—Así que... ¿quieres que te ayuda a convertirte en la amante del Capitán?
—Sí, ¿cuántas veces debo repetírtelo? Gaby, por Dios santo.
—Disculpa. Es que Tú, una Alcántara del Castillo y el Capitán... Guau.Tienes que admitir que es tremendo.
Antonella dejó caer sus hombros, le costaba aceptarlo pero era la realidad y debía afrontarla.
—Solo nos hemos dado unos besos con algo de manoseo y ya me siento rara.
Era tal la cara de la joven que Gaby se echó a reir.
—Creo que el Capitán querrá más que «manoseo» para estar satisfecho.
—¡¿Crees que no lo sé?! —chilló Nella, angustiada—No sé qué hacer, Gaby, por eso vine contigo.
—Dices que llevas casi un mes aquí y ¿todavía no pasa nada?
—No. Lo que le ocurrió a Chusmita lo tenía transtornado y creo que no tenía cabeza para pensar en sexo. El Capitán ha pasado las noches rastrillando la selva con sus hombres, quería conseguir al malhechor, pero no dio con él.Y las que no hacía eso, cuidaba a la niña. El pobre estaba en un sinvivir.
—Uf, qué horrible—Gaby se estremeció—. El Caníbal aparece como un espanto.
—¿Caníbal ?
—Sí, así lo llaman. Aparece de pronto, hace de las suyas y luego desaparece. Me daría terror encontrármelo, por eso nunca ando sola.
—A la niña se la llevó en un descuido de la madre, en su propio patio. Ahora se está quedando en casa del Capitán.
—Allí estará segura.
—Es una pena que siendo tan chica pase por esa experiencia tan horrible ¿no crees?
—¿Lo dices por lo que pasaste con Federico? Nella, tú tendrías solo unos pocos años más que ella.
—¿De qué hablas? No es lo mismo, a Fede lo amaba yo quería estar con él.
—Él se aprovechó de tu cariño y te obligó a estar con él cuando aún no estabas preparada para el sexo. Muchas veces me has dicho que no querías estar con él hasta que cumplieras la mayoría de edad, pero él te arrinconó y te presionó y cuando estuvo contigo no te dio placer. Eso no has podido superarlo.
—La del problema fui yo. Nunca pude satisfacerlo. Yo tenía el problema por mi frigidez—musitó Nella con un hilo de voz—¿Y si tampoco puedo satisfacer al Capitán y me quita su apoyo? Gaby, eso me tiene en un sinvivir. Me estoy jugando la última carta que tengo convirtiéndome en la amante del Capitán. Y si vuelvo a fallar como mujer, y lo aburro como aburrí a Fede ¿qué pasará con Yaya? Temo perderla.
—Ese Federico fue un cabrón. Tú le creíste toda la basura que te soltó porque eras una niña inocente. Nunca te consideró. Te dejaba dolorida y llorosa. Y además te echaba la culpa de todo.
—El sexo es doloroso para mí, Gabriela. Él me lo hizo ver, no era su culpa que lo fuera.
—No es así cariño, él te traumó—Gabriela le tomó las manos en un gesto de apoyo—. El sexo es gozo y no tiene que ver con los sentimientos. Tiene que ver con relajarse y disfrutar. Solo que Federico nunca permitió que te relajaras, estabas demasiado preocupada por complacer sus exigencias y eso bloqueó tu placer. Te anuló como mujer.
—Tuve un par de citas después de Federico durante la facultad y ambas fueron un desastre. Ningún hombre logró hacerme sentir. Ya daba por cerrado ese capítulo en mi vida. Por eso me dejó descolocada mi reacción con el beso del Capitán. Gaby, practicamente me le eché encima como una zorra. Despertó un lado mío que se encontraba dormido.
—¡Hasta una muerta se levantaría y le cantaría el aleluya a los biceps de ese hombre!
Antonella sonrió por el comentario.
—Es una cama fantástica.
La sonrisa se le congeló.
—¡Te acostaste con él! —Antonella se levantó horrorizada y comenzó a caminar por la habitación.
—Soy prostituta, no me dedico a cantar villancicos, Nella. Aunque eso pasó hace mucho. El Capitán no quiso repetir conmigo aunque nunca me dijo porqué—.Gabriela botó la colilla por la ventana como si tal cosa—Es cuando él dice. Así de simple.
Antonella se detuvo y quedó pensativa.
— Yo decidí ser su amante y él aceptó.
—Bueno, bueno, señoras y señores... Le gustas mucho, Nella. Solo había que verle la cara cuando te conoció. Babeaba por ti y por eso buscará complacerte.
Antonella no pudo evitar que le agradara la idea.
—Míralo como el karma— continuó Gabriela—. Federico te usó y te desechó como un pañuelo; aunque siempre lo tuviste en un pedestal. Ahora el destino pone en tu camino al Capitán. Un hombre que está rebueno y bañado en oro. Y lo mejor, ¡se ha encaprichado de ti! Mujer, ya quisiera tener tu suerte.
—No digas tonterías, ambas sabemos por qué estoy aquí. Esta no es la vida que soñé.
Antonella miró por la ventana el pedazo de tierra salvaje que se hacía llamar pueblo. Era una tierra soberbia. No llegaba a más de unas cuantas calles polvorientas y naturaleza en crudo. Jamás se imaginó vivir en un lugar así.
—Pero no estoy dispuesta a perder a Yayita. Y haré lo que sea necesario por la única persona que veló por mí cuando más la necesité.Ella es mi única familia Gaby.
—Al margen de lo de Yayita, Nella, creo que estar con el Capitán te hará bien.
—¿Cómo puedes decirme eso?
—Fácil, asumiendo lo obvio: él te atrae sexualmente. Lo digo porque te conozco y por muy desesperada que estés no considerarías esa opción sino sintieras algo por él.
Antonella caminó hacia la ventana y jugueteó con el marco gastado y amarillento.
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Editado: 21.01.2022