Court

Prólogo

Una joven de cabello rubio y castaño, y ojos azules corría por la nieve

Una joven de cabello rubio y castaño, y ojos azules corría por la nieve. Su oscura capa ondeaba gracias al viento. Sus pisadas quedaban impresas en la nieve por unos segundos antes de desaparecer mágicamente. Mientras corría, lágrimas bajaban por sus mejillas mientras se quedaban congeladas antes de caer. Agotada, se dejó caer en el frío camino en medio de un poblado. La gente, pasaba por su lado ignorándola. En ese momento, Claire sintió el frío del ambiente en los huesos. Su corazón pareció congelarse. Al igual que su magia. A nadie le importaba. Tirada en aquel frío suelo, se sintió abandonada y sola. No se sentía con fuerzas para continuar. Había huido de palacio en la noche y allí se encontraba en el amanecer. En un pueblo quien sabe donde. Había perdido la noción del tiempo y espacio. Tan desesperada estaba por salir de allí que huyó en la noche anterior y había hecha do a correr sin saber hacia donde. 
Deseaba quedarse allí, dejarse congelar por aquel infernal frío de su reino. Una ráfaga de aire congelante la azotó suavemente meciendo sus rubios cabellos como si entendiese su dolor y la intentase animar para que siguiese adelante. Pero se encontraba sin fuerzas. Con tan sólo 16 años, Claire había tenido que soportar cosas que pocos e su vida habían pasado. De pronto, una cálido mano la cogió del brazo y la ayudó a levantarse. Aquel toque, electrizó su piel. Se estremeció inconscientemente. Incluso con la gruesa capa que llevaba, notaba aquella sensación. Al notar el segundo tirón, tampoco hizo nada. Fue al tercero cuando supo que aquella mano no la soltaría e insistiría en levantarla. Fue en aquel momento en el que pensó en su madre, la reina, en lo decepcionada que se encontraría al saber que su hija, su heredera, había muerto por un poco de frío  siendo una bruja del hielo.  Con eso en mente, lentamente se fue levantando. Cuando lo hizo por completo, estudió a su salvador. Con cabello castaño algo revuelto por el viento, ojos verdes esmeralda completamente fríos y mandíbula apretada dándole aspecto bastante varonil y duro. Claire tuvo que hacer esfuerzos y reunir toda su voluntad para no ceder ante aquel lento escrutinio a la que estaba siendo sometida por parte de aquel desconocido. La joven no pudo evitar estudiar al chico mientras él hacia lo mismo. Notó una fina cicatriz en el pómulo que lo hacía parecer más adulto. Por las ropas que llevaba, Claire pudo notar que era un forastero.

El chico, entrecerró sus ojos mirándola con detenimiento inspeccionándola intentando descubrir el porqué la había salvado. Él no era así. La chica, ya más recuperada, al notar aquella fría mirada, más fría que las temperaturas de aquel lugar, alzó la barbilla y dejó que un poco de su magia se dejase entrever haciendo que las temperaturas bajaran un poco más. Un hecho que ella no notó pero sí él. Tal vez estuviese agotada pero no dejaría que la intimidaran. Había recuperado las ganas y no dejaría que su salvador la intimidase. Ni mucho menos.

Los músculos de su espalda se tensaron cuando notó que Claire se estaba recuperando y pensaba encararlo. Su mandíbula se apretó un poco más al notar el frío que la chica emanaba y la magia en el aire. Estaba seguro de que tenía delante a una bruja de hielo. Además, no le agradaba para nada aquella chispa en sus ojos. Parecía rabia contenida al igual que rebeldía. Pero, el problema era que, no podía descifrarlos. Cosa que se le hacía muy fácil para él en las demás personas. De niño había empezado a desarrollar aquel extraño don. Estaba comenzado a arrepentirse el haber ayudado a una enemiga. Una bruja. Iba a darse media vuelta para irse de aquel lugar cuando, de pronto, algo lo hizo estremecerse. Notó como la chica delante suyo colapsaba y se desmayaba. El efecto fue inmediato. Dejó de importarle la gente que aún seguía caminando ajenos al remolino de sentimientos que tenía en su pecho. Una preocupación ajena se instaló en su corazón. Rápidamente se acercó a la joven y le tomó el pulso. Seguía latiendo. Expiró el aire que inconscientemente había retenido. No le costó mucho saber que era por el cansancio. Seguro que había sobrepasado sus fuerzas. Y por eso había caído rendida la suelo. Sabiendo que se arrepentiría, cargó con ella al lugar en el que se había establecido para la misión.

El joven se sintió estúpido cuando notó que el frío que antes se había instalado en aquel lugar había desaparecido en cuanto la bella chica se había desmayado. Ahora estaba seguro de que era una bruja. Y, tenía miedo. Miedo por aquellos sentimientos que empezaban a invadirle en cuanto a la chica. Él no era así. Jamás había sentido algo así. Nunca se había preocupado por los desconocidos. Menos por las brujas. Para él, eran escorias que debían ser eliminadas. Entonces, por qué se sentía así?

 




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