Corazones Estrellados

-19-

Abby.

El resto de la noche pasa volando. Mi madre estuvo muy callada, y pensativa durante la comida. Analizaba al chico que se encontraba a mi lado con una leve sonrisa, me sentía incómoda ya que nunca había tenido que hacer esto.

Nunca tuve un novio formal. Ni siquiera Christian lo era exactamente, es por eso por lo que el amor me da miedo. Dejar entrar a alguien en tu vida, significa darle la oportunidad de destrozar tu corazón.

Jack y Nate empezaron a hacerle un interrogatorio, Harry me miraba cada dos por tres, tratando de pedirme ayuda. Me da la sensación de que él tampoco había tenido que soportar este tipo de cosas.

Supongo.

Pero, en realidad esto no tiene que ver con Harry. A parte de que son mis hermanos mayores; y al no estar mi papá actúan sobreprotectores conmigo. Tiene que ver con algo que pasó hace mucho tiempo, cuándo ellos empezaron a salir con chicas, a mi siempre me daba por dejarles en evidencia enseñándole fotos de cuando eran bebés.

Ellos me dijeron que un día se vengarían y hasta ahora no había tenido que preocuparme por ello.

—¿Y cómo os conocisteis?—pregunta Ethan aclarando su voz, apoya su codo sobre la mesa.

Trago saliva, y trato de responder. Pero, alguien responde por mí.

—En la universidad. —dice Harry con una sonrisa. —Fue justo el primer día de clases.

¿Cómo? ¿Es que acaso se olvidó de que nos conocimos en la fiesta de Bienvenida? Y eso que fue en una de sus casas, pero parece que este chico tiene peor  memoria que Dory.

Porque no solo tenía una casa, tenía dos, por lo que podido comprobar hasta el momento. A lo mejor tiene más y no me ha dicho nada.

Harry es una caja de sorpresas, con que no me resultaría extraño a estas alturas.

—Aja.—dice Jack anotando algo en su libreta, y poniendo su mirada de detective. — Típico — niega con la cabeza y se ríe. — Nate, ayúdame. Se me acaban las preguntas. —susurra Jack, aunque al final me acabo enterando por más que se esfuerce en intentar que nadie se entere.

—Y, ¿cuánto tiempo os llevo confesar vuestros sentimientos?—pregunta Nate.

Pero, ¿son necesarias estas preguntas? ¿Qué más les daba cuanto nos llevó? Lo importantes es que nos confesamos y ahora estamos juntos.

Por el amor de Dios, el mes que viene cumpliré 19 años y aún tenía que soportar que mis hermanos me tratasen como si fuera una cría que no sabe protegerse.

—Eh, bueno, la verdad es que no llevé la cuenta.—confieso con el rostro rojo como un tomate. Mamá me mira y vuelve a mirar a mis hermanos con cara seria y alzando una ceja.

Se levanta de la mesa y recoge los platos. Me levanto tras ella, y la ayudo a recoger los platos, cubiertos, y todo lo que esta sobre la mesa.

Excepto, los móviles. Esa dependencia de la que necesitamos hasta para comer. ¿Os imagináis que nos fuera útil? Estaría bien que ya que hasta para eso lo cogemos, sirviera como cubierto, o para algo útil.

-Mamá.-la persigo hasta la cocina para hablar con ella. Mi madre se gira hacia a mí y me mira atenta. -¿Todo bien?-pregunto.

-Si, ¿por qué no iba a estarlo?-pregunta con los platos aún en la mano. Ambas avanzamos hasta la cocina para hablar a solas.

-Bueno, es que, tal vez ha sido precipitado venir y presentarme con un novio.-digo con media sonrisa.

Ella se ríe y niega con la cabeza. -A ver, voy a ser sincera. No era esto precisamente lo que estaba esperando, pero estoy muy feliz de llevarme una sorpresa. -sonríe. -Se te ve feliz al lado de él, y por lo poco que lo conozco parece muy simpático.

Sonrío y miro hacia un lado recordando la sonrisa de Harry, y lo enamorada que me encuentro de él.

—Harry me hace muy feliz. Y te prometo que cuándo llegue quería ahorcarlo con una cuerda, y lanzarlo hacia alguna cascada. —confieso riendome.

Mi madre no tarda en reírse junto a mí.

—Parece un buen chico, tiene una mirada traviesa en sus inmensos ojos azules como el océano, pero me alegra que hayas decidido darle una nueva oportunidad al amor. —habla mi madre con una sonrisa sincera y acariciando mi barbilla. —Sabes que quiero verte sonreír mi niña, y esta noche te he visto muy colorada por ese chico. Y he vuelto a ver ese brillo en los ojos que desde niña siempre te ha caracterizado. —añade orgullosa y dándome un beso en la mejilla.

—Entonces, ¿te gusta la idea de que ambos salgamos?—pregunto con ilusión en mis ojos. Realmente tenía miedo de decírselo a mi madre, pero ver su reacción me ha hecho darme cuenta de que era más el miedo que tenía a decirlo, que la reacción por su parte al contárselo.

Mamá va a lavar los platos y yo me quedo en la entrada de la cocina durante unos segundos hasta que alguien me agarra por detrás y mi corazón se acelera haciendo que grite sobresaltada por el susto.

—¡Ahhhh!-grito. Alguien tapa mi boca y me da la vuelta. Una vez que lo miro, veo a Harry y mi corazón da un vuelco, ¿cómo había logrado que mis hermanos le dejasen marchar del interrogatorio?

Pensaba que serían más protectores conmigo, estoy decepcionada.

Frunzo el ceño.

—Oye, que tampoco soy tan feo—dice Harry colocando mis manos alrededor de su cuello. Haciendo que ambos estemos a una corta distancia.

—No eres feo, eres el coco—digo ente risas.

—¿El coco?—pregunta confundido y rascando su nariz.

—¿Nunca has oído hablar del coco? No puedes estar hablándome enserio.

El niega con la cabeza. Hago una mueca de sorpresa y abro los ojos como platos.

—No tienes cultura en lo que se refiere al terror.

—A mi me va más las películas de acción y la ciencia ficción.

–Ajá.

—¿Qué?—pregunta chocando nuestras narices haciendo que nuestros labios casi se toquen.

—Pues que me parece muy fuerte que no sepas que el coco, es un cuento que antiguamente se utilizaba para asustar a los niños pequeños—le recrimino señalandolo y dando un paso hacia atrás.




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