Un jefe normal no hacía que su secretaria se arriesgara a agarrar una pulmonía al entregar informes financieros en mano, sino que la instalaba en una agradable oficina para que escribiera en el ordenador y contestara al teléfono. Que le pasaba aquel hombre, claro, se creía la última adquisición del mundo.
Por desgracias para Ahmed Al-Maktoum no era un jefe normal.
Trabajaba en los Estados Unidos, teniendo todo un reino para él solo en su país. Y allí estaba Coral llevando agua como una desgraciada en medio, de aquel edificio grande, y para más males tenía que presentarse en el club Mariposa Dorada hoy y su querido jefe Ahmed dándose la bomba. Coral suspiro, odiaba que la hicieran perder su tiempo. Días como aquel odiaba su trabajo con toda el alma.
La bruma se transformó en llovizna. ¡Fantástico! Coral se sintió profundamente desgraciada. Se apartó un mechón de pelo de la húmeda mejilla. Cuando volviera, iba a parecer un pollo mojado.
— ¡Eh!
Una voz brusca atrajo su atención. Era su jefe, aunque era la primera vez que no veía en persona, porque en la oficina ni saludaba a nadie de sus empleados.
— Vaya, pensé que enviarían a un mensajero, espero no se moleste por todo esto.
— Espero que pueda pasar, aunque sé a qué me preste una toalla para secarme, debería ser eso lo primordial.
— Quien la mando a traerme esos documentos.
— Bueno, cuando tenga tiempo, pregúntele a la señora Clara, quien fue que me dijo que le trajera estos documento. —los saco de su bolso y se los dio a Ahmed.
— Está bien, pero pase que aquí está comenzando a llover.
Coral mientras entraba en el edificio, y al llegar a la entrada se percató que era un apartamento completo.
— Cuando haya acabado, de secarse, me dice para mandarla con el chofer a su casa.
¿Bromeaba? ¿Ella llegando a su trabajo con un chofer?
— Puedo llamar un taxi señor.
— No… Se va con el chofer, además sigue lloviendo y no vaya a hacer que agarre una pulmonía.
Cuando Coral miro el reloj, era mejor que ese chofer la llevara a su otro trabajo. Coral trabajaba en un club de elite donde los hombres iban a beber e ir a ver bailar a las chicas en palo dance, algo que a ella le gustaba hacer. Además, necesitaba pagar algunas deudas, si él le oficia una oportunidad para irse a su otro trabajo lo haría.
— Bueno, esta vez porque ando apurada, le acepto el viaje con el chofer, pero me puede llevar a donde yo quiera.
— Claro, además tengo que agradecerte por traer estos documentos que son importante.
— Bueno, tomé su toalla y ahora si señor me tengo que ir.
— Déjame llamar a Rashi para que la lleve a donde desee.
— Mil gracias, señor.
Mientras Ahmed llamaba a su chofer, Coral se quedó mirando todo a su alrededor. Vaya que el tipo era bien rico, decía ella para su adentro. En ese momento hablo en voz alta.
— Si tuviera dinero, se acabarían mis deudas.
— Decía algo señorita, además no me ha dicho su nombre.
— Vaya trabajo para su empresa, y soy una de sus secretarias y no sabe mi nombre, por Dios.
— Bueno, no presto atención a esas cosas.
— Bueno señor, mi nombre es Coral Williams, un placer.
En el momento que Coral le da la mano a Ahmed, algo eléctrico paso entre ellos dos. Coral sintió un escalofrío por su columna lumbar hasta llegar a la nuca de donde nacía si cabello. En eso ella lo suelta muy nerviosa y con los ojos muy abiertos por aquella sensación que le hizo pasar a ella.
— Te encuentras bien Coral, le ocurre algo.
— No… No…
En ese momento llego el chofer, para llevarla a donde ella quisiera, Rashi se le quedó mirando y Coral frunció el ceño. Como si aquel hombre supiera lo que ella estuviera haciendo. Entonces Ahmed le dice al chofer.
— La señorita se llama Coral, y como está lloviendo le ofrecí que la llevaría el chofer.
— Sí. Al… Ahmed.
Rashi sabía que Ahmed no le gustaba que le dijeran Alteza estando fuera de su país. Así que Ahmed miro a Rashi y luego dice.
— Bueno, la dejaré con mi chofer, yo voy arriba a ver estos documentos y de nuevo gracias Coral, y fue un placer conocerte.
— Igual señor.
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Editado: 25.03.2024