La noche en el campamento militar era fría y silenciosa, una calma inquietante que parecía envolver todo. Estaba patrullando los alrededores del pueblo, asegurándome de que todo estuviera en orden. Mis pasos resonaban en la tierra seca cuando, de repente, vi una figura familiar entre las sombras que chocó conmigo.
—¡Lo siento! - se apresuró a decir aquella voz ya reconocible.
— ¿Qué haces aquí tan tarde? —pregunté, acercándome a Kim. Noté que estaba visiblemente alterada, su rostro una mezcla de preocupación y desesperación.
— Mis compañeros, Félix y Seungmin salieron hace un rato, ¿por casualidad los has visto?— respondió con su voz temblando ligeramente.
Me detuve un momento, tratando de recordar quiénes eran esos nombres. Al pensar en el rubio de cabello largo recogido y el chico de pelo negro corto, supuse que serían los que ella mencionaba.
—No, por aquí no ha pasado nadie. Estoy haciendo patrulla, los hubiera visto — sentencié.
—¿Me ayudas a buscarlos, por favor? — preguntó rápidamente.
Observé su rostro, marcado por la desesperación, y una parte de mí se sintió culpable. Pero no pude resistir la tentación de molestarla un poco.
—¿No dijiste que la seguridad del cuerpo de militares era insuficiente? — sonreí ladinamente— No puedo ayudarte, porque mi vigilancia es insuficiente mejor vete a tu tienda, ahora volverán, no habrán ido muy lejos—añadí con una sonrisa irónica.
Su expresión de disgusto era casi cómica, y verla molesta mientras se dirigía de vuelta a las tiendas de campaña me dio un retorcido placer. Sin embargo, algo dentro de mí no se sentía bien. ¿Y si realmente había pasado algo?
Sacudí la cabeza, tratando de alejar esos pensamientos. Nadie había cruzado por allí. Probablemente estarían en el edificio principal, en el comedor o dando un paseo por el campamento. Seguí mi patrulla, pero la preocupación persistía.
Después de unos minutos, no pude seguir ignorando la creciente inquietud. Aquella chica irritante no me pediría ayuda si no fuera realmente importante, y aunque no nos lleváramos bien, algo me decía que debía tomar sus palabras en serio.
Tomé mi radio y llamé a uno de mis subordinados.
—Oye, necesito que vayas al comedor y verifiques si Félix y Seungmin están allí. —ordené con mi voz más seria de lo habitual.
Mientras esperaba la respuesta, continué mi patrulla, pero mis pensamientos seguían volviendo a Kim. Sabía que nuestra rivalidad era, en parte, un juego de egos, pero esta vez sentía que el tema era serio.
El nudo en mi estómago se apretó. Tal vez Kim tenía razón en estar preocupada. Pero todo se alivió en cuanto la vi de nuevo.
—¿Qué haces aquí? ¿No te dije que volvieras a tu tienda de campaña? —le dije con gracia.
Mis sospechas se confirmaron en cuanto vi su silueta detalladamente, esta vez estaba sucia, llena de tierra y con las manos heridas. Mi corazón dio un vuelco y me sentí la peor persona del lugar.
—Kim... ¿qué ha pasado? ¿Estás bien? —pregunté, cogiéndole del brazo con firmeza, completamente alarmado.
—Félix... y Seungmin....— habló a duras penas mientras intentaba coger aire—están...están en peligro.
—¿En peligro? ¿Qué ha sucedido?—respondí rápidamente notando como mi corazón se aceleraba.
— Están...están atrapados bajo un montón de...de rocas —dijo con las palabras saliendo atropelladamente —Ven...por...por favor, Changbin — aquella fue la primera vez que pronunció mi nombre, y eso me hizo angustiarme más, pues de no ser así, nunca habría dicho mi nombre, dejando atrás toda formalidad.
Ella echó a correr yo yo la seguí adelantándola. Cuando llegé a la valla, fui a abrir la verja con el código que solo tienen los militares, pero la vi alejarse un par de metros y deslizarme por debajo de la valla. Eso me dejó anonadado...osea que por ahí entraron la madre y la niña.
Ahora me sentí más estúpido por haberla culpado de aquello.
—¿Dónde están? - pregunté alarmado tras pasar también por debajo de la valla ya que era más rápido.
Ella solo señaló la dirección.
Inmediatamente tomé mi radio y empecé a dar órdenes.
—¡Todos los equipos disponibles, necesitamos asistencia inmediata cerca del pueblo! ¡Dos personas atrapadas bajo escombros! —ordené con voz autoritaria.
No perdimos tiempo. Kim y yo corrimos hacia el lugar donde estaban sus compañeros. No tardamos mucho en dar con ellos.
Me arrodillé junto a Seungmin, que estaba consciente pero visiblemente debilitado.
—Vamos a sacarte de aquí, amigo. Aguanta un poco más —dije con voz firme pero reconfortante.
Usando toda mi fuerza, pude sacar unas cuantas rocas más. Pesaban demasiado y juraria que las heridas de las manos de Kim son por levantar esas piedras. Me sorprende que haya podido quitar tantas ella sola. Por otra parte, pude ver como ella se arrodilló al lado del otro chico que estaba inconsciente quitándole el pelo de la cara con delicadeza, pero temblorosa y acariciándole.
—¿Puedes respirar? - le pregunté a Seungmin.
Este asintió debilitado.
Poco después apareció un par de coches militares con los soldados quienes se pusieron directamente a trabajar.
Las rocas fueron removidas, y finalmente logramos liberar a Seungmin y luego a Félix. Los médicos del equipo militar comenzaron a atenderlos de inmediato. Félix seguía inconsciente, pero su respiración era estable. Seungmin estaba más alerta, aunque muy débil.
Vi a Kim nerviosa mientras intentaba subir el cuerpo de Félix en la camilla. Me acerqué rápidamente y la aparté con suavidad, tomando su lugar. Con la ayuda de los otros médicos, agarramos a Félix de manera firme para mantener su cuerpo lo más estable posible. Luego subimos a Seungmin en otra camilla y le suministramos una máscara de oxígeno rápidamente.
Me subí en el mismo coche que ellos, observando cómo Kim empezaba a revisar minuciosamente el cuerpo de Félix en busca de huesos rotos. Sus manos temblaban, y aunque trataba de mantener la calma, era evidente que estaba afectada. Encontró una costilla rota y un brazo fracturado. Mientras tanto, dos de los médicos estaban haciendo lo mismo con Seungmin. Al estar consciente, Seungmin podía indicarles dónde sentía dolor, facilitando su tratamiento.
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Editado: 08.08.2024