Corazón desfigurado

CAPÍTULO 8

Lya llegó a casa exhausta, había tenido el turno de la noche, pero no tenía tiempo para descansar. Debía acudir a la universidad para la conferencia sobre la Tetralogía de Fallot, un tema demasiado interesante para ella perdérselo.

Se desmontó de su vehículo cuando su hermana Danika salió de la mansión sin mirar a nadie, y la joven doctora no se molestó en saludar, sabiendo que cuando ella estaba con esa actitud no le hacía caso.

Nunca habían sido cercanas, pero Lya siempre trataba de llevarse bien con ella, intentaba conversaciones, las cuales terminaban en su hermana recordándole los errores que tenía y los diferentes que eran, tanto en lo físico como en el trato de sus padres.

Lya dejó de pensar en su hermana y se dirigió apresuradamente a su habitación para darse un rápido, pero merecido baño. Se colocó un jean y una camisa verde de mangas de tres cuartos, sus cómodos converse, no se maquilló y dejó su pelirrojo y largo cabello suelto.

No era necesario ir de manera formal a la charla, y eso ella lo agradecía, ya que le encantaba andar cómoda, y solo en situaciones especiales se colocaba vestidos y esas cosas.

Fue a la cocina para buscar algo de comer, le daba tiempo y estaba famélica. Se sirvió cereal de chocolate, su preferido, con leche, y lo acompañó con un vaso de jugo de naranja.

Cuando le faltaba poco para terminar, Daniela, su madre, entró en el lugar y la miró con desaprobación por estar comiendo solo eso después de su guardia nocturna.

—¿Ya te vas, Lya? —preguntó con un tono que denotaba preocupación—. Pero, si llegaste hace poco y no has dormido.

—Sí, mamá, hay una conferencia en la universidad, a la que debo asistir.

—¿Con esa ropa? —La miró de arriba abajo, pues a ella le gustaba que sus hijas vistieran de forma elegante.

—Se puede ir con vestimenta informal, con eso no hay problema —respondió llevando el plato y el vaso al fregadero. Ella los lavaría, pero sabía que a su madre no le agradaría eso.

—En ese caso, cuídate y espero verte temprano en casa para que descanses.

—Está bien, mamá. —Se acercó a darle un beso en la mejilla—. Me voy.

Lya abandonó su hogar rumbo a su vehículo para dirigirse a la conferencia, ya tenía el tiempo medido para llegar, pero el tránsito estuvo a su favor y arribó unos minutos antes de que empezara.

—Hola, Lya… —saludó una voz a espaldas de la joven, la cual ella reconocería en cualquier lugar—. Qué agradable es volver a encontrarme contigo en tan poco tiempo.

—Hola, Erick —respondió mientras volteaba hacia él, ellos estaban parados en la entrada del auditorio en donde se celebraría la charla—. ¿Qué te trae por aquí? —añadió, no queriendo mostrar los nervios que le causaba estar cerca de él.

—Vine a escuchar la ponencia, este tema me interesa mucho. —Terminó de acercarse a ella—. ¿Nos sentamos juntos? 

—Si… Claro —respondió tímida.

Caminaron uno al lado del otro hasta encontrar asiento; tuvieron que ubicarse casi al final, ya que el salón estaba casi lleno a pesar de que no había comenzado la conferencia.

—Lya… —Erick quería entablar conversación con ella, pero el primer ponente interrumpió comenzando la disertación y tuvo que hacer silencio, además de que la joven no le estaba prestando atención, al menos era lo que él pensaba.

—Un sabio médico dijo: la mejor medicina es el amor y el cuidado, ¿y si no funciona? —El expositor sonrió—. Subamos la dosis. —Todos sonrieron—. Asimismo, es con el corazón; por lo tanto, comencemos esta charla sobre la Tetralogía de Fallot, una afección poco habitual que se produce por una combinación de cuatro defectos cardíacos presentes al momento del nacimiento…

El buen expositor hizo ameno los noventa minutos que duró la charla, haciéndolos reír y, al mismo tiempo, aprender sobre este tipo de defecto cardíaco. Al compartir carrera, los jóvenes se sentían cómodos juntos, opinaban entre sí, y salieron de allí hablando de forma animada sobre lo expuesto.

—Muchas madres creen que cuando el niño nace con un color azulado es debido a que duró mucho tiempo para salir, sin saber que puede ser una anomalía cardíaca —comentó Lya con entusiasmo.

—Eso es cierto —concordó Erick y luego decidió arriesgarse un poco—. ¿Quieres ir conmigo a comer y dar una vuelta? 

—Te acepto una cena —dijo Lya sorprendiéndose a sí misma por su osadía—. Perdón, todavía tengo que atender unos asuntos aquí y…

—No te preocupes. —Erick le regaló una hermosa sonrisa, que la hizo recordar cuando estaban juntos y Lya sentía que esa solo se la dedicaba a ella—. Me encantaría cenar contigo.

—Pues… nos vemos.

Y justo antes de que Lya se “escapara”, el joven doctor le dio un dulce beso en la mejilla de despedida, dejando a la chica con el corazón acelerado y la cara roja.

Tardó unos largos segundos en prácticamente despertar de lo que su antiguo amor le había causado. «¿Será que está intentando conquistarme?», pensó la joven, pero lo descartó de inmediato. No era una actitud diferente a la que él siempre había tenido con cualquiera, era lo que ella veía en él.



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En el texto hay: secretos, dramas, sufrimientos

Editado: 21.07.2023

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