Al llegar a casa me apresure a abrir la puerta y me despedí rápidamente de él, salude a mi tía y abuela y me escape a mi cuarto, desde la ventana podía aun ver como Erick iba caminando hacia su casa, su paso era animado y ágil, su oscura cabellera se alboroto cuando una corriente de aire lo golpeo, se detuvo y comenzó a tallarse el rostro, como si alguna pequeña basura se hubiera metido en sus ojos, reí un poco, pero pronto mi risa se apagó, en dos días (más o menos) tendría que darle otra respuesta.
Decidí que me preocuparía de eso al día siguiente.
El agua de la regadera estaba caliente, lo suficiente para relajarme, podía sentir como el agua golpeaba mi nuca y escurría por mi cuerpo y poco a poco sentí que mis músculos se relajaban. Por alguna razón las imágenes de mi sueño vinieron a mi mente, todo había sido tan vivido, tan real, en verdad había sentido dolor, angustia y miedo, los olores, los sonidos, más que un sueño parecía un recuerdo y eso de que no pudiera recordar que había ocurrido después no terminaba de entenderlo, simplemente no tenía sentido, por más que pensaba en alguna razón no la encontraba, podría haberme desmayado y esa era una posibilidad, pero entonces mi tía se hubiera alarmado al enterarse y ella decía que había llegado por mi cuenta a casa.
Cuando me fui a acostar aun me daba vueltas todo eso en la cabeza, había algo que sentía que no encajaba, algo que tenía que ver con esa laguna mental que tenía. Poco a poco el cansancio me fue venciendo…
Abrí los ojos y estaba sentada bajo un árbol, corría una brisa fresca, mi cabello caía a ambos lados de mi rostro hasta mi cintura y se me alborotaba ligeramente, frente a mi había una hermosa pradera y al fondo podía ver pequeñas flores de muchos colores, llevaba un vestido largo color amarillo claro con bordado en oro por todas partes, las mangas eran largas y con una pequeña vista color blanco, una cinta roja cruzaba por mi cintura, una fina tela blanca subía desde mi cintura hasta mi cuello en pequeños pliegues, me sentía como si fuera una princesa. A pesar del vestido me levante y comencé a caminar hacia las flores, algo en ellas me atraía, no fue hasta que estuve cerca que lo vi, había alguien sentado, viendo hacia el horizonte, sus dorados cabellos llegaban en ondas hasta sus hombros, tenía una camisa azul oscuro, unos pantalones café y una cinta ajustada a su cintura, en sus manos había una de las flores, una que tenía pétalos azules. Poco a poco me acerque a él, a pesar que no había visto su rostro algo en él se me hacía familiar, el volteo a verme y esbozo una radiante sonrisa, conocía ese rostro, esos ojos azules parecían derretirse e irradiar tanta calidez, por un momento me sentí tranquila, me sentí completa, como si todo lo que necesitara en todo el mundo estuviera ahí, con él. Me senté a su lado y por alguna razón no podía dejar de verlo, era la persona más bella que había visto, sus labios te invitaban a beber de ellos, su pecho tenia es aspecto de ser el mejor lugar para poder dormir plácidamente, sus manos parecían fuertes y al mismo tiempo podías ver cuán gentiles podían ser; sin dejar de verme me dio la pequeña flor en las manos, agache la mirada para verla mientras jugueteaba con ella y tocaba sus pétalos, sin preverlo su mano se posó sobre mi mejilla acunándola suavemente, volví mis ojos a los suyos quede cautivada por completo, solo bastaba una sola palabra…
Mi nombre en su boca parecía el fragmento de un poema…
Mis ojos se abrieron y lo único que podía ver ahora era el techo color arena de mi habitación, aún tenía el sueño adherido a mi conciencia, podía jurar que aun podía sentir la palma de su mano en mi mejilla, pero los ruidos en la cocina y en el pasillo me daban un duro golpe de realidad; dando un gran suspiro me levante y quede sentada sobre la cama, algo en la mesita de noche llamo mi atención, voltee y mis ojos se abrieron como platos: ahí estaba, una pequeña y delicada flor silvestre color azul.
Por un momento pensé que me estaba volviendo loca, con un poco de duda acerque mi mano a la flor, con la esperanza de que fuera una especie de visión o algo así, pero no lo era, era tan real como cualquier otra cosa que hubiera en mi habitación, la tome con mis dedos, el tallo era delgado y los pétalos eran pequeños con cierto toque de fragilidad. Escuche otro grito de mi tía, vi el reloj y apenas me quedaba tiempo para arreglarme e irme a la escuela, deje la flor sobre la mesita de noche y me fui corriendo a la ducha.
A mi primera hora apenas y entre a tiempo justo después del profesor, tome mi asiento y trate de concentrarme en las indicaciones que nos daban para el examen; a pesar de que sentía una mirada fija sobre mi espalda no quise voltear en ningún momento, sabía que Erick tenía los ojos clavados en mí; una vez que termine mi examen me levante y lo deje sobre la mesa del profesor y cuando me iba alcance a ver que Erick venía detrás de mí, “rayos” pensé, a los pocos pasos logro alcanzarme.
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Editado: 08.01.2019