Corazones devorados

Capítulo 1

CAPÍTULO 1

 

-Y un día alguien devoró mi corazón-

 

Aquella noche nada salió bien.

Corría tan rápido como podía, pero, mis piernas ¡mis malditas piernas! flaqueaban ante el cansancio, jadee con dolor hasta que mis brazos de forma torpe se abalanzaron por el aire cuando uno de mis pies trastabilló, caí sobre la tierra húmeda, la lluvia había cesado hacia horas, pero nuestra pesadilla aún seguía allí para nosotros, mi voz sin desearlo se había convertido solo en sonidos guturales, y gemidos que salían por mi boca sin miramientos.

El pánico me había atrapado sumiéndome en un terror agobiante; fue entonces cuando mi madre me tomó por las ropas levantándome en un desesperado intento por hacerme reaccionar.

—¡Leo!¡Ponte de pie!—me jalaba del brazo, y una vez más caía, mi madre arañaba mi torso para volver a ponerme de pie, mientras los oíamos venir hacia nosotros dos. —¡Obedece, maldita sea! —mi madre me abofeteó bajo la desesperación, era la primera vez que lo hacía. Vi el dolor en sus ojos cuando lo hizo, ese mismo desconsuelo que atravesó su expresión aterrada y devastada.

¿Se podía reaccionar después de lo que habíamos visto?

 Mi padre nos había escondido en un closet que el poseía en su despacho, era su lugar seguro por si algo ocurriese, pero, esta vez todo se salió fuera de control, en nuestra casa de campo, mi madre tomó mi rostro cuando vio a mi padre junto a esos sujetos, discutían, y lo golpeaban, hasta que uno le entregó su arma, mi madre rompió en llanto, llevó su boca hacia la lana de su abrigo mordiéndose a sí misma con total desenfreno ahogando su propia voz, mientras la palma de su mano asfixiaba mi aterrador grito cuando vi a mi padre dispararse así mismo, la sangre se esparció a su alrededor, la blancura de su oficina estaba impregnada de gotas de sangre. Sin perder un segundo mi madre, la que parecía una mujer frágil reaccionó golpeando con fiereza una vieja puerta que de buenas a primeras nos llevaría a salvarnos.

Escapamos.

El intenso frío solo provocaba que nuestros erráticos movimientos sean aún más torpes de lo esperado, corrí dejando un par de pasos atrás a mi madre, que al oír su grito me voltee entre el lodo resbalando.

Uno de los sujetos la había tomado por el cabello jalándola con fuerza hacia él, cargaba aun arma, y su otro cómplice venia tras nuestros pasos, sus rostros estaban cubiertos por pasamontañas oscuros, había uno que llevaba una cicatriz vieja que serpenteaban cerca de una de sus cejas, mientras el otro llevaba un corte en el ojo pues mi padre antes morir se había atrevido a golpearlo lastimando su ojo.

—¡Atrapa al niño! — al oír aquello mi madre gritó enfurecida intentó zafarse pero la golpeó  con la culata de su arma  desequilibrando su desesperada postura por ir tras de mí.

Lancé un gruñido abalanzándome sobre el sujeto que venía por mí, con tercos movimientos intenté golpearlo bajo su risotadas  me jaló por la ropa sujetándome del cuello. Quise esbozar algo cuando mis ojos chocaron con la mirada de mi madre, ella temblaba de manera horrorosa , y bajo ese temblor sus labios camuflaron un “No” determinante. Tragué con dificultad jadeando de dolor fue entonces cuando detuve mis movimientos.

El tipo me separó de ella, entonces mi madre se volteó hacia el sujeto que la traía cautiva, entonces comenzó a hablar, en apariencias parecía dirigirse hacia su cazador, pero, en realidad a quien le hablaba era a mi

Mi madre era rusa, mi padre inglés, pero vivíamos en Francia, por lo tanto, a mi corta edad podía fluir de un idioma a otro sin ningún problema, cuando mi madre pretendía decirme algo sin que nadie se entrometiese usaba su idioma materno para comunicarse conmigo, y siempre que deseaba hacerlo solo debía alertarme de ello modificando mi nombre a su  dialecto, ese, que conocía a la perfección.

Lev…—y el ruso indescifrable de mi madre mirado fijamente a ese idiota que lograba desconcertarlo ya que ella lo observaba en apariencias deseando comunicarse con él.

—¡Nos dijeron que la mujer hablaba en nuestro idioma! —Bramó el que me tenía sujeto con fuerza por el cuello.

Lev, hijo, no mires, deja que te golpeen, y cuando lo hagan, solo cierra los ojos, y procura mostrarte desvanecido, por nada del mundo—se detuvo jadeando espantosamente cuando el sujeto que la sostenía la insultaba y le gritaba para que ella hablase de tal manera que pudiese entenderla, al no conseguirlo llevó su arma hacia su cabeza, ella gritó desesperada—¡por nada del mundo, te levantes! Lev, ante los ojos de todos: ¡ muérete, hijo, muérete! —cuando dijo aquello oí el disparo, en simultáneo el sujeto que me sostenía me golpeo con brutalidad, fue tan fuerte fue el golpe que me dio que caí  prácticamente deslizándome como un trapo sobre el suelo lleno de lodo cayendo boca abajo.

Mi cabeza se golpeó con fuerza sobre una afiladas rocas que sobresalían bajo la hierba y el moho.

Mi rostro estaba zambullido en el lodo, la sangre tibia chorreaba por el costado de mi frente pues parpadeé con debilidad y pude entrever el color oscuro de mi sangre perdiéndose entre mi borrosa mirada.

—¿Crees que está vivo? —dudo uno de ellos viniendo hacia mí.

“Lev, ante los ojos de los demás:¡ muérete, hijo, muérete!”




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