Sebastián
De una cosa estaba seguro los libros y las noticias me enseñaron mucho, la ciudad de México era conocida por su cultura y gastronomía. Los mexicanos tenían un gusto particular en la comida y costumbres cada región del país era distinta. Eso lo conocía por las diversas investigaciones que lleve a cabo antes de viajar hacia esta parte de mundo debido a que pasaría seis semanas de mis vacaciones en casa de mi papá.
No quería pasarla encerrado bajo la oscuridad como solía hacerlo estando en casa, mis típicas vacaciones constaban de ver series y películas a altas horas de madrugada, me agradaba sentir la adrenalina de esconderme para no ser descubierto. Extrañare mucho esos momentos de mini infarto debido a que, regresando terminaré ingresando a la universidad pública donde pasare cuatro años estudiando ciencias de la comunicación y mentalmente ya estaba preparado.
Por esa misma razón, planeaba ir hasta Puebla con el fin de ver a mi mejor amigo hace tiempo no nos veíamos en persona desde mi mudanza hacia los Estados Unidos, sin embargo hemos mantenido en contacto por medio de las redes sociales, no perdería una amistad desde el preescolar.
Dejare de fantasear y hacer planes, lo más probable era visitar a mis familiares paternos y estaría encerrado comiendo sin importarme subir de peso. Adiós a mi plan vacacional.
Antes de aterrizar el piloto nos informó sobre las condiciones climáticas de la ciudad para mi desgracia era el infierno afuera, al estar con 38ºC, ni en mi ciudad hacia ese calor tan insoportable. Debí de haber comprado bloqueador solar.
Una vez que, el avión aterrizo me quite un auricular y baje para recoger mi equipaje. Cuando entré a la terminal sentí un cambio brusco de temperatura, en verdad el piloto no lo decía de broma. Trataba de encontrar mis pertenecías, ni un segundo más pensaba quedarme en el aeropuerto del capital rodeado de personas sudorosas y malolientes.
Cogí aire.
Sin dudarlo me abalance sobre aquel grupo de personas que impedían el recoger tu propio equipaje. Los empujaba sin piedad aunado a que ellos no la tendrían conmigo, cogí mi equipaje y me escabullí entre la multitud antes de tropezarme.
Ahora caminaba por el amplio aeropuerto en búsqueda de mi padre ni tenía la menor idea si vendría por mí o tendría que solicitar un taxi para llevarme hasta su casa, de la cual no conozco la dirección hasta que escuche una voz masculina gritando sin parar.
— ¡Por aquí!
Visualizo a papá haciéndome señas para ubicarlo. Un leve sonrojo aparece en mi rostro, esto es tan vergonzoso.
Encontrarme nuevamente con mi pasado puedo decir que era un tema complicado porque hace cuatros años termine alejándome de mis costumbres mexicanas por el divorcio de mis padres, ambos terminamos separándose por motivos personales que desconozco por completo. En ese lapso de tiempo estuve viviendo con mamá en San Diego sin mantener contacto con papá, por lo que, cuando revise mi email hace dos semanas quede sorprendido al notar que tenía un correo por parte de papá haciéndome la invitación a pasar el verano en México. Nunca espere nada de su parte ya que, no éramos muy cercanos que digamos, además al compartirle la novedad a mamá tampoco lo creí hasta llego considerarlo "un sentimiento de culpa después de estar ebrio" no lo dudaba.
Me dirigió hacia dónde está papá tratando de no caerme entre la multitud. Logró llegar sin tener ningún accidente. Me quito el otro audífono faltante y saco mi celular para quitar la música.
—Ahí está mi hijo, me da tanta felicidad verte—dijo papá con una gran emoción.
Sin comentarios. No sabía cómo reaccionar en ciertas ocasiones de la vida, por lo tanto a quedarme callado.
—Has crecido mucho—comentó papá.
Lógico que iba a crecer ya no soy aquel niño de once años sino un adolescente que está a punto de abandonar una etapa más de su joven vida.
—Te he extrañado, Sebastián—me confiesa papá. Mantiene una sonrisa en su rostro y luce sorprendido al verme.
—Yo también—dije mordiendo mi labio inferior.
Incomodo momento. No sabía cómo entablar una plática con él. Agh, me estaba arrepintiendo de haber venido ya.
Decide darme un abrazo por la emoción que sentía en aquel momento porque hace años que no me veía, y termino esquivándolo.
Aún mantengo una distancia con papá tras no haber recibido una disculpa el día de aquel suceso.
—Déjame ayudarte con el equipaje—comentó papá.
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Editado: 23.05.2020