Corazones de Vidrio

1. El chico que mete leña al fuego

 

CAPÍTULO UNO

EL CHICO QUE METE LEÑA AL FUEGO

 

La noche ha comenzado dado uno de los mejores festivales en Nueva York, la gente de nuestra edad se pasea por los puestos de comida y terminan en el lugar del baile. Mis amigos se encuentran en una esquina conversando, mientras que yo ando comiendo palomitas de maíz en un banco mirando la escena de una pareja peleando por un mensaje sospechoso.

Mi vida es un desastre, eso lo sé, me paso la vida viendo como es la vida de otros que a veces olvido que hago con mi propia vida. Una vez mis padres me dijeron que pensara en el futuro, imaginaba mi vida exitosa e inmensa de dinero, pero… ¿que estoy haciendo para lograr aquello?, a eso lo llamo un sueño para el sueño. Porque no soy sólo yo quien lo sueña, sino mucha gente sueña en ser rico y no es rico. Algunos poseen la suerte de nacer en cunas de oro y ser el siguiente en dominar la empresa de sus padres, otros son distintos pero pocos en el mundo.

Hay gente rica que roba a los pobres para llenar más dinero a sus bolsillos, hay gente rica que dona su dinero a ayudas sociales, hay gente rica que sólo busca fama en el mundo del espectáculos, hay gente rica que malgasta el dinero comprando tonterías, hay gente rica que se guardan el dinero tanto que los llaman “los duros”, porque no quieren ni gastar ni un centavo. Hay muchos tipos de ricos y yo soy uno de ellos: El de gente rica que no hace absolutamente nada.

—¡Hey tú! —dice una chica señalándome, —¡Te hablo a ti!

Me levanto de la banca y comienzo a correr por las calles de Nueva York. Tampoco les había dicho sobre que mi vida es algo odioso para las otras personas, me he pasado espiando o hasta diciendo mentiras para provocar caos en un lío enorme, algo más conocido como “el que hecha más leña al fuego”. Corro sonriendo porque la chica ya no me ve y se va hacia otra calle que no tiene final. 

Respiro hondo y lo expulso, mi corazón me palpita por correr. Estoy cansado, necesito agua. Camino a paso lento por una calle paralela a la que la chica cruzo y es allí cuando la veo, una chica conocida a nivel mundial. Una influyente por sus padres o diría por la ¿generación de mi edad?.

La chica tiene el celular frente a ella, tal vez sea videollamada, es cuando asiento y camino para no interrumpir pero logro escuchar algo que me llega a interesar, me escondo y es cuando lo escucho con más seguridad: “No puedes esconderlo más, cada día te hace más conocida”

Pienso. Ya es conocida, ¿qué escondes?

—Nadie lo sabe, no te preocupes. Emily Hopper será secreta aunque sea conocida ¿entendiste?

¡Bingo!, digo mentalmente. Emily Hopper es una influente nueva que se esconde de todos, nadie sabe quien es pero su manera de escribir en el blog, donde además, publica fotografías de donde se encuentra… En otras palabras, ella con aquella chica llamada Valentina son la misma persona y ambas son bien conocidas.

De pronto un sonido ruidoso alarma a la chica y no es nada más que mi odioso celular —o diría mi amigo Ramiro (El que delata a todos, hasta cuando él no está) —, no me ve pero se alarma. Comienzo a correr por las calles en donde hay más público, tal vez así me pierda de vista como la anterior chica. Volteo pero la veo detrás de mí, mierda de la más mierda. 

La chica anterior está al frente mío y tengo otra atrás, la chica de adelante me pone cave y caigo. Eso sí dolió.

—Por fin te encuentro mentiroso —dice la chica, —Mi novio me dijo que tú me dijiste eso, ahora te voy a matar

—¡Detente! —dice la otra, la del celular, Valentina, —Yo me encargo de matarlo, tengo que hablar a solas con él

—¿Lo defiendes?

—Es culpable conmigo también, no te preocupes

—¿Y cómo sé que tú…?— se corta cuando la ve, —Dios mío, ¡Eres Valentina Jones Oliver! ¡La hija de Emma y Manuel! ¡Dios mío! ¡Dios mío!

—Ya que lo sabes, ¿me lo dejas?

—Ah, claro. Pero dale dos golpes de mi parte —dice y se va, esa chica está loca

Del brazo me jala hacia una esquina oscura, no veo nada y eso hace entendido a que estamos muy solos. 

—Ya dilo…

—No digas nada de lo que escuchaste, ¿entendido?

—¿Y por qué tengo que callarme? —digo vacilón

—Porque soy Valentina Jones, hija de Emma y Manuel. Por eso y porque soy la más influyente de tú generación

—Te olvidas que también es tuya… y tampoco es excusa, no tengo miedo a las niñas que presumen

Y así es cómo inicia una guerra por obtener el poder del otro, aunque no lo llame así… mejor, llámale Corazones de Vidrio, porque si esto fue el principio, sólo preguntasen cómo puede terminar esto.



 




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