Capítulo diez: Nadie saldrá de aquí
Ella no comprendía lo que estaba sucediendo, pero no dudó mucho tiempo en dejar de pensar en su madre; ella no quería pensar más, pero lo que no podía dejar de pensar era en su pequeño hermanito.
Lo siento mucho, Ian. Pensó Nora.
—Noah, ¿Quién es? —preguntó Nora con una gran sonrisa en su rostro mientras caminaba con cuidado sosteniendo su pantalón ya que le quedaba completamente gigante. Pensó que sería el hombre de la pizza, aunque no llegaban tan rápido y por ese motivo llamaba demasiado su atención— ¿Llegó la comida? ¿Noah? —cuando se acercó a la puerta su sonrisa se borró inmediatamente tragando saliva sonoramente, pareció negar con la cabeza.
Noah no podía creer que la joven frente a él era Emily Douglas, ella parecía estar en shock y sin comprender absolutamente nada de lo que estaba sucediendo, pero muy dentro de sí ella sabía lo que ellos estaban ocultando; aunque ella no quería recordar su pasado tenía el derecho de acceso a los diarios que ella misma escribió y esos diarios que eran su única amistad en su pasado.
Nada salía de los labios de ninguno, la joven detective tan sólo tenía veintitrés años y recién cumplidos; uno menos que el joven Domínguez. Ambos trabajan para salvar la vida de otros y si es por ellos darían la vida por personas desconocidas, ese es su trabajo y lo que son: héroes de verdad.
Nora negó con la cabeza tan sólo una vez al ver a la asesina serial frente a ella, se ocultó detrás de él esperando que no haga ni un mínimo movimiento, era joven y aún no deseaba morir.
Douglas observó la situación con el ceño fruncido, aún no comprendía lo que estaba sucediendo; ella simplemente deseaba sus diarios ya que dejaría de ser policía y de ahora en más sería una escritora. Emily le había prometido a una editorial aquellos diarios y por ese motivo estaba en busca de ellos, de sus obras.
La editorial quería publicar obras de buena calidad, obras basadas en hechos reales y por ese motivo Douglas pensó en sus diarios; en aquellos diarios llenos de dolor, tristeza y muerte de muchas personas y trágico accidente.
—Señor Domínguez —dijo la joven detective con el ceño fruncido mirando los ojos de Noah—. He oído muchas cosas, demasiadas cosas que lo vinculan con la desaparición de unos diarios —murmuró con el ceño fruncido tan fruncido que parecía ser mucho más grande de lo que en realidad era, llevó una de sus manos hacia su bolsillo trasero y sacó una orden judicial para allanamiento de morada y se la entregó a Noah—. Con permiso, tengo una orden y puedo entrar y revisar su morada —dijo ella antes de entrar a la casa.
Noah tomó la orden con el ceño fruncido, los diarios no estaban en su casa; ellos también estaban en la búsqueda de esos importantes diarios que incriminan a la detective.
Nora negó con la cabeza al ver como Douglas se acercó a ella, tenía mucho miedo por lo que la detective podría hacer, con un simple movimiento la podía asesinar y Nora estaba completamente segura de que eso podría suceder.
Ambos estaban quietos cerca de la puerta, el miedo se sentía en el ambiente y era algo catastrófico.
Emily estaba completamente desquiciada en busca de los diarios, dio vuelta toda la casa con la esperanza de encontrar sus obras, pero la esperanza se estaba desvaneciendo lentamente al pasar de las horas.
—Aquí no hay nada —increpó malhumorado Noah.
Él se encontraba apoyado contra la pared de la habitación, a su lado se encontraba la joven Nora con el ceño fruncido; Nora simplemente pensaba el lugar donde podrían estar esos diarios. La jovencita había aprendido muy bien de su padre y por ese motivo se acercó a la detective Douglas.
—No encontrará nada aquí, no tengo idea de esos extraños diarios de los que habla —farfulló Nora malhumorada al notar el desastre que la detective provocó—. Quizás si nos dijera lo que busca podríamos ayudar —dijo con una pequeña sonrisa en su rostro.
Emily levantó la mirada de la sábana y la observó, ella inmediatamente se acercó con el ceño fruncido hacia la joven Nora. Nora tragó saliva sonoramente, no sabía lo que sucedería; simplemente se quedó allí parada como una estatua.
—Calma Rodríguez, ahora iremos a un lugar muy importante —dijo Douglas.
— ¿Dónde? —preguntó Nora.
#13435 en Thriller
#7581 en Misterio
#4068 en Detective
#1244 en Novela policíaca
Editado: 12.03.2020