Corazón Delirante

1 de febrero, 2018

Nunca me ha gustado hablar con las personas. Trato de evitar el contacto con la gente que no conozco lo más posible, especialmente si estoy sola. No me importa mantener una conversación con dos o tres personas, de hecho lo encuentro bastante agradable, pero al momento de tener que tener que compartir con más de cinco al mismo tiempo es cuando salgo de mi zona de confort. Por eso, cuando nos juntamos los 9, para mí es algo caótico.

Si fuera por mí, no saldría de mi casa, pero soy fácil de persuadir. Mis amigos suelen convencerme de bajar a la playa hasta en los días más helados con tal de verlos. A veces me pregunto como sería mi vida si no los hubiese conocido... Les puedo asegurar que no me metería en tantos problemas y estaría mil veces más tranquila, pero agradezco que no sea así.

Ellos son los que le dan el toque aventurero a mi forma de ser, al igual que son la fuente principal de mi felicidad. A May la conozco desde que tengo memoria. Los demás se han ido sumando en el camino, pero siguen siendo importantes. No tanto como ella, claro. Nadie jamás será tan importante como ella.

Me propuse ordenar mi librero hoy, y así lo hice, encontrando muchos cuadernos llenos de cartas y poesía. Tomé una pila de hojas sueltas y las puse sobre mi escritorio. Me senté en el pie de la cama y desdoblé la primera manuscrita. Estaba arrugada, tanto así que tuve que alisarla para leerla completa. En la esquina izquierda decía "28 de julio, 2017". Sin siquiera tener que leer el resto del pie de página, supe a quien estaba destinada.

"Lis, contrólate."

Sentía como los latidos de mi corazón se aceleraban. Respiré lentamente, calmando un poco el fuego que se había encendido en mi interior. Me costó abrirlo, sabía lo que se me vendría encima. A excepción del verano, el año pasado fue tortuoso. En clases, solía mantenerme lo más concentrada en algún libro que pudiera, haciendo que me llamaran la atención repetidas veces por día como consecuencia, pero eso era lo que menos me importaba.

Todo recae en dos personas, principalmente: una malcriada y un frívolo. Everett y Perla. Un supuesto posible amor y una supuesta eterna amiga. Podría pasar horas hablando de cada uno, pero al fin y al cabo sería una charla inútil. A medida que la historia avance se darán cuenta de la clase de personas que son. Es estúpido, pero soy yo la que va a tenderse a sus pies a pedir perdón cada vez que me hacen falta.

Sacudí la cabeza suavemente para sacar eso de mi mente y volver a lo que estaba haciendo. Seguí con la lectura de la carta, recordando exactamente cómo, cuándo y por qué la había escrito. Fue inútil tratar de aguantar el llanto.

Cuando leí su nombre en el extremo del papel, no pude dejar de hacerlo, como si no entendiera mi propia letra. Sentí como, delicadamente, mi alma volvió en el tiempo al momento en el que se acabo todo. Y fue todo tan rápido... Solo quedaba olvidarme de todo y pasar la página.

Me apresuré en buscar mis audífonos en el desorden que tenía bajo la repisa. Un enredo de cables, cordones y cintas descansaba sobre el escritorio. Con velocidad y algo de torpeza, logre sacar los audífonos blancos que suelo usar para escuchar música en la noche. Una canción de Aerosmith empezó a sonar a penas me los puse, llenando mi corazón de calidez y euforia.

Aprovechando el shock de coraje que la música emitía, tomé nuevamente la carta arrugada sobre la sábana y con calma, la leí una última vez antes de guardarla por un largo tiempo. Probablemente, por el resto de mi vida.

28 de julio, 2017

Falacias de un amor pasado

He escrito mil relatos en un día. No conozco el sueño ni el descanso, pero no los necesito. He cantado mil canciones en una noche. No se que es la vergüenza ni el miedo, tampoco creo en ellos. He conocido a mil almas que han caído de un mismo cielo. No me gusta verlos llorar por su caída, entonces yo derramo lágrimas por ellos.

Todos los días sin falta, tomo un lápiz y dejo que mi corazón se apodere de mis pensamientos. Me inmerso en un universo alterno que muy pocos han podido visitar. Este lugar es riesgoso, tienes que caminar cuidadosamente al entrar en él. Puede volverse tu hogar o tu tumba. Llevas un poder infinito sobre tus hombros, y muchos tratarán de arrancártelo.

Éste lleva amarras de hierro y titanio, por lo que la única forma de perderlo es soltándolo. He concebido este poder en pequeñas cajas de cristal a las que solo yo puedo acceder, pero varios las han tenido en sus manos, sin poder entender las palabras que descansan dentro de ellas. 

Si les soy franca, son simples pedazos de vidrio con garabatos hechos de tinta escritos sobre hojas de papel. Todas las cajas lo son, a excepción de una, que es la que tienen en sus manos. Cualquier persona es capaz de escribir un cuento, pero solo unas cuantas son capaces de escribir una historia.

Como cualquier otro relato, una historia tiene un principio y un final. Lo que la diferencia de otros cuentos, es que no hay un antes ni un después. Fue, es y será lo que se lee en ella. Lo que ya fue escrito es irreversible.

Las historias son hijas del tiempo, siendo imposible volver atrás si ya se ha pasado la página. Ir en reversa y hacer un borrón es inútil. Manchará la hoja y arruinará el final en parte, o incluso por completo. Generalmente se lleva a cabo una larga batalla a palos y piedras, llegando a un horrible final que conlleva el dolor de un disparo al corazón.



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En el texto hay: mentiras, amor, amistad

Editado: 31.12.2019

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