A veces me pregunto que nos pasa a los seres humanos que nos ponemos tan duros, tan obstinados y nada nos saca de una decisión, aunque sepamos que está mal, sobre todo en la adolescencia nos cegamos sin saber que alguien a nuestro alrededor puede estar sufriendo. Era finales de marzo y la situación no había variado mucho, Grace no me hablaba, se iba sola a la escuela y,al parecer, no me iba a perdonar un amor pasajero de verano que ya se había llevado el viento.
Miércoles y yo salí de mi hogar decidido a hablar con Grace cueste lo que cueste, ya había pasado muchos días y seguía enojada conmigo, así que espere a que saliera de su casa y me fui detrás de ella.
—Grace Estefanía, me puedes esperar por favor —le pedí.
—Odio que me digas así y no, no tengo nada que hablar contigo Benjamin Antonio —respondió cortante.
Desde una ocasión en que nos enojamos cuando teníamos ocho años porque le saqué la cabeza a una de sus muñecas y ella reaccionó golpeándome con lo que quedó de la barbie en la cabeza y le dije así para hacerle saber mi enojo que mi vecina odia que la trate con sus dos nombres y, como yo estaba enojado de su actitud de niña pequeña...
—Pero porque te comportas como una niña chica, por lo menos escucha lo que te tengo que decir. —solicité impaciente—. Por favor.
—Porque tú te comportas como un idiota. —Se dio media vuelta y siguió caminando hacia afuera del pasaje.
—Pero eso pasó hace más de un mes —le recordé.
—Y jamás te lo perdonaré. —Empezó a caminar más rápido.
Creo que por más que lo intente mi vecina no me iba a escuchar. Tomé la iniciativa en buscar la reconciliación, pero ella no quería siquiera mirarme a los ojos. El problema era que mi corazón estaba empezando a sentirse solo y no iba a esperar toda la vida que mi vecina me perdone, tenía que seguir adelante con o sin ella
Como les decía a finales de marzo todo, excepto mi relación con Grace, iban bastante bien, pero llegó a nuestros oídos algo que sin duda llamó la atención de más de alguno de nosotros, un evento extraño pero diferente, que me iba cambiar la vida.
—Supieron que el próximo sábado va a haber un festival de canto. —nos mencionó Paulina.
—Me parece interesante ¿Vas a cantar para representar al curso Pauli? —La miré esperanzado.
—No... si yo canto horrible —se excusó, un poco avergonzada.
Entonces nos empezamos a mirar buscando la respuesta a la pregunta más obvia dentro de nuestro grupo; saber quién iba a sacar la cara por el segundo liceo en ese festival.
—Si alguien quiere cantar yo lo apoyo, pero que yo cante es imposible hermano —reconoció sinceramente Miguel.
—Yo menos canto. —Levantó los brazos Victor.
—¿Y si venimos al festival a observar? —propuso Iván.
Por supuesto todos quedamos mirando a Iván como si estuviera hablando otro idioma. Que diantres íbamos a hacer un grupo de jóvenes deseosos de pasarla bien en un estúpido festival de música donde seguro iban a cantar aburridas canciones.
—Seguro cantan puras canciones añejas. —Parece que Victor estaba leyendo mi pensamiento.
—Pero seguro que van a haber chicas lindas. —Se frotó las manos Ivan.
—Ese es un buen punto gordo. —Hizo chispear los dedos Victor.
—Ustedes no tienen remedio. —Se resopló el pelo Paulina.
Está bien, necesitaba despejarme para olvidar todo lo que me estaba pasando, además de tener el intenso deseo conocer a alguien para sacarme todo este triste enredo con mi querida Grace, pero no estaba tan desesperado para ir a buscar mujeres en un festival de música como Iván ¿o si?
—Yo me anoto. —Me entusiasmé con la idea.
—Ya somos dos. —Se alegró Iván.
—Bien, yo también iré, pero vendré con Johana más que seguro. —Levantó el dedo índice Miguel.
—Si viene con su amiga Mónica mejor. —Sonreí y todos mis amigos me empezaron a pegar.
Ya estaba pactado y sacramentado, íbamos a ir a ese festival. No, no era desesperación de mi parte, digamos que solo quería distraerme un poco y olvidarme de lo qué pasó con Grace. Pedí permiso a mi papá, que no me puso problemas, solo que él se ofreció para ir a buscarme al colegio a las 13 hrs, que era la hora que iba a terminar el famoso concurso.
El viernes en la tarde salí a la calle a conversar con Kuky, que estaba afuera de su casa, tal vez ella me podía ayudar, como siempre, a que Grace me volviera a hablar e hiciera las pases conmigo.
—¿Todavía está enojada contigo? Yo juraba que se le había pasado. —Se sorprendió.
—No, no se le ha pasado, nunca se había enojado conmigo por tanto tiempo —me lamenté—. En serio a Kuky ya me estoy empezando a preocupar la actitud tan esquiva de Grace.
—Mira ahí viene, a lo mejor podemos arreglar esto ahora. —Me cerró un ojo.
Grace estaba afuera de su casa regando, Kuky la llamó, pero ella se hizo la loca así que mi vecina del frente decidió acercarse a ella, dicen que si la montaña no viene a Mahoma... Mientras tanto yo me paré a cierta distancia para esperar esa tan anhelada reconciliación.
—No, no quiero hablar con él, Benjamín sabe muy bien lo que hizo así que chao no más —fue su firme y decidida postura.
—Pero Grace, como vas a mandar a la punta del cerro una relación de amistad de tantos años —Kuky trataba de hacerla entrar en razón.
—Alguien que te ilusiona y luego te hiere ni para amigo sirve—. ¿Como vas a confiar en alguien que te miente y te traiciona?
Después de eso Grace cerró la llave de la manguera y se entró, lo peor de todo es que mi vecina tenía razón en lo que dijo. Quería hablar, aclararle que yo si la quería pero la vi tan enfurecida que mejor me guarde para mi mismo las palabras, lamentando que ella no me quiera escuchar. Como dije yo no le iba a rogar a alguien que era incapaz de comerse su orgullo y dialogar para solucionar las cosas.
—¿Ves? Ella ni siquiera me da la chance de darle una explicación —Me rasqué la barbilla desconcertado.
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Editado: 24.06.2024