Desperté al día siguiente con el sonido del campamento ya lleno de actividad. El sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte, pero el bullicio de los militares preparándose para el día ya era inconfundible. Me levanté de mi cama, estirando los músculos aún adormecidos por la noche de sueño interrumpido. Miré a mi alrededor y vi a mi equipo médico empezando a despertarse también.
—Buenos días, chicos—dije, tratando de sonar más animada de lo que me sentía—. Vamos a desayunar y luego les explicaré lo que tenemos planeado para hoy.
Nos dirigimos al comedor, el mismo edificio central de piedra donde habíamos desayunado el día anterior. La atmósfera estaba llena de energía y determinación. Los militares iban y venían, algunos compartiendo bromas, otros discutiendo estrategias en voz baja. Nos servimos nuestras comidas: yo esta vez opté por algo de fruta, mientras que Seungmin, fiel a su estilo, volvió a llenar su plato con todo lo disponible. Félix esta vez desayunó algo más, echándose huevos.
Nos sentamos juntos en una de las largas mesas, y mientras comíamos, aproveché para explicarles la agenda del día.
—Hoy tendremos una reunión importante con el cuerpo militar —comencé, mirando a cada uno de mis compañeros para asegurarme de tener su atención—. El general nos dará un informe detallado sobre la situación actual en el campamento y en los alrededores.
—¿Alguna idea de qué tratará la reunión? —preguntó Seungmin entre bocados de comida.
—Información general. Como sabéis hay minas activas en el perímetro del campamento. Al parecer, son de la Segunda Guerra Mundial y representan un gran peligro. Aunque teóricamente todas las minas han sido detectadas, necesitan ser desactivadas lo antes posible para evitar cualquier accidente.
Félix dejó de comer y me miró preocupado.
—¿Y qué papel jugaremos nosotros en todo esto?
—Nuestro trabajo será estar preparados para cualquier emergencia médica que pueda surgir durante la desactivación de las minas. Aunque las áreas peligrosas están aseguradas, siempre existe el riesgo de un accidente —respondí, tratando de sonar lo más calmada posible—. Necesitamos estar listos para actuar en cualquier momento.
El equipo asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. Terminamos nuestro desayuno en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos. Poco después, nos dirigimos a la tienda de reuniones, donde nos esperaban el general y otros oficiales militares.
La tienda de reuniones estaba llena de mapas detallados y equipos de comunicación. El general, un hombre de aspecto severo pero con una mirada cálida y comprensiva, nos saludó cuando entramos.
—Buenos días a todos. Gracias por estar aquí —dijo el general—. Como ya sabrán, hemos detectado minas activas en el perímetro del campamento. Nuestro objetivo principal es desactivarlas de manera segura. La colaboración entre el equipo militar y el equipo médico será crucial en esta operación.
Chan, siempre el mediador, se encargó de explicar los detalles técnicos.
—Hemos identificado y marcado todas las áreas peligrosas. Sin embargo, todavía hay una pequeña posibilidad de encontrar minas no detectadas. Necesitamos que el equipo médico esté listo para intervenir en caso de cualquier incidente —dijo, dirigiéndose a nosotros.
Asentí, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre mis hombros.
—Entendido. Estaremos preparados para cualquier emergencia médica —respondí, con firmeza.
La reunión continuó con una explicación detallada de las áreas afectadas y los procedimientos de seguridad. Aprendimos sobre los tipos de minas que podríamos encontrar y las mejores prácticas para tratarlas, explicadas por el Capitán Seo. También discutimos los planes de evacuación y las rutas seguras en caso de emergencia.
Después de la reunión, regresamos a nuestra tienda para prepararnos. Sabíamos que los días siguientes serían críticos y que nuestra preparación y coordinación serían vitales.
—Bien, equipo, asegúrense de que todo nuestro equipo médico esté listo y en perfecto estado. Necesitamos ser eficientes y rápidos si algo llega a suceder —dije, mientras organizábamos nuestros suministros.
—Dana, ¿crees que realmente estamos preparados para algo así? —preguntó Félix, su voz llena de preocupación.
Seungmin, como siempre, intervino para aliviar la tensión.
—Si pudimos superar el día de "Sangre Rosa", podemos manejar esto también —dijo con una sonrisa.
—Claro, porque enfrentar minas y lidiar con sangre rosa es lo mismo —bromeó una de las enfermeras, provocando risas nerviosas en el equipo.
Nos dirigimos al área médica para organizar los suministros y preparar todo para las tareas del día. El sol ya estaba alto y el calor comenzaba a sentirse. Mientras distribuíamos el material médico, mis compañeros y yo intercambiábamos conversaciones ligeras.
—¿Alguien ha visto las jeringas? —pregunté mientras revisaba las cajas de suministros.
—Sí, están en la estantería de la izquierda, tercera balda —respondió Félix, levantando la vista de una caja de vendas.
—Perfecto. Vamos a organizarlas por tamaño para tenerlas a mano cuando las necesitemos —dije, dirigiéndome hacia la estantería.
Seungmin estaba revisando los equipos de diagnóstico y asegurándose de que todos los monitores estuvieran en buen estado.
—Los tensiómetros están todos funcionando correctamente —anunció—. Parece que estamos listos para cualquier cosa.
—Esperemos que no hayan muchas emergencias—comentó una de las enfermeras, mientras preparaba las bandejas con el material de sutura.
De repente, la puerta de la tienda médica se abrió de golpe y todos nos quedamos en shock al ver entrar a una mujer con una niña pequeña, de aproximadamente tres años. La mujer estaba visiblemente angustiada y la niña parecía enferma. No debería haber sido posible para ellas cruzar hasta aquí, ya que el campamento estaba reforzado con militares en cada entrada. Sin embargo, de alguna manera se las habían apañado.
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Editado: 08.08.2024