Sebastián
Tuve la idea de darme una escapada en estas vacaciones de verano. No iba a permitir que se convirtieran en cualquier día cotidiana de mi vida, ya estaba harto de seguir una misma rutina, sin embargo, podía añadir un toque de drama que complicaba mi existencia, lo cual comenzaba a odiar porque solamente reviví mi pasado y continuaba teniendo sentimientos por el mismo muchacho que me traía como un loco a pesar del tiempo que estuvimos distanciados.
Así que, me encontraba caminando por las calles infernales debido al calor que hacía en la ciudad. Parecía que se desato el propio inferno con cada persona que había puesto que, sus actitudes y comportamiento era grosero hasta el punto de querer regresar a casa de Los Ferrer a fin de continuar jugando una partida de Devil May Cry u otro videojuego.
Comenzaba a creer que fue pésima idea el salir, aunque pensaba un poco positivo podía distraerme de mis problemas y divertirme con mis amigos. Por otro lado, pude notar a César un poco malhumorado debía ser por el calor y no lo culpaba porque provocaba el mismo efecto en mí.
—¿Quién libero a los demonios en la ciudad? Fue mala idea haber venido, Sebastián — se quejó él.
¿A caso me llamó por mi nombre? Ya tenia tiempo que no lo hacia dado que, siempre usa la palabra “wey” para hablar conmigo, y me alegraba que haya cambiado su vocabulario un poco.
—Pues, si queremos llevar a cabo el plan tendremos que hacer un sacrificio —comenté.
César bufó.
—Va, solo lo hago para encabronar a Jonathan —dijo César—, ¿En donde vamos a esperar a Emma?
Aquí vamos con su vocabulario de albañil. Tendría que idear o apoyar a Jennifer para que, él dejará de decir malas palabras, aunque era divertido en ciertas ocasiones porque las señoras solían mirarlo y hacer comentarios al respecto.
Asimismo, olvidé que debíamos esperar a Emma en la parada de autobuses cercana al metro, y eso que le envié un mensaje a mi prima para vernos y divertirnos un poco, por lo tanto, obtuve una respuesta positiva de su parte, además acordando el punto de reunión, aunque era raro que César haya querido esperar unos minutos más.
—Me hubiera traído el auto de Mauricio para tener el airé condicionado — se quejó César.
¿Cómo no lo pensábamos antes? Hubiera sido buena idea cuando aún seguíamos en la casa de Los Ferrer, en vez de caminar bajo el sol con este clima tan espantoso que hacía el día de hoy. Analizando adecuadamente la situación fue mal plan darme una escapada de todos mis problemas personales por el inferno que se desato hoy.
—Lo sé, ¿Cómo no pensamos en eso? —replique.
César suspiró.
—No hice la propuesta de usar el auto porque me quitaron la licencia de conducir hasta nuevo aviso, o mejor hasta que pagué la multa por el incidente del otro día —comentó César.
No quería imaginarme el pequeño drama que se ocasiono con esa multa. Sé que César tuvo una discusión con su papá, y no termino para nada bien el conflicto entre ellos dos seguramente.
—Bien, cambiando de tema no venimos a hablar sobre mis problemas sino sobre ti — comentó César—. Hago esto antes de que evadas todo.
¿Cómo lo supo? Caray, me descubrió antes de lo planeado. Un nuevo récord establecido por mi amigo; él me conocía a la perfección a pesar de haber pasado tiempo de vernos y comunicarnos en ciertas ocasiones.
—Estoy sin comentarios —dije.
César me dedico una pequeña sonrisa.
—¿Qué conflicto tienes? — cuestionó César.
Cogí aire.
No me gustaba hablar sobre mis problemas con los demás por el miedo a ser juzgado y a perder la confianza a aquellas personas que apreciaba. Ya no podía repetir los mismos errores del pasado, aprendía fuerte la lección de confiar en nadie porque solamente me volveré una víctima de burlas.
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Editado: 23.05.2020