Corazón de León [serie Gold Pride 1]

Capítulo 42

 


—¿Cómo está Eyra?

—Tranquilo, ella estará bien. La envié a su habitación, tiene reposo por cuarenta y ocho horas.

Gala se notaba cansada mientras le daba la última información sobre el estado de salud de Eyra, una de las Cazadoras más jóvenes de la coalición que había sufrido un desmayo la noche anterior.

—¿Sabes a que se debe su desmayo?

—Fatiga, mareos, náuseas... —Gala suspiró—. Tanya le hizo una prueba, dio positivo.

Por dentro su león movió la cola.

—¿Eyra está embarazada?

La enfermera asintió, pero no se veía tan contenta como debería. Patrick sabía que velar por el estado de seis cachorros nacidos no era fácil, aun cuando se dividía los turnos entre ella, Tanya y Trent, pero con todo el peso sobre sus hombros, la noticia haría feliz a más de uno.

—¿Qué sucede, Gall?

Gala le dio un empujón para que se bajara de la camilla.

—Eyra no está vinculada, sin embargo su período fértil se activó hace cinco semanas.

—Eso es muy raro.

—No si tomas drogas.

Patrick estrechó la mirada hacia ella. Nunca deseó tanto poder encontrar su otra mitad, pero la bestia de Gala era inalcanzable, vivía oculta en lo profundo de su corazón solitario.

—¿Qué quieres decir con eso?

—El bebé es de Nolan —soltó, casi de manera inconsciente curvó sus manos en puños, pero los relajó de inmediato—. Ella le dijo a Tanya que mantenía una relación informal con él, y que solían tomar estimulantes.

Patrick cerró los ojos, y bajó un poco la cabeza. Podía esperar cualquier cosa del tigre, pero esa imprudencia le costaba el bienestar de un cachorro, no podía meterse en la vida privada de los demás, al menos, no en ese aspecto, cada uno era libre de vivir a su manera, pero viendo que Nolan tenía inteligencia, ¿como pudo darle estimulantes a Eyra sabiendo que el principal efecto secundario era la activación del periodo fértil?

—Qué imbécil.

—Tal vez..., cuando lo tomaron él no tenía esos planes, tal vez esperaba tener un hijo.

Patrick levantó la mirada, no, Gala no podía ser así de ingenua. 

—¿De manera forzada, con drogas?

—O no sabía sobre los efectos secundarios.

—Nolan no era un tonto, Gala. Lo venía planeando con anticipación, era un planificador por merito propio.

Viendo su irritación crecer, la mujer cubrió un lado de su rostro con una mano, haciendo que levantara su mirada.

—Ese bebé no tiene la culpa de lo que hizo su padre, tampoco Eyra. Ahora hay que apoyarla y seguir adelante.

Patrick soltó el aire y permitió que el enojo se alejara de él, la presión en su pecho disminuyó, pero aquella que oprimía su cerebro persistió como siempre. El tic tac de su cabeza no detendría su marcha.

—Tienes razón Gall. —Bajó los brazos, extendiéndolos un poco, y la mujer frente a él aceptó la invitación silenciosa. Que Gala recibiera su contacto, aún cuando era cuidadosa con su propio espacio, le destrozaba, porque Patrick sabía que se debía a su abstinencia—. Necesitas transformarte —murmuró, sus labios contra su cabello cobrizo.

—Lo hice la semana pasada.

Una sola vez en siete días... Los demás no pasaban de veinticuatro horas entre un cambio y otro.

—¿Cuando nos dejarás verte?

Gala suspiró.

—Tomé el secreto cuando me aceptaron, y lo seguiré usando.

Patrick cerró los ojos, el león estaba molesto porque Gala se estaba haciendo daño a sí misma al pasar largos periodos de tiempo sin transformarse, pero ella era una mujer adulta, sabía las consecuencias de sus decisiones. No podía hacer nada, solo proporcionarle el contacto necesario para su estabilidad.

—¿Has comido bien? —Gala preguntó—. Las nuevas madres deben estar tomando mucho de ti.

—Alex me puso en una dieta estricta de carbohidratos, estaré bien.

—Ah, genial. Recordé que debo revisar sus vendajes.

Fue una excelente idea de los otros dos médicos que Gala de hiciera cargo de las revisiones y cuidados del cocinero, quizás con el tiempo juntos podrían resolver su tira y afloja interminable.

—¿No necesitas nada más? —Gala preguntó al apartarse para ir a buscar su bolso medico.

—No.

Cuando ambos salieron de la enfermería, se separaron en el pasillo, Patrick fue hacia el balcón principal para tomar un poco del aire fresco de la tarde, el cielo estaba nublado, tonos blancos y grises variaban de un punto a otro, aunque el león quería el toque del sol, esto era tolerable. Se volvería mejor si cierta mujer aparecía por detrás para sorprenderlo, entonces él fingiría hacerlo solo para ver esa distintiva alegría que despertaba el brillo en sus ojos verdes.

Pero no había visto a Tanya desde la noche anterior, y no fue ella quien se acercó desde atrás, conoció de inmediato la presencia de poder silencioso en esos pasos, Marshall se detuvo junto a él, un poco separado, su mirada al dosel de árboles más allá, una extensión de naturaleza viva.

—¿Todo en orden?

Ahora que Nolan ya no estaba, los tres hermanos restantes se negaron a coordinar las tareas que debían hacer los demás, pasaron dos semanas y continuaban evadiéndolo cada vez que podían, procesando la pérdida y los aberrantes hechos por su cuenta, Byron se enfocó en sus hijos, mientras que Alice se iba al pueblo por días enteros y Ava era una furia con dientes filosos. Sin su brazo coordinador, Marshall tomó la responsabilidad sin que hubiera necesidad de pedirlo.

El león solo estaba ahí, para todos.

—Con cada día que pasa nos convertimos en extraños —comentó, su voz baja—. Pero, supongo que es de esperar que se comporten así.

—Necesitamos tiempo.

Las heridas no sanaban de un día para el otro, y apenas transcurrieron dos semanas.

—Sí..., pero a veces pienso si hice lo correcto al delatarlo, también era mi amigo.

Marshall se sostuvo del borde de la barandilla del balcón hecha de piedra caliza tallada, sus nudillos se volvieron blancos por la fuerza, Patrick podía ver su desesperación, la decepción en sus ojos de avellana.




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