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Estaba por llegar a su clase cuando se encuentra con Nelly Finney, una amiga que destacaba por su pelirrojo cabello y pecas. La alegre adolescente comienza a hablar sobre lo que había hecho el día anterior, pero ésta no estaba muy pendiente de lo que decía por la opresión en su pecho. De repente, Nelly se queda callada y eso hace que Sarah levante la mirada para Finn Brown. Éste iba en último año y era uno de los chicos más agraciados de la escuela. Todas las chicas admiraban sus ojos azules que contrastaban con su cabello negro. Su amiga tartamudea al saludarlo, en cambio ella simplemente le da una cortés sonrisa. Desde su perspectiva él era alguien común y corriente a sus ojos.
El adolescente volvía a intentar seducirla por ser la única chica digna de su atención. Esta vez la invita a salir, pero Sarah se niega. Su amiga estaba muy molesta por el movimiento de su labio superior. Éste intenta nuevamente su juego apoyando la obra que presentarían dentro de cuatro días. La joven estaba muy incómoda, pero a su rescate llega James, quien era la persona más cercana a ella dentro de la escuela. Esta intervención provoca que Nelly se enfade con los dos. James Adams era un chico guapo con cabello castaño claro que llevaba corto. En cierta forma Sarah se sentía segura tanto a su lado como en el de su hermana melliza, Carrie. Ellos dos siempre lograban hacerle fácil el tema de no querer hablar sobre ella. Sin olvidar que ellos eran los que más sabían sobre su vida privada.
Finn se despide ante la presencia de James al no tolerar su presencia. Pronto siguen su camino hasta el aula y mientras lo hacían Nelly se quejaba con la actitud de ambos. Los retos de Nelly y las mofas del mellizo provocan una nueva puntada en su pecho. En el salón se encuentran con parte de su grupo de amigos. Las chicas al enterarse del nuevo rechazo de su amiga la cuestionan por su desinterés. Con tanta interpelación aprieta su mano para resistir la sensación de escapar, lo que James nota e intenta nuevamente calmar la situación, pero todo fue en vano. Sus otras amigas le dirigen unas miradas cargadas de odio, esto lleva a que Carrie se ría. La melliza era una chica muy alegre y relajada.
Sarah veía la escena contrariada, sabía que como su amiga debía hablar de ella, ya que, eso era lo que se esperaba. Sin embargo, no podía hacerlo. Mientras discutían el resto de su grupo aún estaban riendo y en eso llega Wayne Bann. Éste era el eterno admirador de Sarah desde el momento en que la conoció, por lo que sus sentimientos lo hacían alejarse de su usual carácter amable al de uno celoso. Lamentablemente ella jamás se daba cuenta de sus sentimientos.
Éste deja sus cosas en la mesa de trabajo para pronto unirse a la conversación, el entender el origen de los retos trata de controlar sus celos y curiosidad. Sarah estaba en silencio y con una mirada concentrada en lo que había fuera de la ventana, pero como ella asentía de vez en cuando sus amigas pensaban que les prestaba atención. Entonces James le toca la mano y ésta vuelve a lo que estaba sucediendo, respira profundamente para esquivar nuevamente el tema. Sin embargo, Wayne trata de convencerla de que debía buscar el amor y que eso le iba a hacer bien, pero ésta mira sus manos y les dice que eso no era importante. Entonces entra la maestra y la clase inicia.
Las horas fueron pasando tranquilamente hasta que llegó el momento de ir al club de Teatro. Aquel lugar era uno de los pocos en donde lograba relajarse. Madame Smith, la directora del club, estaba alterada, por lo que daba instrucciones sobre lo que se tenía que hacer para que la obra de Austen saliera perfecta. Todos empiezan a seguir las instrucciones como hormigas. La práctica de ese día debía ser con todos los detalles para así corregir los errores que surgieran. Así era como le gustaba a la maestra.
Sarah tras ponerse su atuendo se va a sentar a una de las butacas para mirar el ajetreado movimiento. A medida que el tiempo pasaba iba prestando menos atención y se hundía en sus pensamientos. Se dice a sí misma que hablaría con sus padres cuando regresen. Cierra los ojos y comienza a imaginar que iba con ellos en el auto. Los paisajes, la música que debían estar escuchando y las conversaciones que podrían estar llevando. Se llena de pesar y soledad. Esperaba que hubieran llegado bien a Manchester. Suspira y se acomoda. En eso llega a su lado James, quien llevaba puesto un traje que lo hacía lucir como todo un hombre de negocios de la época del famoso Señor Darcy de Orgullo y Prejuicio. Se sienta a su lado, pero se queda en silencio.
—¿En qué piensa, Señorita? —Sarah medita si contarle o no sus actuales preocupaciones, pero si lo hacía significaba revelar mucho de ella.
—Simplemente estoy preocupada por la llegada de mis padres a Manchester.
—¿Aún no hay noticias?
—No, pero deben estar ocupados. —Su mirada baja estaba llena de melancolía. James sabía que para Sarah sus padres eran la cosa más importante, esta era la primera vez que la dejaban sola. En todos los viajes de negocio, siempre se iba uno y ella se quedaba con el otro.
—¿Podrán estar este viernes? —Sarah dirige sus ojos esmeraldas a su amigo y sonríe apagadamente.
—Me prometieron que llegarían a tiempo.
—Eso es bueno. —Un nuevo silencio entre ellos se extiende mientras admiraban el movimiento sobre el escenario.— Gracias por hablar conmigo y no quedarte en silencio.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Siempre eres reservada y no me gusta presionarte, porque sé que debes tener tus razones. Es por eso por lo que espero a que me cuentes tus preocupaciones y poder ayudarte.—Nuevamente esa molestia en su pecho la alerta.