Corona De Lagrimas.

Capítulo 4.

Al día siguiente, desde muy temprano, Eduard contemplaba el panorama a través de su ventana, tenia en su mano una tacita de café que la tomaba mientras oía cantar la dulce melodía de los pajaritos al amanecer... el sol daba sus primeros rayos entre las montaña, era un buen día para empezar una nueva etapa en su vida.  
Se quito la ropa de dormir que tenia puesta la cual fue a parar a la cesta de ropa sucia, de inmediato... entro a la ducha y tomo un baño, luego busco en el armario la mejor camisa y corbata que combinará para su primer día de trabajo.  
Al salir de su habitación se encontró con su madre en el pasillo, la cual esquivo diciéndo...  
—Me tengo que ir madre, ya es muy tarde.  
—Hijo espera. —Ordenó la Sra. Maribel. Se acerco a el, lo miro fijamente y soltó una pequeña carcajada. 
—¿Te estas riendo de mi mamá, o es mi parecer?. —Pregunto el muchacho algo apenado.  
Maribel no paraba de reír... mientras Eduard le preguntaba.  
—¿Qué sucede madre, dime?.  
Una dulce sonrisa termino por pintarse en el rostro del muchacho y unirse al chiste que aun no sabia de que trataba. Solo reía de alegría al ver feliz a su madre.  
Esteban salió de su habitación e inmediatamente miro fijamente a su hermano y le pregunto con extrañeza.   
—¿Donde será la función hermano?.  
—¿A que te refieres tonto?. —Pregunto Eduard completamente confundido.  
En ese momento Mariana se unió a la conversación diciendo.  
—El desayuno esta listo. —Giro su mirada y vio a su hermano, enarco su ceja derecha y le pregunto. 
—¿Vas a algún circo Eduard o es que me parece?.  
—Díganme de una vez, que rayos pasa, por que me miran así. Llegare tarde a mi primer día de trabajo solo por estar metido en sus bromas.  
Eduard emprendió su camino nuevamente y su madre lo detuvo una vez más. 
—Hijo, espera… sucede que tu camisa con tu corbata no combinan en lo absoluto.  
—Tienes el peor contraste del mundo. —Intervino diciendo Mariana entre risas. 
—Buscare la apropiada para ti. —Dijo Maribel con una sonrisa.  
… 
Después de haber encontrado el color adecuado de la corbata, Maribel la llevo a la sala y se la coloco a Eduard, en ese instante su memoria se lleno de recuerdos… acostumbraba ayudarle a elegir el color de sus corbatas a su esposo el Sr. Ricardo. Se habían alejaron tanto que ya ni recordaba cual era su color favorito, cual llevaría puesta ese día, a veces no sabia si llegaba a casa o se quedaba trabajando horas extras en la empresa, lo entendía, era su trabajo y se lo exigía… Aunque a veces ya ni cruzaban algunas miradas en la misma casa. Eso la entristeció.  
—El nudo ya esta hecho madre… ¿en qué pensabas?. —Pregunto Eduard.  
La Sra. Maribel sonrió y miro con plena felicidad a su hijo y dijo. 
—En nada hijo, solo que… te deseo mucha suerte en tu primer día de trabajo, ya eres todo un hombre, ve con Dios.  
Eduard sonrió y se despidió de su familia.  
—Desayunare en el trabajo. Hasta luego, los veré en la noche.  
Los demás se dirigieron al comedor.  
… 
Eduard sacó del parqueadero uno de los autos de su padre y emprendió camino a la empresa... la mañana había empezado con un caluroso día de verano, los gritos incesantes de los conductores para avanzar en el trancón de las calles y las ventas promocionales de los vendedores ambulantes eran los constantes ruidos de la ciudad día tras día.  
Eduard parqueo su automóvil unas cuadras antes de la empresa y así empezó a caminar por la cera de la hermosa ciudad, llena de colores y hermosas casas, grandes edificios con gigantescas ventanas de vidrio, monumentos de aquellos héroes que marcaron la historia de la patria, catedrales hechas en piedras, fuentes de agua e incontables centros comerciales y allí también se encontraba una de las empresas más grandes e importantes del país frente a sus ojos… Reyesexport. Su apellido, el apellido de su padre brillaba en la entrada de aquella majestuosa empresa que por varios años había sido sostenida por su padre como jefe general. Ahora el, había llegado para continuar su legado.  
Un sin fin de aves volaban sobre la majestuosa ciudad, sacudiendo sus alas entre el cielo azul.  
… 
Ya estaba allí, frente a la entrada principal del lugar donde iniciaba su vida laboral, ahora era su lugar, quizá por los próximos años de su vida. Respiro profundamente y inhaló por la boca e ingreso al interior de la empresa. Camino por los pasillos de allí y se hizo en el lugar de espera. Llevo su mirada hacia el cuadro de una fotografía que se encontraba allí en dicha sala...  
“Me es familiar, esta persona”. Pensó. En ese instante escucho la voz de su padre que le dijo.  
—El era tu abuelo hijo, el creador de esta empresa.  
Eduard sonrió, se dirigió a su padre y lo abrazo. 
—Bienvenido hijo a tu primer día.  
—Muchas gracias papá. —Respondió Eduard. 
—Llegaste tarde. Espero no vuelva a suceder. —Sugirió Ricardo.  
—Lo siento papá, mi mamá…  
—Ya te acostumbraras. —Interrumpió sin dar importancia a lo que Eduard le iba a contar sobre su madre.  
