Insertó las coordenadas en el GPS y este la guió hasta un parque, estaba completamente verde, había niños jugando al rededor y familias que comían sentadas tranquilamente, siguió caminando según las indicaciones que el aparato le daba hasta llegar a un mirador de madera que entraba en un lago, allí no había nadie pero decidió esperar a ver si venía alguien pero de un momento a otro todo se volvió negro.
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—Sí, vale.
Cal oía fragmentos de la conversación telefónica que Seth mantenía con los conocidos que tenían que proteger a Nesta, eso no le daba buena espina así que se acercó a la sala donde se había encerrado el chico y pegó la oreja a la puerta.
—Pues ya sabes lo que tienes que hacer.
…
—Cuando lo hagáis id a un lugar seguro, solamente venid si no hay otra opción.
…
—Mantenme informado.
Cal oyó pasos acercándose a la puerta así que se alejó y volvió a la sala donde estaba antes de que el chico se fuese.
Cuando llegó vió la preocupación en su rostro, cogió una silla y se sentó frente a ella.
—Cal tengo que decirte una cosa.
—¿El qué? ¿Qué ha pasado Seth? —Cal podía oís su corazón retumbando en sus oídos como un tambor.
—Nesta ha desaparecido, llegó al punto donde la citaron y desapareció.
—¿Cómo? ¡Se suponía que ibais a protegerla!
—Cal, relájate vamos a encontrarla, mis amigos son grandes rastreadores y…
—Ya tú y tus amigos que se suponia que iban a proteger a Nesta, pero no lo han hecho. ¿Cómo puedo estar segura de que la encontrarán?
—Tendrás que confiar en mi —sentenció Seth.
—Ya confié en ti, nada de esto habría pasado si tú no hubieses aparecido y si yo no hubiese confiado ciegamente en ti como una tonta. Me voy.
Salió de la casa dando un portazo, al entrar en su residencia fue recibida por Dhara que al ver cómo entró y se fue directa a su habitación entendió que quería estar sola.
Se tiró en su cama, todo había sido por su culpa, si se hubiese estado quieta, si no la hubiese dejado sola Nesta probablemente estaría bien. Se quedó ahí toda la tarde, a la hora sede la cena Dhara le llevó un plato que no se comió.
Ya era muy entrada la noche, debían ser las cuatro de la mañana y seguía ahí tumbada llorando de la impotencia, una figura entró a la habitación con una pequeña luz en la mano, por un segundo le vino a la mente el recuerdo de aquel ser que lo inició todo, pero era Dhara.
—No estás bien ¿verdad?
—Déjame Dhara quiero estar sola.
—No, no pienso irme me quedaré contigo.
Se tumbó a su lado, eso le trajo muchos recuerdos de cuando Nesta y ella eran pequeñas, siempre que una estaba enferma o le pasaba algo la otra estaba ahí para ella, fueron momentos muy felices. Una lágrima se deslizó pos su mejilla y Dhara la secó con su dedo.
—Shh, no pasa nada, duérmete que te sentará bien.
—Ya lo he intentado pero no puedo.
—¿Te ayudo? —Cal solo asintió como respuesta —cierra los ojos.
Ella obedeció y sintió como la pelirroja le soplaba suavemente en la cara y poco a poco caía en los brazos de Morfeo.
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Le quitaron el saco que tenía en la cabeza, sus ojos tardaron en adaptarse a la luz proveniente de una pequeña lámpara sitiada encima del gran escritorio al que estaba encadenada su mano derecha, el hombre que le había quitado la capucha se sentó frante a Nesta que comenzó a gritar, patalear e intentar soltarse.
—Cálmate, así no conseguirás salir de aquí
Ella sabía que el hombre tenía razón así que obedeció.
—Supongo que estarás sorprendida de encontrarse aquí, te hemos traído para que nos cuentes todo lo que sepas del paradero de Cal Morris.
—Yo no sé nada.
La discusión duró un rato hasta que el hombre se levantó amenazante y se puso frente a ella.
—Ni se te ocurra tocarle un solo pelo —la reina emergió de entre las sombras vestida con un impresionante vestido negro —dinos dónde está Cal, solo así podremos ponerla a salvo.
—Ya les he dicho que no sé dónde está.
—Ellos van a hacerle daño, Nesta.
—¿Quiénes?
—Los sihiri, la quieren porque saben que si elige nuestro bando les venceremos, si es necesario la matarán, ¿lo entiendes? Por eso necesito que me digas dónde está, para protegerla.
—Mire, ya le he dicho que no sé dónde está.
—Enciérrala abajo.
—Mis padres me buscarán.
—Tranquila preciosa que ya nos hemos ocupado de ellos —la mujer salió de la sala.
Nesta fue arrastrada escaleras abajo hasta unas mazmorras oscuras frías y húmedas, la metieron en una completamente vacía, miró por una pequeña ventana que había en su celda y pensó: «por favor Cal sálvame pero sin hacer tonterías».
Al día siguiente un celador la despertó.
—Es hora de irse preciosa
—¿A dónde?
—A la sala de interrogatorios donde te haré hablar con la ayuda de mis juguetitos.
El hombre comenzó a reír de una forma histérica y siniestra, sacó a Nesta de la mazmorra y se la llevó a la sala de interrogatorios.
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