Muerte de dos almas

Me llamo t/n, y es así como comienza mi historia...

Acababa de llegar del colegio, como de costumbre puse mi abrigo en el perchero y subiendo las escaleras me dirigí a mi cuarto. Hoy, por primera vez, mi padre llegaría a visitarnos a mi madre y a mí. Estaba demasiado entusiasmada, mi corazón latía aceleradamente y desbordaba felicidad con cada paso que daba. Hace catorce años lo vi por última vez, cuando tenía sólo cuatro años. Era muy pequeña y eso fue hace tanto tiempo[...]  ¿será diferente?, tal vez sí, por que yo he cambiado.

Ahora la casa se siente muy solitaria, mi madre no se atreve a dirigirme la palabra, por lo tanto dedico mi tiempo  a mantenerme ocupada. Desde que mi hermano murió, ella cree que le tengo rencor y por eso se apena conmigo. Si me duele, claro, pero la vida sigue. A fin de cuentas me quiere, yo lo sé. Pero esta visita de mi padre puede llegar a alegrar el ambiente.

Sacada frenéticamente de mis pensamientos, hice con mi cabello largo, negro y terso una coleta. Me dirigí a la cocina y me coloqué un mandil. 

Empezé a cocinar, es una de mis grandes pasiones. Además, si yo no cocinara mi madre tampoco lo haría, y nos tocaría alimentarnos de comida precalentada toda la vida. La verdad soy de esas personas que prefieren preparar algo en casa a comer plástico comestible (Jajaja). Es por eso también que ya soy toda una experta. Preparé un delicioso platillo de carne con jamones y nueces bañado en una salsa casera. Como portaré preparé un mousse de pera, que no es por nada pero enserio está delicioso. Al acabar acomodé los últimos detalles en la mesa y subí a mi cuarto para arreglarme. 

Eran las ocho del anoche, estaba sentada pacientemente en el sofá de la sala cuando escucho la puerta abrirse. ¡Era mi madre acompañada de mi padre!, no aguanté la emoción y corrí a abrazarlo. Él se veía igual de feliz que yo. Fue un momento mágico donde yo giraba por el aire mientras él me cargaba, justo como lo hacíamos cuando era una niña. Al pararnos, por fin, después de mucho tiempo escuché su voz de nuevo, -hija, cuánto has crecido, mides lo mismo que yo- me dijo con cierto brillo en los ojos y una sonrisa en la cara, -1.75 no es mucho. Todavía esperaba medir 2 metros- dije con gracia, como intentando burlarme un poco de él. Supongo que todavía resguardo esa pizca de mi padre; la gracia y la burla. 

La cena fue de lo mejor, por un momento olvidé todos los problemas y me encerré en esa burbuja de felicidad eterna que parece ser perfecta en todos los sentidos. Hablamos de tantas cosas, como de que debería ser chef, o que debería cortarme el cabello. Luego del postre pasamos a bailar. La música pasó de jazz a algo más movido. Es hora de soltarse y mostrarle a todos mis habilidades para el baile. 

Pero, al final de tantas risas, la cara de mis de regocijo de mis padres se fue desvaneciendo dando lugar a una más triste, melancólica. -hija- pronunció primeramente mi madre, como alertandome de lo que se venía -la visita de tu padre no es algo aleatorio. No te lo había dicho antes para no entristecerte, pero tarde o temprano tendrías que saberlo. Hace cinco meses me detectaron Cancer pulmonar terminal, supongo que sabes lo que significa.- mi madre allí, en ese preciso momento, me estaba exponiendo una muerte prematura, simplemente no podía creerlo. -no me queda mucho tiempo, por eso decidí dejar de lado mi orgullo y regalarte esta cena. Sé que lo anhelabas, por eso lo hice, pensando en tí. Invité a tu padre, pero has de saber que él ya tiene otra vida. No puede quedarse.-

En ese momento toda mi vida se vino abajo. Es imprescindible la manera en que puedes destruirte, desmoronarte. Momentos antes tenía todo lo que quise tener, y ahora vivo queriendo despertar y pensar que todo fue una estúpida pesadilla. No pude derramar ni una sola lágrima, el pecho me dolía como si estuviera apretando mi alma con mis manos, entonces no sentía ni el dolor ni la cólera.