—Así es. Por cierto papá no has ido a casa.  
El Sr. Ricardo se silencio por un momento y esquivando a su hijo le respondió.  
—Hablaremos en mi oficina.  
… 
Estando allí en la oficina de su padre observo todo a su alrededor, una enorme biblioteca estaba detrás del escritorio, se acerco a ella y paso su dedo indicé por los títulos de las obras, eran aquellos libros de inicios empresariales y superación personal.  
<<Mi padre no suele leer este tipo de cosas>>. Pensó y se extrañó.  
En el costado izquierdo se encontraba una pequeña mesa la cual tenia puesta encima una cafetera llena de café para aquellas noches de largo trabajo, al lado de la misma se encontraba la fotografía familiar... la tomo en sus manos y miro detalladamente los rostros de ellos. Su madre, sus hermanos, su padre y el. Eran felices.  
Que incontables momentos llenos de sonrisas y alegrías. La distancia los había alejado tan lejos a cada de uno de ellos, en diferentes extremos.  
En aquel instante el Sr. Ricardo toco a la puerta y entro a la oficina.  
—Creo que ya te irás acostumbrando hijo, dentro de poco serás el jefe de esta empresa.  
El muchacho sonrió y llevo su mirada nuevamente a la biblioteca y dijo.  
—No sabia que leías este tipo de libros. Alguien como tu no lee, inicios empresariales.  
—Es cierto hijo, están de lujo… incluso si mal no recuerdo eran de tu abuelo, no es mi tipo de libros, lo sabes bien. —Respondió el Sr. Ricardo y se hizo en su escritorio, tomo un bolígrafo que se encontraba allí y mientras lo observaba dijo con claridad.  
—Eduard… hijo, de ahora en adelante estarás al frente de la contabilidad de la empresa, de sus ingresos e inversiones y también de las perdidas, serás mi mano derecha por el tiempo que continué aquí... apenas termine algunos negocios pendientes, tu serás el nuevo jefe de esta empresa, para que desde ya te hagas a la idea de esta gran responsabilidad.  
El muchacho suspiro y se quedo pensando <<que complicado>>... pero no se le pasó por la mente dudar de si mismo.  
El Sr. Ricardo preguntó.  
—¿Hijo estas de acuerdo?.  
En ese momento sonó el teléfono. Toda la oficina quedo dispuesta al timbre de aparato de comunicación. El Sr. Ricardo no contesto la llamada y siguió charlando con su hijo.  
El aparato volvió a sonar y nuevamente volvía a sonar, interrumpiendo por varias ocasiones la conversación del padre e hijo.  
Eduard se extrañó de la poca importancia de su padre en contestar la llamada y arrugando su frente, le dijo.  
—Papá, lo mejor es que contestes el teléfono… puede ser un asunto urgente.  
El Sr. Ricardo no respondió y tratando de disimular su incomodidad ante el momento respondió.   
—Nada es tan importante como este día hijo, en el que estás aquí para empezar a trabajar conmigo.  
Aún el teléfono seguía sonando…  
Eduard sonrió con plenitud y dijo.  
—Gracias papá. Creo que debo irme, tienes asuntos mas importantes por atender. —Señalándole el teléfono.  
—Conoceré un poco las instalaciones y le preguntaré a la secretaria cual es mi oficina para organizarme y no te preocupes desde mañana estaré muy temprano aquí.  
El joven se levantó de la silla y se retiro de la oficina. Lo único que sus oídos alcanzaron a escuchar fue la voz enojada de su padre que dijo al responder a aquella misteriosa llamada.  
—Te he dicho mil veces que no me llames al maldito trabajo. 
Cerro la puerta de la oficina y se marcho.  
… 
<<¿Que dilema… en que momento una llamada se vuelve tan insistente?>>.  Pensó, mientras su cabeza estaba llena de dudas, las cuales se fueron aclarando momentos después que recordó el día de su graduación aquellas llamadas que su padre también evadió en varias ocasiones y su repentina salida del lugar. ¿A quién evadía en realidad?. Se preguntó. Al final de tanto insistir las respondía con total enojo... no era la primera vez que recibía llamadas así. Era el tipo de llamada que el no deseaba recibir en público pero que se veía obligado a contestar.  
<<que extraño>>. Pensó...  
… 
Después de omitir aquellas claras dudas sin resolver, decidió ir a la cafetería de la empresa… estando allí, ordenó un café y un pastel con queso. Pensó en la gran responsabilidad a la que se enfrentaría, siendo tan joven llevaría la carga de ser el jefe de una empresa completa, no era una responsabilidad fácil. Lo único que menos quería era decepcionar a su padre, ya que había depositado toda su confianza en el.  
Desde niño se había esforzado por ser lo que quería ser, complacer a su padre como el hijo perfecto y seguir sus pasos como el se lo había indicado. No tuvo tiempo de pensar en si ese era su sueño en realidad. De nada servía que pensara en eso ya, su realidad estaba frente a el, ser el mejor empresario del país, incluso mejor que su padre, pasara lo que pasara. Sus sueños helados sin descubrir ya no contaban en lo mas mínimo. Ya estaban perdidos.  
 




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