Corazón de diamante

Marea de emociones

Alis no podía dejar de pensar en Dan. Cada posibilidad, cada consecuencia del beso se le anudaba en el pecho. Jamet, al notar su persistente expresión de angustia, alzó una ceja con cierta sospecha.

—Sabes... puede que tú también hayas sido afectada. —dijo, cruzándose de brazos. —Quizás eso que sientes no es amor. Podría ser solo una reacción química, una ilusión causada por ese mismo compuesto.

Alis lo miró confundida, sorprendida por la sugerencia.

—¿Una ilusión? —repitió con voz baja.

Jamet asintió.

—Tómate una nitrita. Si lo que sientes desaparece, sabremos que solo era el efecto. Así te liberas de esa preocupación absurda.

Texa lo miró con reprobación, pero Alis asintió lentamente, dispuesta a intentarlo si eso le daba claridad. Abrió el frasco, tomó una de las cápsulas azuladas y la ingirió con un leve suspiro.

Pasaron algunos minutos. Jamet la observaba en silencio, como esperando una transformación.

—¿Y bien? —preguntó.

Alis miró sus propias manos, luego al suelo. Cerró los ojos y se escuchó a sí misma.

—No... no siento ningún cambio. —abrió los ojos, y su voz era clara—. Lo que siento por Dan no desapareció. Sigo preocupada por él. Sigo... pensando en él.

Jamet frunció el ceño, esta vez sin sarcasmo.

—Eso es raro...

Texa sonrió suavemente.

—O tal vez no lo es. Tal vez eso demuestra que estás enamorada.

Alis no respondió, pero en su mirada había algo nuevo: preocupación

—Sea lo que sea, quiero ayudarlo.

Texa puso una mano en su hombro, mirándola confundida.

—¿ Por qué? Si él lo único que hizo fue lastimarte

— El es la principal causa de que tu mundo esté así. — Jamet agregó con disgusto a esas emociones que decía ternela Alis.

—Bueno, no lo sé.. yo simplemente lo quiero ¿Si? Y también lo odio por lo que me hizo.

En ese momento, la puerta se abrió con brusquedad. Zayet entró con una gran sonrisa en el rostro, interrumpiendo toda la conversación cargada de emociones.

—¡Encontré una manera para recuperar el corazón de diamante! —exclamó, entusiasmado.

Todos se giraron hacia él de inmediato, sorprendidos y expectantes. Alis aprovechó la distracción para deslizar silenciosamente una cápsula de nitrita en su bolsillo. Planeaba dársela a Dan en secreto, sin importar si él la odiaba o la rechazaba. Dejaría sus sentimientos para después. Lo que sí no podía negar… era que lo quería.

Texa notó el gesto en silencio. No dijo nada, pero su mirada fue comprensiva. Sabía que el corazón de Alis estaba dividido entre la culpa y el afecto.

Zayet los condujo hacia el cuarto secreto donde tenían acceso a una maqueta digital del instituto. Las luces mágicas flotaban y mostraban una representación exacta del lugar.

—Alis, este es nuestro plan. La entrada principal abre a las 8:30, ¿cierto?

—Sí, creo que a esa hora suena el timbre. —respondió, enfocada.

—Perfecto. Entonces, antes de eso, entrarás al baño y usarás tu magia para crear un clon. Ese clon asistirá a la clase en tu lugar, mientras tú te escabulles y camuflas tu presencia para ingresar al salón donde estará Carolina.

—¿Y después qué? —preguntó Leo, cruzado de brazos.

—Ahí entra la parte delicada —continuó Zayet—. Necesitamos que le quites el collar con el corazón de diamante, sin que lo note. Tal vez si tienes el poder de detener el tiempo…

—No puedo. —interrumpió Alis, con honestidad—. El corazón de diamante tiene su propio escudo. Ningún hechizo funciona a su alrededor, y tampoco puedo detener el tiempo.

El entusiasmo de Zayet se moderó, pero no se apagó.

—Entonces tendremos que ajustar el plan. Quizá haya una forma de neutralizar ese escudo… O encontrar una manera de quitarle el collar sin usar magia.

—¿Cómo? —preguntó Texa, pensativa.

—Quizá con contacto físico. Una distracción, algo emocional… lo que sea que haga que Carolina baje la guardia. —Zayet volvió la vista a Alis—. ¿Crees que puedas hacerlo?

Alis respiró hondo. A pesar del miedo, el caos y los sentimientos encontrados, asintió.

—Haré lo que tenga que hacer. Por mi hogar

Zayet golpeó suavemente la mesa de la maqueta digital, con esa chispa en los ojos que siempre aparecía cuando creía tener la solución a todo.

—Entonces, escuchen bien. —dijo, bajando un poco la voz—. No necesitamos que Alis se arriesgue tanto frente a Carolina. Hay otra forma…

Los demás lo miraron atentos.

—¿Otra forma? —repitió Texa, arqueando una ceja.

Zayet asintió con una media sonrisa.

—Carolina no suelta jamás ese collar, eso ya lo sabemos. Pero todos tienen un punto débil. Y el suyo… es la vanidad. Se cuida demasiado, teme que algo arruine su apariencia. Si logramos provocarle una pequeña reacción en la piel, nada grave, solo una irritación, se verá obligada a quitarse la prenda… incluyendo el collar.

Jamet chasqueó la lengua.
—¿Y cómo se supone que logres eso?

Zayet alzó un pequeño frasco vacío de cristal, agitándolo con aire misterioso.
—Con una pócima. Una mezcla especial que actúe como una alergia temporal. Algo que cause una leve comezón o enrojecimiento durante el almuerzo en el instituto. Nadie sospechará nada… y en la confusión, tendremos nuestra oportunidad.

Alis frunció el ceño, incómoda.
—¿No crees que es demasiado arriesgado? Podría hacerle daño de verdad.

—Tranquila —respondió él con calma—. No será nada peligroso, solo lo suficiente para que se desespere y se quite el collar. Además, si el plan no te convence, siempre podemos descartarlo. Es solo… una opción.

Texa lo observó con cierta duda, pero no lo contradijo. Jamet bufó, girando la mirada.
—Tus ideas siempre rozan lo insensato, Zayet.

Alis no dijo nada. Por dentro, algo le incomodaba en ese plan, aunque también entendía que necesitaban encontrar una estrategia.

Zayet se incorporó de un salto.
—No se preocupen, aún no he preparado nada. Lo pensaré mejor esta noche. —Sonrió de forma confiada—. Si funciona, será nuestra oportunidad. Si no… pues ya encontraremos otra forma.




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