Tanya colgó la llamada sintiendo un sabor amargo en la boca, una sensación de vacío se arremolinaba dentro de su pecho. En el balcón secundario, ella observó el cielo gris del atardecer, algunas bandadas de aves lo cruzaron de un punto a otro, perdiéndose a la distancia.
Era hermoso sin duda, pero seguía haciéndole falta, algo, alguien.
—¿Estás bien?
Tanya apretó el aparato en su mano cuando la voz preocupada de Trent acompañó el sonido deslizante de los ventanales de la enfermería. No se atrevió a mirarlo a los ojos porque tal vez, si lo hacía, podía soltar las lágrimas de impotencia que guardaba para la noche, los momentos oscuros donde se escabullía de la casa matriz para vagar por los alrededores y pensar en una forma de sacar a un león de la cárcel.
La tarea era inútil, pero le daba algo que hacer en los momentos donde el sueño no quería llegar a ella.
—Anthony llamó.
El jaguar que la conocía por más de dos décadas, caminó en silencio hasta detenerse en el barandal del balcón. Para sorpresa suya, Trent estaba manteniendo un historial impecable en las setenta y dos horas que llevaba dentro de la coalición. Excepto por algunas visitas nocturnas a un par de leonas...
Ese asunto no era de su incumbencia, ella solo esperaba que no provocara problemas de dormitorio.
—¿Tiene algo?
Dejando apoyados los antebrazos sobre el borde, Trent se inclinó para ver hacia abajo. Un jaguar era un felino terrestre, pero sabía apreciar las alturas.
—Ya tiene los resultados de ADN que identifican la sangre en el suéter de Patrick.
Trent empujó sus anteojos antes de que cayeran.
—¿Y?
El pecho de Tanya se apretó. Sus labios temblaron.
—Es de Arwen.
—Mierda —masculló en tono bajo.
Tanya no podía ver la conexión entre una cosa y otra, pero esos resultados marcaban a Patrick como el principal sospechoso pese a su declaración, la que ella confirmó cuando el detective que llevaba a cabo la investigación llegó dos días después de que se lo llevaran. Una orden de allanamiento tuvo a un montón de oficiales revisando sus cosas, buscando vaya a saber qué, Tanya luchó por mantener a los gatos en orden para evitar confrontaciones.
Lo menos que necesitaba la coalición era más miembros tras las rejas.
—Solo le han dado permiso de visitas, no más de tres personas por día. —Echó un suspiro frustrado al aire—. Todavía no entiendo cómo es que algunas gotas de sangre pueden verse en un suéter rojo.
Trent rió por lo bajo, Tanya volteó hacia él estrechando su mirada llena de frustración, no era momento para bromas ni juegos. Cuando el jaguar se tocó la nariz, ella comprendió un dato absurdo.
—La policía cambiante, querida hermana, tiene mejores sentidos.
A veces olvidaba frente a quienes estaba.
—Y por un par de gotas no pueden liberarlo.
—Es obvio Tanya —Trent ubicó su mirada en el horizonte, más allá de la línea de árboles que daba inicio al bosque—. Alguien trata de incriminarlo.
Esa opción había rondado su mente la noche anterior...
—¿Quien?
—Eso es lo que tu abogado debe investigar. No es que yo sea detective, pero matar al vocero de la comunidad cambiante en un pequeño pueblo va más allá de un crimen violento.
—¿Un ataque fanático a la comunidad?
Eso no tenía mucho sentido, humanos y cambiantes vivían en armonía en Willow County desde hace varias décadas...
—No tengo idea. —Trent sacudió la cabeza, y luego se llevó una mano al cabello para despejar sus anteojos de algunas hebras castañas que se metieron por ahí—. Es lo máximo que mi razonamiento puede llegar.
—Y aun así... —Tanya golpeó el puño contra el borde, luego se obligó a enfriar sus pensamientos—. Esto es inútil.
—Hey... —El jaguar se acercó para abrazarla, ella fue, dejó descansar su mejilla sobre el fuerte pecho de su hermano, Trent rodeó su espalda y hombros, una mano fue a los rizos sueltos—. No te des por vencida, no ahora, no puedo decirte que se solucionará porque realmente..., las cosas alrededor de Patrick no se ven muy bien. Pero su gente te necesita.
Dejando las manos en los hombros de Trent, Tanya se permitió a sí misma cerrar los ojos y dejar que los latidos del animal calmaran la turbulencia en su corazón.
—¿Tanya? —El momento duró poco, ella abrió su mirada a Gala en la entrada de la habitación de enfermería—. Nolan te está buscando.
Separándose de la protectora calidez de Trent, se despidió con un gesto en silencio, obligándose a recobrar la compostura que había perdido cuando Anthony le dio las noticias. Tres días sin la vigilancia del Alfa, mellaban la confianza y el orden de los felinos, la preocupación era moneda corriente y ella ya había desbaratado varios “planes de rescate” de mano de los leones.
—La fuerza bruta no nos sirve en este momento —ella les había dicho con ese tono que Alexander llamaba “tono de doctora” que según él los persuadía a obedecer—. ¿Quieren terminar entre rejas? No podemos permitir perder a otro miembro más.
A veces, algunos comentaban que ella tenía rasgos similares en su comportamiento, comparables a un cambiante fuerte. Otros ya le llamaban la pequeña humana Alfa, mientras que Tanya solo quería que Patrick regresara para poner todo bajo control...
—Voy...
Dándole una pequeña sonrisa a Gala, cruzó la habitación hacia la enfermería, vacía y en orden, como a ella le gustaba. Saliendo hacia el pasillo, encontró al tigre reclinando un hombro contra la pared, esa expresión de ojos ligeramente estrechados, daba cuenta del peligro y la alerta que cualquiera debería sentir si se ponía en su camino.
El tigre estaba enojado, Tanya lo veía rondar cerca, en el color de sus ojos, el salvaje animal marcado en la mezcla de verde que se unía a un amarillo pálido hacia las pupilas oscuras.
—¿Qué ocurre?
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Editado: 16.06.2020