—De verdad, Lucien, perdóname —repitió Danika al sentarse frente al gran escritorio que adornaba la oficina del joven empresario.
—Mejor hablemos por lo que estás aquí. —Estas palabras hicieron que ella se acomodara mejor y ocultara su emoción—. Pensé muy bien tu propuesta de prestarme tu vientre para poder cumplir la petición de mi padre y la acepto, pero tengo condiciones.
—No importa, lo que pidas lo aceptaré —dijo rápidamente.
—Lo primero es que debes hacerte varios exámenes médicos, que muestren que estás en perfectas condiciones para un embarazo y así la inseminación sea exitosa. —Danika asentía a todo lo que Lucien le comunicaba—. Si esos resultados son positivos, serás la persona que dé a luz a mi heredero.
—Me haré todo lo que pidas sin problemas, todo por ayudar a mi mejor amigo —sonrió con fingida amabilidad.
—También firmarás un contrato. —Ella abrió los ojos con sorpresa—. Este será emitido cuando me entregues los resultados de tus exámenes y muestres que estás en perfecta salud. —Danika se mostraba paciente, pero en su interior estaba nerviosa, no creía que él fuera a hacer un contrato sobre eso—. Lo primero que figurará es el importe que recibirás por hacer esto.
La joven iba a replicar para hacerse la digna, pero Lucien la interrumpió:
»Déjame terminar. Desde ahora, todos los gastos serán cubiertos por mí. Recibirás una buena cantidad de dinero cuando salga positivo el embarazo y otra después del parto. —Él estaba tratando el asunto como si estuviera adquiriendo un nuevo negocio, en sus palabras no había ni un ápice de empatía—. Lo segundo es que, inmediatamente después de que nazca el niño o niña, no tendrás derechos sobre él.
La cara de Danika fue cambiando, se estaba poniendo pálida.
—Pero Lucien, un niño tiene que estar con su madre, creí que compartiríamos su crianza. —No pudo esconder su desesperación.
—Yo necesito únicamente a un heredero, el cual solo tendrá a su padre y a su abuela, si no estás de acuerdo con los términos, busco un vientre de alquiler.
Ella sabía que, si replicaba, iba a perder.
—Entiendo. —Tomó aire, no podía perder la oportunidad de estar con él, en esos nueve meses podrían ocurrir muchas cosas—. Quiero ayudarte en esto, no debes buscar a nadie más, cuenta conmigo.
—¿Estás segura? —preguntó Lucien con desconfianza—. No quiero que después te arrepientas de la decisión.
—Cuando te dije que quería ayudarte en la petición de tu padre, lo hice de corazón y por ello no me importan todas estas condiciones, igual lo haré —dijo mostrando una sonrisa, haciendo ver que su arrebato anterior no tenía importancia.
—Bien. —Le entregó una tarjeta de crédito—. Con ella podrás costear todos los análisis pertinentes, quiero que vayas a la mejor clínica de la ciudad, y cuando tengas los resultados me avisas y concertamos una cita. No vengas sin llamarme primero.
—Gracias por aceptar que sea yo quien te ayude.
—No me agradezcas, hablamos cuando tengas los resultados. —Prácticamente, la despidió y siguió en lo suyo, ignorándola completamente.
Danika se levantó de la silla y se dirigió hacia la puerta, quería decir algo más, pero no se atrevió, casi arruinó todo cuando dio su opinión. Sin embargo, ella estaba segura de que en esos meses conseguiría que él se enamorara de ella.
Pasó delante de la secretaria con la cabeza en alto, haciendo ver que todos estaban por debajo de ella, sintiéndose la señora del dueño de la empresa, y con esa expresión altiva llegó hasta la puerta de entrada, donde pidió con petulancia que le buscaran su auto.
Subió en él sin ni siquiera dar las gracias.
Condujo lo más rápido que pudo para llegar a su hogar, tenía que agendar cita con su médico, era el mejor de la ciudad y tenía el consultorio en la clínica más cara, así que el pedido de Lucien estaba cubierto.
Estacionó el auto en la entrada y al ver que su padre ya estaba en casa, cayó en cuenta de que estuvo esperando por esa llamada, la cual se convirtió en un escueto mensaje, prácticamente todo el día.
Mientras caminaba hacia la primera sala, llamó a su médico, concertando una cita para el día siguiente, a primera hora de la mañana, y al cortar se encontró con Lya, que iba caminando con un sándwich en la mano.
—¡Mira aquí a la futura señora Fornax! —exclamó con orgullo a su hermana, repitiéndoselo para que se haga a la idea.
—Supongo que, felicidades de nuevo —contestó Lya sin darle mucha importancia y siguió su camino.
Danika no se sentía en plan de discutir con su hermana, así que dejó de lado ese comentario y prefirió ir a buscar a su padre para darle las buenas noticias.
Se encaminó a su oficina corriendo como una niña, pero cuando fue a tomar el pomo de la puerta para entrar, escuchó unos ruidos provenientes de ella, unos que conocía perfectamente, ya que no era la primera vez que los escuchaba. No iba a entrar para traumatizarse con lo que pasaba allí, pero se sorprendió mucho más cuando vio a su mamá caminar hacia la oficina, así que como siempre hacía, decidió cubrir a su padre y fue hacia ella.