Importante resulta explicar esto y sopor capricho les conduzco por fragmentos sin valor con la idea de cargar de ridiculeces el espacio que me han cedido y el tiempo que se gastará repasando estos excesos, más aun para potenciar la figura de Juli cuando en este singular entramado recupere el lugar que con justicia le pertenece, aunque mucho falta hasta que su divina aparición corrija los estragos de mi vida saboteada y desmorone lo construido sobre cimientos defectuosos y mal habidos para volver a armarse con el debido orden de los manuales tradicionales, en este punto era ella todavía una niña y quiso ser el momento en que la conociera sin el correcto interés, mi salvadora, la persona a quien más le debo, quien me hizo humano otra vez, quien rescató de mí cuanto había desechado.
Pero al futuro punto en que a esta historia ella regrese me guardaré el significado oculto tras su deliciosa estampa aunque tanto por ella me dedicaría a la totalidad del relato, el efecto se desvanece sin la causa, tiempo y papeles no sobrarán para destinar al símbolo fortuito de haberla conocido, allí el quiebre pero queda hacia atrás el lapso que por ella vi restituido, el impacto que hace al corazón latir de nuevo, sentir de nuevo y ansiar la vida por tantos años marchitada, tanto tiempo desperdiciado en el reemplazo injustificado de un ser mezquino e incapaz, no era mi deber hacerlo pero aun así lo hice. Sostener el timón de una nave abandonada y una familia directa contra los riscos, sujetar las riendas de un desastre te obliga a concentrar tus fuerzas, enfocar la mirada y al margen de ella no existe nada más, ni siquiera lo que por definición te corresponde, todo cedido por una causa altruista, quiero creer que lo era, lo que te haría perder más que lo ganado.
Si quieren por ejemplo cubrir cuanto mis palabras dejan al azar en una masa moldeable a discreción de sus propias medidas, de una imaginación poco iluminada no quiero hacer una acertada suposición, en sus rostros sí lo hago al planearlos recorriendo estas ruinas, tan difícil como describir con lógica una burda acumulación de escombros y recuerdos devueltos a su grado más caótico, se busca el paralelo de su anterior versión para dar la nota de lo que se esconde en la confusión de los contornos retorcidos, algo era lo que contemplo perplejo, penoso de asimilar su original naturaleza en un puñado de hierros colapsados. Tanto así puede ser enfatizar un sentimiento, como leer un párrafo en un idioma ajeno e incomprensible y es esencia humana menospreciar lo que no comprende, lo que no resuena en sincronía con la propia experiencia, se tiende a minimizar cuanto no se ajusta a la escala personal de cuanto nos afecta, y lo que no lo hace no es digno de consideración, rebajado al estrato de una singular tontería, pequé de ser así como un esclavo de la tendencia egoísta de una raza mediocre e indolente, espacio habrá más adelante para presentar al verdugo que ejecutó en mí el castigo correcto por tantas banalidades y en la propia carne cultivar el peso de todas mis censuras.
Pero desvarío y por ello me disculpo, estas cuatro paredes propician a la liberación de cuanto la mente en soledad cultiva y al convivir con el pasado plasmado en lo palpable de la oscuridad junto a mí encerrada, el camino se termina y solo queda regresar sobre lo conocido, la puerta del futuro bloqueada, hacia atrás solo se encuentra la vía de escape, se repasan los mismos pasajes y siempre algo nuevo en ellos se descubre, nada supera la desazón de un viaje castrado y vuelto a su inicio, el cierre de un círculo y dentro de él te quedas atrapado, haces de ese pequeño espacio tu mundo y te olvidas de lo que hay más allá de ese límite auto impuesto que pone tu cabeza en el cepo condenado a esperar el consuelo del corte fatal.
En cierta forma me enorgullezco de haberlo hecho, de haber empleado mis fuerzas para sostener el techo como una moderna similitud con el condenado Atlas, cuando el sostén principal de la familia olvidó lo que significaba serlo, cuán poco sabía lo que acarreaba el título de padre de esposo, simple la aceptación de los honores cuando no se advierte lo que conlleva, muchos reyes a través de la historia no supieron cargar su corona y un héroe no lo es sin un acto que a tal grado lo ascienda, no concibo la idea y a pesar de todos mis quiebres todavía así lo hago, más abarca la paternidad que la eyaculación fortuita dentro de una vagina desprevenida y vibrante de placer, un proceso natural sobre el que se basa la perpetuidad de toda especie aunque por mi vergonzosa calidad poco al caso pudiera presentar testimonio, sí de mi buena cualidad de observador me jacto y de los textos anatómicos siempre me he considerado entusiasta e interesado, razón biológica de la concepción hasta para el más obtuso que tal proceso asocia a un milagro.
Una mecánica bien diagramada y muchos hay quienes disfrutan de la conveniencia de la electricidad sin saber siquiera como funciona, he presenciado y más aun en estos locos tiempos cuando la cordura se ve reemplazada por el salvajismo de los instintos hormonales y los resultados a plena vista demuestran la decadencia de una época impulsada por el vicio y una sexualidad descontrolada. Cuando la conciencia se traspapela con los delirios desplacer superficial, un instante y lo demás nada importa y una planta no larga sus semillas sin antes florecer, cualquiera puede cogerse a una mujer en un momento de ensueño cuando la mente se ciega de deseo, lo natural se da si los debidos recaudos no se toman, las balas matan y el esperma fecunda, no todos están preparados para ser un asesino y dejar a una hembra embarazada no te hace padre si se carece de la madurez necesaria para comprender lo que eso significa. Siempre lo he creído así y aun lo sostengo con una multitud de ejemplos que mantengan sólida mi postura.
Cuando mi padre abandonó a nuestra familia siguiendo caprichos que nada más acentuaban su crónica terquedad, singular sujeto y aunque poco aquí merece desde lo más profundo de mis rencores, es por denunciar sus tantos años de atropello que en resumida cuenta aquí les presento como un factor más a la turbulencia que pronto haría de encontrar una calma ponzoñosa y adictiva a un oasis de doradas riberas y sonriente frescura, solo un espejismo de bienestar imaginario, una isla en medio de la tormenta que te concede el consuelo de una estable alegría aunque a otro perteneciera, el oro de una comunión consigo mismo, de regreso al caos te ves obligado, no olvidas el feliz instante en que todo fue dicha y te recordaste vivo, un fugaz momento muy valioso en medio de tantas temporadas nutridas de soportar una existencia salpicada de arrebatos violentos.