El trayecto en auto fue callado, ni Benjamín ni Mariana querían alterar a Laura y no lo hicieron después de todo.
Llegar al recinto no resultó difícil, por otro lado estacionar el vehículo se convirtió en una odisea "¿A quién se le ocurre enviar a alguien al centro un viernes?" se cuestionó Laura, al bajar tomó la pequeña nota y leyó.
"¡Felíz no cumpleaños! Lo prometido es deuda, ya no tendrás que viajar en camión o bicicleta."
Se estremeció ligeramente pero siguó su camino hasta el establecimiento buscado.
Al entrar se encontraron con una cafetería de aspecto rústico, las paredes parecían ser madera o algo parecido a ella, el piso era de loseta común y corriente mientras que la decoración trataba de asemejarse a un bosque, el olor que emanaba el sitio mezclaba el café recién preparado con el de algún aromatizante en el que no se detuvieron a descubrir el aroma por el momento, sin embargo el ambiente acogedor del lugar no logró tranquilizar la tensión de los jóvenes.
Al dar un vistazo veloz por el sitio no parecía haber un indicio del infame trozo de papel, por tal motivo dieron un par de vueltas por la cafetería, y tras unos segundos de ir prácticamente en círculos alguien tuvo la idea de revisar la nota con la dirección, "Mesa 12" especificaba, sin embargo no existía tal mesa, cada una contaba con un cartoncillo al centro con el número de cada una, y todas llegaban hasta la diez por lo que faltaban otras dos, furiosa e indignada Laura llamó a su acosador.
"-¿Lau? ¿Qué pasa? Tengo trabajo ¿Podría ser después?-"
"-¡Ningún después! No existe la mesa doce, deja de jugar estupideces conmigo y dime quien eres-"
"-¿Ya preguntaste a los meseros? Por cierto, no es bueno que te enojes tanto, tu salud no es la más invulnerable -"
El tipo parecía burlarse de ella desde el otro lado de la línea y eso solo aumentaba su enojo, pero ¿Qué otra opción tenía? Colgó inmediatamente después y se acercó a un mesero cercano.
-Disculpe ¿La mesa doce?- De cierto modo se sentía tonta al preguntarlo, tal vez solo se trataba de un broma de muy mal gusto y se encontraba allí haciendo el ridículo.
-Por supuesto, sígame
Atónita la muchacha siguió al mesero, seguida por la pareja por un rincón no muy pequeño donde había más mesas con mayor tamaño a las anteriores, estas a su vez llegaban hasta el número dieciséis.
-Las demás mesas se encuentran aquí para reservaciones, si les interesa pueden hablar con mi compañero llamando a la gerencia- Aclaró el hombre antes de salir.
Ahora el lugar parecía más familiar para Laura, allí había celebrado con el resto de su familia el cumpleaños de un tío, una casualidad, más no una peculiaridad de otro mundo, al recordar a los invitados no pudo recordar a alguien desconocido, todos eran parte de la familia, llenos de incertidumbre los tres se acercaron a la mesa indicada, y tal como lo predicho la siguiente pista ahí se encontraba.
¨Bien hecho, no esperaba menos de ti.
¿Hay algo que nos gusta mucho, te acuerdas? Dejé un pedacito en la explanada de la fábrica joyera "Andaluz" Espero y te parezca sorprendente, aunque no podré dejártelo hasta la próxima semana"
De todos lo lugares de la ciudad tenía que escoger ese, maldita su suerte y maldito el que le hacía esto, su mejor amiga palmeó su hombro de forma maternal.
-¿Qué dice?- preguntó Benjamín
-Tenemos que ir a Andaluz- contestó Laura mirando al piso, miró a sus amigos y descifró la preocupación en sus ojos- Está bien, solo es una fábrica, no importa realmente.
-¿Si alguien te reconoce?- Dijo Mariana angustiada.
-No huyo de la ley Mari´- Respondió la joven rodando los ojos.
Se fueron pronto de ahí y ni siquiera tuvieron la decencia de agradecer al mesero que les había atendido, al llegar Laura se vio obligada a aparcar su nuevo auto en una pensión algo lejana, a la mañana siguiente lo solucionaría con su arrendador y conseguir un espacio en el complejo. Por fortuna o por desgracia sus amigos tuvieron que dejar el departamento esa misma tarde, pudo reflexionar sobre su situación, pero tal vez jamás se hubiese sentido tan necesitada de compañía en su vida.
La horas pasaban y Laura se veía aquejada por la apatía, quizás fue esto lo que hizo que su mente acabase divagando en interminables pensamientos, las cosas no podían ser horribles coincidencias en el punto en que se encontraba, todo se conectaba misteriosamente y tal vez demasiado conveniente, llamó a Milagros esperando una vez más poder encontrar una respuesta a su problema.
¨-¿Hola?¨
¨-Hola Milagros ¿Podemos hablar?¨
¨-Dime¨
¨-¿Cuándo fue que celebramos el cumpleaños de tu papá en esa cafetería del centro?¨
¨-Hace tres años ¿Por?¨
¨-Algunos asuntos ¿Quiénes estuvieron?"
¨-Toda la familia, los amigos de mi papá, mi mejor amiga, Mariana, Benja y Sela¨- Laura se quedó en silencio, de algún modo se sentía culpable al olvidar a los invitados, se había prometido que recordaría todo lo que pudiera sobre Sela.
¡Dios! Como le quería, y peor aún, como le extrañaba la persona más importante en su vida la había dejado tan sola como había llegado al mundo, su mejor amigo, la gente solía criticarla al preferir a Sela en lugar de su familia, sin embargo estas acciones no eran un sin sentido, él le había demostrado que siempre estaría ahí cuando nadie más lo haría, el tiempo pasó y este encontró a la que creyó la mujer de su vida, aun siendo menor de edad se centró en ella solamente e inesperadamente la joven resultó embarazada, Verónica, nombre al que respondía la chica, pensó inmediatamente en el aborto, por el contrario el muchacho estaba completamente dispuesto a seguir adelante y tener al bebé, su plan consistía en trabajar en la fábrica joyera de sus padres "Andaluz" y sostener a su familia, Verónica dio a luz una niña llamada Kendra quien por desventura cayó atrozmente enferma y murió un par de semanas más tarde. A Laura le hubiese encantado poder apoyar a su queridísimo amigo en momentos tan difíciles, no obstante su familia le exigía cada vez más y a cada paso parecía que nada era suficiente para ellos, su cuerpo y mente se desgastaban, asimismo le tenían prohibido encontrarse con Sela al considerarlo una mala influencia, mas Laura no perdía oportunidad para llamarlo y darle consuelo aunque le pidiese encarecidamente visitarlo, un año ulteriormente Verónica y él se separaron dejándolo destrozado, con los días ya no respondía las llamadas, y listo, Sela había perdido la razón, su hermano mayor lo encontró en su oficina intentando suicidarse, lo internaron. Después de eso solo le quedaban Mariana Y Benjamín