Diez minutos después, Eve observó con incredulidad las dos pilas de papel que Basil le había traído y casi soltó un quejido al verlo con tanta seriedad.
—Esta es más o menos la información que recopilé sobre mis hijos. En su mayoría, es información que están estudiando y yo refuerzo durante distintos momentos del día.—dijo refiriéndose a la pila más grande de documentos.
—¿Y la otra?—preguntó Eve con nerviosismo, señalando la pila de papeles más pequeña.
—Esa tiene un resumen de su historial médico e información sobre sus alergias.—le dijo y Eve contuvo la respiración.
Maldita Lily, me mintió, pensó recordando el momento en el que ella le preguntó a su cuñada si los niños tenían alergias y está le respondió que no.
—No te preocupes, son pequeñas alergias... Pero no está de más echarle una ojeada. Aunque no es eso lo que más me preocupa.—dijo él con seriedad.
—¿Qué es lo que más te preocupa?—preguntó con el mismo tono de voz monótono, haciendo que Basil frunciera el ceño de forma automática.
¿Qué demonios le pasa?, se preguntó al ver la forma tan impersonal en la que ella lo estaba tratando.
Parecía aburrida de tener que hablar con él.
¿Acaso las cosas iban a ser de esa manera en adelante?
—¿Basil?—dijo Eve llamando su atención.
Él sacudió la cabeza por un segundo, saliendo de sus pensamientos para luego suspirar y asentir.
—Lo que más me preocupa es que mantengamos en armonía el horario que he diseñado para mis hijos.—dijo y Eve abrió los ojos con asombro.
¿Acaso Basil era un obsesionado de los horarios?
—Bien...—susurró él tomando unas de las hojas.—Actualmente mis hijos están aprendiendo dos idiomas nuevos.—comenzó a explicar y Eve soltó un jadeo.
—¿Dos idiomas nuevos?—repitió como si no se lo pudiera creer.
¡Eran niños y ya estaban aprendiendo otros idiomas, por Dios!
—Sí... Sabes muy bien lo mal que lo pasé con el inglés cuando los conocí a ti y a Ray. Mis hijos nunca pasarán por algo como eso mientras yo esté vivo. La vida es dura, Evelynn, así que estoy haciendo mi mejor esfuerzo en prepararlos lo mejor posible.—dijo con cierta rudeza y luego volvió a mover los papeles que había tomado en su mano.—De lunes a viernes despiertan un poco antes de las siete. Se asean y desayunan a esa hora, para empezar con sus horarios de clase a eso de las 7:00 o 7:15. Sólo debes preocuparte de la atención de mis hijos, no estás obligada a hacer nada que tenga que ver con la limpieza de la casa o la cocina.—explicó y Eve lo miró como si de alguna forma no entendiera lo que él estaba diciendo.
—¿Ellos están acostumbrados a esto? ¿No te piden romper la rutina de vez en cuando?—preguntó asombrada.
Basil la miró como si ahora fuera él quien no pudiera entender sus palabras.
—¿Romper la rutina?… Ellos han crecido con ese ritmo en su día a día: y no es algo que yo esté dispuesto a negociar con nadie, a menos que sea su madre quien interfiera.—soltó bruscamente y la pelirroja sintió como si sus palabras hubiesen sido un golpe directo a su pecho.
Por supuesto que él no iba a discutir con ella a la rutina de sus hijos… Sobretodo porque era una recién llegada a la que a duras penas se le estaba permitiendo acercarse a ellos.
—Entiendo.—respondió en un tono de voz neutro, no queriendo que Basil descubriera lo mucho que la habían afectado sus palabras.
—Lo que dijo Eliana sobre las reglas en casa, por supuesto que no se ajustan a ti. Tendrás una habitación arriba y podrás hacer con ella lo que quieras durante los días que estés aquí, así que no te preocupes por eso. Son mis hijos quienes tienen tareas diarias como hacer la cama, lavarse los dientes justo antes de desayunar, organizar sus cosas y comerse toda la comida... Sé que algunas de ellas ni siquiera debería mencionarlas, pero te sorprendería lo literales que necesitamos ser los padres todo el tiempo. Por ejemplo, Eliana ya tiene una inteligencia lo suficientemente aguda como para darle la vuelta a todo lo que digo. Es una genio para librarse de responsabilidades y órdenes.—dijo Basil con una pequeña sonrisa.
Eve quiso sonreír igual que él, pero se contuvo al recordar que no estaba ahí para ser amiga de Basil o para recibir su aceptación. Estaba ahí por los niños, así que lo mejor era limitarse a hacer exactamente lo que se le estaba pidiendo.
—Está bien.—respondió ella sonando más tajante de lo que pretendía.
Basil la observó por un segundo con una expresión pensativa y luego asintió.
—Es perfecto, entonces.—dijo y se giró para irse, pues Anastasia estaba en el hospital y necesitaba compañía. Él comenzó a caminar hacia la puerta de salida de la casa, pero de pronto recordó algo.—Oh, ¿Eve?… Eliana ama que le hagan trenzas, le encanta que le ayuden con su cabello.—agregó y ella asintió emocionada. Eve sabía hacer trenzas.—Pero eso sí, nada de maquillaje. Eliana no tiene permitido usar maquillaje todavía, a pesar de que intenta manipularme con eso, no he cedido.—indicó y Eve escuchó cómo la mencionada soltó un resoplido, demostrando que estaba espiando la conversación con su padre.