Capítulo siete: Noah y la habitación
28 de enero del 2000.
09:00 AM.
Hospital general Hope.
Las cosas seguían igual en las vidas de los demás. Todo el pueblo estaba asustado por el pánico que corría por las calles, nunca se sabía quién podría ser el asesino serial. Según los policías, el asesino podría ser cualquiera y eso significaba que hasta el vecino menos pensado podría ser el causante de toda esa locura que corrió por las calles.
En el hospital, las cosas seguían manteniéndose. El doctor Domínguez trataba de hacer lo posible para mantener la calma de los internos. Eran pocas las personas que iban a atenderse, ya que todos tenían miedo de salir a la calle. Él trataba de mantener la calma y hacer que los pocos pacientes se comportaran sin alarmar a la población.
Noah estaba muy preocupado por los pacientes más pequeños, ya que era donde solía pasar la mayor parte del tiempo. Cuando ya no había nada de trabajo, el médico más joven, solía ir a ver a los pequeños y ayudarlos a ver el mundo con otros ojos.
Sabía que eso no era demasiado, pero para esos pequeños que no salían de ese lugar, un amigo era mucho más que una esperanza.
Él siempre trataba de sacarle sonrisas a los niños, trataba muchas cosas y muy pocas duraban o daban frutos, pero él no se detuvo nunca.
Comenzó a caminar con rapidez rumbo a los pequeños, él tenía una amiga pequeña, la niña decía que Noah era su prometido y que se casaría con él cuando saliera del hospital.
La pequeña poseía una enfermedad viral, pero según su médica, ya se estaba mejorando. La niña era una de las primeras menores de edad en contraer el virus, gracias a ella, se estaban llevando a cabo varias vacunas con anticuerpos de ella.
Las cosas muy pronto iban a mejorar con respecto a los hospitales. Todo mejoraría con lentitud, pero muy pronto ella estaría en perfectas condiciones.
—Hola, pequeña —dijo Noah entrando a la sala de pediatría.
La niña sonrió ampliamente y corrió con cuidado hacia donde estaba él para abrazarlo con delicadeza y tranquilidad absoluta. Eso le era necesario para mantenerse con una hermosa sonrisa.
—¿Cómo estás, pequeña?—Preguntó él bastante preocupado por la actitud de la niña.
La jovencita lo soltó con cuidado y miró los ojos del médico con una gran sonrisa en su rostro. No dijo nada, hasta que asimiló la pregunta de él.
—Muy bien, por suerte las cosas están mejorando y Lucile dijo que muy pronto me podré ir del hospital —la niña comenzó a toser.
Noah negó con la cabeza.
—La tos no mejoró, deberían estar controlando ese efecto negativo —dijo él.
Lucile llegó a donde estaban y negó con la cabeza, tomó a la pequeña en brazos y miró a Noah a los ojos, su ceño se encontraba completamente fruncido por las palabras que el médico había utilizado en ese instante. Para ella, eso no era correcto.
—Noah, deberías de estar trabajando en tu sala ¿Qué haces aquí, Domínguez?—Dijo Lucile.
La niña le pegó en los hombros a la pediatra y negó con la cabeza. Parecía estar llena de furia por la situación en la que la médica había puesto al doctor.
—Shhh, no le hable así a mi esposo —dijo la niña.
—Ya oíste a mi esposa, no puedes hablarme de ese modo —Noah sonrió amplio.
Lucile le entregó a la niña en brazos y soltó una risita.
—Cuídala bien, Domínguez —dijo Lucile y continuó con su trabajo.
La niña lo miró fijamente a los ojos con una gran sonrisa en su rostro.
—Cuando tenga la edad suficiente, te casarás conmigo ¿Verdad?—Preguntó la niña.
Noah sabía que la niña moriría muy pronto por su enfermedad, pero le siguió la corriente.
—Por supuesto, nos casaremos y tendremos cuatro hijos ¿Te gusta?—Preguntó él.
La niña asintió con la cabeza y bajó de los brazos de Noah para ir a jugar con los otros niños.
Uno de los niños se acercó a él con el ceño fruncido parecía estar realmente enojado con Noah, pero el médico no dijo nada al respecto; el pequeño solo era un niño de cinco años y no podría hacer mucho.
—Usted no se casará con ella, yo lo haré —dijo el niño—. No se acerque a ella o lo mató.
Noah alzó ambas manos en el aire y luego miró al pequeño a los ojos.
—No te preocupes, no lo haré, pero debes prometerme que la cuidarás —dijo Domínguez.
El niño sonrió con ampliamente y asintió para correr a donde estaban los demás niños.
Noah salió de la sala de pediatría caminando con tranquilidad ya que aún era demasiado temprano para comenzar a atender a los enfermos, todos tenían un horario y el de él aún no era.
Una de las enfermeras se acercó a él con una gran sonrisa en su rostro.
—Noah, ¿Aún no se fue la señorita Rodríguez?—Preguntó esperando que él respondiera.
Domínguez frunció el ceño al oír lo que salió de los labios de la joven.
—¿Por qué esa pregunta? ¿Qué sucede?—Preguntó él.
La enfermera negó con la cabeza, parecía no estar muy contenta con la situación.
—Ella no está enferma, lo sabes y ahora no hay camas —la enfermera hizo una pequeña pausa y luego continuó—, una persona enferma podría estar en esa cama, pero está ocupada por una niña —negó con la cabeza.
Él oyó todo lo que salió de los labios de ella y sabía que tenía razón, ahora se encontraba en un completo aprieto.
—Lo sé, pero ya no será así. Pronto se casará con Queen, pronto se irá —dijo él.
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Editado: 12.03.2020