada es para siempre primo, algún día todo va a cambiar para nosotros... —mencionó esperanzado Roberto.
Esa tarde sentí que había retrocedido diez pasos. Era tonto, sabía que me había ilusionado con algo que no estaba ni cerca de lograr, pero ver que ella se queda con un tonto que no debe tener ni la mitad de la inteligencia que tengo yo me daba mucha rabia.
En la noche mis primos me invitaron a los juegos, la verdad no tenía muchas ganas pero al final accedí y fui. Me escapé a los videos, jugué unas fichas de Street Fighter y luego me fui a dar una vuelta a los juegos para buscar a mis primos; tratando de dar vuelta la página total, el verano ya estaba a punto de terminar, otra vez me iba a ir sin pan ni pedazos, cosa que a esa altura de mi vida no era ninguna novedad. Me puse a apostar en el avióncito, a ver si por lo menos por esta vez ganaba algo, pero alguien de improviso se puso al lado mío.
—Yo que tú apuesto al blanco. —Llegó al lado mío Laura.
—¿Que haces aquí? —Casi se me paraliza el corazón de la sorpresa y alegría.
—Solo quería caminar un poco sola y... te vi aquí. —Sonrió demostrando sus hermosos dientes blancos.
Aposté al color blanco, tal como me sugirió y para mi fortuna salió ganador, había ganado $200 pesos gracias a Laura. Yo la quedé observando admirado por su buen ojo en las apuestas, mientras ella me miraba de reojo.
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Editado: 24.06.2024