Prologo.
Cuando llego no es necesario que trate de ubicar su paradero. El camino de sangre y restos me guía. Paso unas cuantas habitas hasta llegar al plantel principal, donde el desastre es más notorio. Hay sangre por las paredes y las partes de cuerpos son el nuevo toque decorativo por donde mires, y ahí estaba. Sus rasgos cubiertos de sangre y una mueca de satisfacción plasmada en su rostro.
—Tardaste demasiado. —Se lamenta viendo a su alrededor.
—¿Qué hiciste?
—Lo que todos querían, pero nadie se atrevía. —Se levanta dejando caer el cuerpo de su última víctima.
—¿Los niños? —Inquiero con cautela.
—En mejores prados, por supuesto.
Me regala una sonrisa escalofriante, dejando ver sus dientes cubiertos de sangre. Me tiende la mano para poder apoyarse y salir del desastre de cuerpos y membranas que tiene a su alrededor. Como si en verdad me necesitara.
¿No se da cuenta de que se volvió el monstruo que tanto temía?
—Aun así, soy el monstruo al que amas y seguirás siempre. —Dice viéndome a los ojos y demostrando cuanto me conoce. Que sin necesidad de pronunciar las palabras sabe lo que pienso. Me tiende nuevamente su mano para que la tome. Y eso hago.
—Siempre.
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Editado: 26.09.2021