Crónicas de Gladius: Crucis

1. Partida

Oscuridad, solo eso había. Un pesado manto iba envolviendo a la joven en aquella habitación de cristal. Su agitada respiración le anuncia que otro temible sueño. El dolor en su pecho era tan grande que no podía evitar gritar, pero prontamente su mirada se nubla hasta ver todo oscuro. Poco a poco el oxígeno vuelve a ella, va sintiendo el olor de la tierra mojada. Los sonidos cada vez se hacían más nítidos, una tormenta, espadas en batalla, gritos y una voz aterciopelada. Sin embargo, de un momento a otro todo queda en silencio.

—Sarah…—Un hormigueo comienza a recorrer sus extremidades.

—¿Quién es?—Su voz casi no se escuchaba.

—Sarah... Abre los ojos... Sarah...

Poco a poco la somnolencia y el hormigueo se van, por lo que vuelve a orientarse. Estaba recostada sobre una cama con un gran dosel tallado. Al momento de levantarse un mareo vuelve a nublar su visión y la hace sentir débil, pero al recuperarse se pone de pie. Había algo raro, nota que el suelo estaba empapado de un extraño líquido rojo y el vestido blanco que llevaba se empezaba a teñir de carmesí. Una electricidad recorre su columna mientras intentaba ver el lugar, sus músculos dolían como si hubiese hecho un gran esfuerzo físico y una sed se apodera de su garganta.

La habitación de estilo medieval estaba envuelta en una escena macabra: había cuerpos de criaturas extrañas cortados en mil pedazos y personas con rostros que reflejaban una agónica muerte, algunos estaban destrozados y otros totalmente flagelados. Trata de respirar profundamente para calmar el deseo de líquido y entonces se da cuenta que había humo, gira advirtiendo que las pesadas cortinas estaban envueltas en llamas. Piensa en que pronto toda esa habitación estaría incendiándose y no quedaría muestra del caos para el causante de esa matanza.

—Sarah...

—¿Dónde estás?—Grita mientras intentaba ubicar la voz.

—Atrás...

Se da vuelta tan rápido que se sorprende, pero solo se encuentra con una esquina oscura. De repente, dos puntos blancos brillantes mostraban los cansados ojos de alguien. Nota que el dueño de ese agotamiento estaba sentado tratando de calmar su agitación. Como siempre su cuerpo se prepara para enfrentar el peligro más grande que podría llegar a enfrentarse en toda su vida. Las sensaciones que experimentaba en cada sueño la asustaban.

— ¿Quién eres?—No hubo respuesta.— ¿Quién eres? —Nada. Pero ahora el extraño se levanta y un relámpago muestra su figura. Era el mismo de siempre.—Por favor, responde.—Estaba desesperada por respuestas.

Ese extraño hombre da unos pasos hacia ella para que pudiera apreciarlo mejor. Era alto y no llevaba ropa sobre su torso finamente delineado. Tenía el cabello largo y castaño oscuro con algunos finos cabellos rojizos, era ondulado en las puntas, también se podían distinguir algunas trenzas que estaban entrelazadas con hilos dorados y terminaban en cuentas. Su piel era clara, pero se veía disminuida por las manchas de sangre. Sus ojos almendrados no dejaban de observarla. La joven ahora apreciaba en más detalle su fino rostro, nadie podría negar que no fuera uno de los hombres más bellos que había visto en su vida. Sus rojos labios dibujan una sonrisa perfecta. Todo en él era belleza.

De la nada comienza a modular, se queda pasmada. Vuelve a modular algo y le señala su vestimenta. Sarah le da un nuevo atisbo al vestido, el cual estaba rasgado y manchado de rojo. También sus manos estaban llenas de carmesí y estaba sosteniendo una daga de plata. Apenas podía apreciar las inscripciones en latín y el escudo tallado en la hoja. Todo le era conocido, en alguna parte había visto esas marcas, pero todos sus recuerdos eran difusos. En ese momento una brisa entra por una ventana rota, la adolescente por primera vez escucha los sonidos del exterior. Había muchos gritos que pedían la muerte de las criaturas que habían atacado su pueblo.

— ¿Qué sucede? —No responde, pero vuelve a señalar la ropa y la daga que sujetaba.— ¿Yo hice esto? ¿Esto es sangre? —Estaba angustiada. Él niega con su cabeza.— ¿Quién fue? —Se señala a sí mismo. Siente cómo sus latidos se aceleran mientras deja salir un quejido. En esos momentos, pensaba que estaba frente a un asesino y que la siguiente en morir sería ella.— ¿Me vas a matar? —Sus manos temblorosas e inseguras dejan caer la daga, lo único que deseaba era despertar. Él niega con su cabeza.— ¿Entonces qué me vas a hacer? Por favor, tan sólo dime algo. ¿Quién eres? Necesito respuestas, si tan sólo me dijeras tu nombre. ¿Qué fue lo que hice? ¿Por qué estoy toda manchada de sangre? ¡Respóndeme! —Se estaba por rendir cuando escucha su voz.

— Pater Noster... —Susurra.

— Eso es el inicio de una oración. —Él asiente.— ¿Es el padre nuestro? —Vuelve a asentir.

—Pater Noster, qui es in caelis, sanctificetur nomen tuum... Adveniat regnum tuum... Fiat voluntas tua, sicut in caelo et in terra... Panem nostrum quotidianum da nobis hodie, et dimitte nobis debita nostra sicut et... nos dimittimus debitoribus nostris... Et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a malo.

— ¿Eres católico? —Él asiente. En ese momento vuelve a verlo con más detalle, encuentra que en su muñeca derecha tenía inscripciones en latín y en la izquierda llevaba una pequeña pulsera con un símbolo que nunca había visto, junto con una cruz de plata y una rosa azul. — ¿Qué significa tu tatuaje?



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En el texto hay: fantasia, peleas epicas, iglesia y corrupcion

Editado: 19.02.2024

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