—¿Qué pasó aquí? —Gala le preguntó al entrar en la enfermería, Tanya había olvidado que la enfermera también era cambiante y podía percibir el olor a sangre que ella, con sus sentidos humanos, no podía.
Dejando el anotador digital sobre una de las camillas, Tanya le miró.
—Ian se metió en una pelea en la escuela. Pero no fue nada grave, está en su habitación ahora.
—Oh, ese niño...
Gala se veía molesta en la enfermería, en realidad, todos parecían flotar en preocupación por el hijo del Alfa. Tanya no le veía tanto problema, los jóvenes eran así, tarde o temprano armarían líos y rabietas, era algo normal dentro de su desarrollo.
—¿Qué crees que le pase? —Preguntó.
Gala se cruzó de brazos.
—Tendrá un castigo, eso es seguro, y doble si lo suspenden de la escuela. ¿Llegó muy herido?
—No mucho, un par de cortes en el rostro, rasguños en brazos y pecho, algunos golpes, y creo que intentaron ahorcarlo.
Gala frunció el ceño con desagrado, luego toda su espalda fue movida por un breve escalofrío.
—Detesto cuando se lastiman de esa forma, como si no supieran que las palabras tienen mayor peso que los puños.
En eso estaba de acuerdo.
—Pero lo importante es que estará bien —afirmó, tratando de calmar un poco el ambiente—. Solo debemos acompañarlo en esta etapa.
Gala sonrió a medias.
—Sí, la transición de adolescente a adulto le tiene alterado, sobre todo porque su melena no le crece.
Ahora comprendía un poco a Ian, la melena tenía mucho significado para los leones, especialmente los hombres. Les atribuía fuerza y madurez, ante todos se demostraban como adultos capaces. Pero también tenía otras dudas respecto a él y a su pequeña hermana, Naiara, en lo que llevaba de tiempo, solo había visto al padre.
—¿Puedo preguntarte algo?
Gala se mantuvo revisando su anotador digital.
—Adelante.
—¿Dónde está la madre de ellos dos?
La enfermera alzó la mirada.
—Em..., bueno..., nadie lo sabe. La vida anterior de Patrick es un secreto que solo conocen él y sus hijos, hasta ahora nadie ha podido averiguar nada y la mayoría prefiere dejar de preguntar.
—Oh, vaya...
—Sí, no aconsejo hurgar en ese punto.
Tanya se ruborizó.
—No estoy planeando entrevistar al león sobre su vida privada, solo era una duda.
—Sí, por supuesto.
Incómoda, Tanya buscó el reloj GPS digital que la enfermera le regaló la primera noche que pasó en Gold Pride.
—Iré a dar un paseo.
—¿Quieres que alguien te acompañe? —Sugirió.
—Oh, no, ya aprendí a usar esta cosa..
Al bajar a la sala común, saludó con la mano a un trío de leonas que le sonrieron amablemente. La coalición gozaba de buenos lazos hasta ahora, y ninguno demostró alguna falta de respeto hacia ella. Se sentía cómoda en Gold Pride, y la paga era buena, aunque dejaría de recibir sueldo si se unía a la coalición, cosa que no veía posible a largo plazo, porque... Patrick seguía siendo esquivo con ella, sin embargo, y aunque estuviera entusiasmada por poder pertenecer a este mundo, Tanya sabía muy bien que debía dejar las cosas fluir a su ritmo.
El gusto por estar al aire libre lo había aprendido de sus dos hermanos menores, ambos inquietos y enérgicos pumas que vivían en el pequeño condado de Bluecreek, su madre los había adoptado cuando Tanya cumplió once años, y les llevaba cinco y siete de diferencia, sin embargo tanto Tucker como Tavish ahora parecían más grandes que ella.
Sonrió al recordarlos, nunca desaprovechaban la oportunidad de recordarle que querían convertirse en tíos, bien, eso no sucedería pronto.
El canto melodioso de las aves se mezcló con los rayos de luz que atravesaban el espeso dosel de los árboles, esto era en definitiva, lo que todos los cambiantes apreciaban, naturaleza pura, o lo que queda de ella. Moviendo su índice por la pequeña pantalla del reloj GPS, Tanya buscó la ruta hacia la laguna sur, quería verla desde que llegó. Le encantaban los espejos de agua. A un ritmo ajustado para hacer ejercicio, trató de memorizar las cosas importantes del lugar, los puntos de referencia y cualquier otra cosa que sirviera para guiarle sin necesidad de requerir al aparato. Esto contaba como un entrenamiento de campo, reconocer cada parte del territorio era importante por si ocurrían incursiones o ataques en el exterior, o si cualquier accidente pudiera suceder en los bosques, ante cualquier situación ella y Gala debían acudir de inmediato. Pero si la enfermera no se encontraba —en un caso extremo—, Tanya debía accionar por su cuenta, y no quería depender de nada.
De pronto, algo le llamó la atención antes de que alcanzara la laguna, había en la base de un gran pino, una muda completa de ropa ordenada con mucha precisión. A simple vista, parecía que uno de los leones andaba merodeando transformado, pero cuando se acercó, reconoció la camisa a cuadros color azul que Patrick estaba usando cuando irrumpió en la enfermería con su hijo.
Algo hizo acelerar su corazón... Adrenalina... Tanya sentía curiosidad por saber qué tan grande y poderoso podía ser el león Alfa, pero quién sabe dónde estaría rondando, ella no tenía las habilidades para rastrear ni los sentidos que le guiaran hacia él. Desistió en esa tonta idea, y retomó la misión principal de llegar a la laguna. Se detuvo cuando escuchó un sonido animal, cubriendo su cuerpo con un árbol, Tanya se acercó, se inclinó para averiguar de qué se trataba... Regresó a la seguridad de la cubierta cuando lo vio, era grande y fuerte, de melena dorada con las puntas negras, el león estaba atento al paisaje, sentado a la orilla del agua. No estaba segura si era Patrick, pero tampoco iba a arriesgarse a averiguarlo, podía enfadarse y creer que lo estaba siguiendo. Emprendió la retirada, pero en su apuro, pisó una ramita.
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Editado: 16.06.2020