—¿De qué hablas? —preguntó Lya sorprendida de lo que su hermana le había dicho.
—De lo que escuchaste o eres sorda —expresó Danika con prepotencia.
—Me parece que ya te volviste loca. —Lya estaba enojada—. Tengo sueño, hice el turno nocturno y tuve que salir sin descansar, ahora lo que quiero es dormir. —Su hermana le hizo una pataleta de enojo—. Ve con tus berrinches a papá.
Dicho esto, la joven doctora se dirigió directamente a su habitación. Necesitaba descansar urgentemente, si quería salir con Erick, aunque no se sentía en ánimo en ese momento, pero debía dormir un rato.
Entró en su recámara y suspiró, pensando que su hermana en verdad se había vuelto loca. Ni siquiera se quitó la ropa, se tiró así a su cama, quedando boca abajo y abrazando su almohada; el sueño llegó a ella a los pocos segundos.
Dos horas más tarde, la alarma que había establecido para alistarse e ir a encontrarse con Erick sonó. Ella no quería ni levantarse, lo que le había dicho su hermana le preocupaba. «¿Y si es verdad?», reflexionó.
Se incorporó sin ánimos y, asimismo, entró directo al baño, esperando que una buena ducha con agua fría le aclarara los pensamientos y le quitase el sueño que cargaba.
Durante varios minutos permaneció debajo del agua, sintiendo cómo caía por todo su cuerpo. Deseaba que esta pudiera llevarse todo lo que sentía, lo que había sufrido y perdido, pero lo único que se llevó fue el sueño.
—Hoy debo permitirme no pensar en nada y pasar una buena noche —se dijo a sí misma mientras se miraba en el espejo, y decidió arreglarse mejor.
Lo primero que hizo fue secar su larga cabellera pelirroja y pasarle la plancha, para darle un mejor laceado, llegando de esta forma hasta su cintura.
Se hizo un maquillaje que resaltaba sus hermosos ojos azules, optó por un color suave en los labios, y eligió como vestimenta un pantalón crema de cintura alta y un crop top del mismo color, unos zapatos negros de medio tacón para más comodidad. Completó todo con una chaqueta negra.
Le gustaba cómo se veía, tenía mucho tiempo que no se vestía así, la mayoría de las ocasiones usaba su uniforme o ropa cómoda. Tampoco era que salía seguido a citas, con el último que había salido fue con Erick cuando estaban juntos.
Tomó su bolso, abandonó su habitación y rezó para no encontrarse con nadie de su familia, menos con su hermana y sus locuras. No tenía ni la más remota idea de que Danika estaba reunida con su padre en la oficina, explicando con lloriqueos lo que le sucedió y convenciendo a Thelonious para que ella fuera la que se hiciera la inseminación.
Al cruzar la puerta principal, Erick, quien antes de despedirse por la tarde hizo que compartieran número de teléfono, le envió a Lya la ubicación donde se encontrarían.
Una vez en su vehículo, siguió las indicaciones que el GPS le daba, ya que no conocía la zona a la que iría. Mientras se aproximaba, se percató que era algo desolado, había pocas casas alrededor, lo que le produjo un poco de miedo e incluso pensó que el joven lo que haría era secuestrarla, pero descartó la idea, pues tenía muchos años conociéndolo, aunque las personas podían cambiar de un momento a otro. Ella iba cavilando todas esas opciones, pero se le olvidaron todas cuando llegó al lugar pautado y lo encontró afuera esperándola, posado en el capó de su auto, enfundado en unos jeans que le quedaban de maravilla, un polo negro que le abrazaba perfectamente sus musculosos brazos, todo ese monumento de hombre, que una vez fue su amado novio, la estaba esperando.
Lya percibió sus nervios aflorar, aunque hizo todo lo posible para no mostrarlos cuando se presentó ante él.
—¡Wow! Qué hermosa estás, Lya —dijo Erick saludándola con un beso en la mejilla que la hizo sonrojar.
—M-muchas gracias. —Se reprochó por tartamudear, tomó aire y añadió—: Tú también te ves bien.
—No mejor que tú. —Le regaló una sonrisa—. Vamos, entremos, quiero ser la envidia por llegar con la mujer más hermosa.
Lya rio por sus ocurrencias, siempre era así, hacía todo lo posible para que ella sonriera.
—¿Y dónde estamos? —preguntó la joven con curiosidad cuando entraron en el lugar, que era un edificio de cinco plantas.
—Free Yourself —respondió y la chica lo miró fijamente porque no tenía ni idea de qué estaba hablando—. Este es un lugar para soltar el estrés rompiendo cosas. Entonces, al ver que trabajas mucho, que no tienes tiempo y que el estrés se te ve a leguas, pensé en que visitaremos este lugar. Vine una vez y me encantó.
—Interesante —solo pudo la joven decir, estaba impresionada del lugar.
Llegaron a una pequeña recepción, Erick dio su nombre, él había reservado apenas se separaron luego de la conferencia. Le gustó que trabajasen hasta altas horas de la noche y que había cupos para ellos.
—Muy bien, señores Andersen. —Lya iba a replicar que no eran pareja, pero la recepcionista no le dio la oportunidad—. Deben pasar a los vestidores, allí se colocarán un enterizo, unas botas, guantes y unas gafas de protección. —Mientras ella explicaba, los guiaba hacia la habitación donde debían cambiarse—. Me avisan cuando estén listos.
Los dejó allí y, sin perder tiempo, empezaron a cambiarse. Los trajes eran de color rojo, se los colocaron por encima de la ropa, y luego guardaron sus zapatos, la chaqueta de Lya y su bolso en el casillero asignado.