Corazones imperfectos (2024)

CAPÍTULO 13

Durante la noche, Candela no es encontraba bien pero no quiso decirle nada a nadie para que no la acusaran de hacerse la enferma como excusa para salir de allí. Horas después, el oficial que estaba de guardia, se la encontró tirada en el suelo inconsciente.

Ángel estaba dormido cuando el sonido de su teléfono le hizo saltar de la cama.

—¿Diga?—respondió medio dormido.

—¿Es usted familiar de Candela del Castillo?

—Emm…sí—no pensaba darle explicaciones—¿Ocurre algo con ella?

—Verá señor, llamamos del hospital. La chica ha ingresado hace un rato por un amago de infarto. Hemos echado un vistazo a su historial médico y se ha tomado la decisión de dejarla ingresada. La policía nos facilitó este número, debería acudir lo más pronto posible.

—¿Ella está bien? ¿Se va a recuperar?

—Es pronto para saberlo, venga en cuanto pueda. Buenas noches.

—¡Le dije que fuera a ver al maldito cardiólogo!—tiró el teléfono con rabia y se cambió rápidamente.

 

Tras pedir permiso para terminar antes su jornada laboral, Pablo se plantó en comisaría por tercer día consecutivo.

—¿No te lo han dicho? Ella no está aquí—le informó Hernández.

—Entonces ¿Dónde está? Que yo sepa, no la han puesto en libertad.

—Por lo visto se la llevaron de madrugada…

—¿A la cárcel?

—¡No hombre! Se la llevaron al hospital. Uno de mis chicos la encontró inconsciente, no tengo ni idea de qué le ha pasado. Supongo que avisaron a su familia para informarles. Pensaba que erais amigos ¿Por qué no te lo han dicho?—ese hombre no parecía tener ningún tipo de sentimiento, le estaba contando todo como si de un chisme se tratara.

Pablo no respondió y salió de allí lo más rápido que pudo. Sólo podía pensar en que Candela estuviera bien, a ella no podía pasarle nada malo.

Una vez llegó al hospital, preguntó por ella haciéndose pasar por un familiar para que le dieran información sobre dónde estaba. Después de hallar el lugar indicado, se acercó lentamente hasta el policía que custodiaba la habitación de Candela.

—Sólo puede entrar una persona a la vez—comentó el agente.

—¿Hay alguien dentro?

—Sí, su tío está con ella—le informó.

—¿Le puedes avisar que quiero hablar con él?—no sabía de donde estaba sacando la paciencia para hacer a un lado a ese tipo y entrar.

—Claro.

El chico entró cerrando la puerta para volver abrirla segundos más tarde en compañía de Ángel.

—¿Cómo te has enterado?

—Sabes que tengo contactos en la policía, me dijeron lo que había pasado. ¿Cómo está?

—Se está recuperando. No sé si estás al tanto de los problemas cardíacos de Candela.

—Algo he oído.

—Tuvo un amago de infarto anoche—Pablo contuvo la respiración por un momento—Lo que está pasando le está afectando mucho, y eso no ayuda a su corazón. Por suerte esta vez puede contarlo.

—Eso es…horrible—Candela estaba más delicada de lo que él esperaba. Tenía que convencer a Lidia de confesar o podría llegar a pasar algo irreparable—¿Cuánto tiempo se quedará aquí?

—Aún no lo han decidido—echó un vistazo  al agente y Pablo y él se alejaron—Voy a tratar de alargarlo todo lo que pueda—susurró Ángel—Prefiero que esté aquí al calabozo.

—¿Cómo vas a conseguir eso?

—Yo también tengo contactos—el hombre arqueó las cejas—El director del hospital es un buen amigo mío, hablaré con él, seguro que me echa un cable con eso. Basta con una sola orden suya para que todo el personal del hospital obedezca.

—Ojalá puedas hacerlo, es lo mejor para ella—eso no debió decirlo en voz alta y Ángel se le quedo mirando descaradamente.

—¿Por qué te preocupa tanto el bienestar de mi sobrina?

—Creo que me preocupo lo normal—acababa de meterse en un callejón sin salida—Soy una persona empática. Además, ella siempre se ha portado bien conmigo, creo que es lo mínimo que puedo hacer—quiso sonar lo más creíble posible.

—Vale, si tú lo dices—ese extraño muchacho mostraba demasiado interés por su sobrina. Debería investigar sobre él para saber si era de fiar—¿Quieres entrar a verla?—Pablo asintió—Entra, pero no la molestes, está descansando. Iré hacer unas llamadas.

—¿Has avisado a su familia? Sé que no tiene relación con ellos, pero al tratarse de algo así de grave…

—Muchacho si hago eso, Candela me mata—bromeó Ángel—Hace años que perdieron el derecho de tan siquiera preguntar por mi sobrina. Además, ella tampoco quiere y yo estoy de acuerdo. Entra a verla, volveré en un rato.

Pablo entró a la amplia habitación, sólo el pitido de la máquina que medía la frecuencia cardíaca de Candela rompía el silencio.

Se acercó a la cama donde la chica descansaba y la observó con atención. Estaba pálida y tenía unas ojeras muy marcadas, parecía tan frágil que Pablo tenía miedo que se fuera a romper en cualquier momento.




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