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Eara estaba sobre una columna de mármol esperando a que Viktor hiciera su movimiento. Arne miraba cautelosamente a su aprendiz para ir corrigiendo sus errores y para gritarle que perfeccionara sus posturas y movimientos. Cuando el adolescente gira su aguja para atacarla entra por la puerta el sacerdote Friedman. Los tres lo dirigen una mirada seria.
— Disculpa por importunar el entrenamiento de Viktor. — Le dice a Arne.
— No debe preocuparse. — El cazador responde monótonamente y luego mira a Eara tratando de transmitirle tranquilidad. La cazadora daba un salto que la hace desaparecer por un segundo para luego quedar al lado de Viktor.
— En ese caso, Eara vengo de parte del Cardenal. — Eara lo mira y asiente, para luego ponerle una mano sobre el hombro del adolescente.
— Has mejorado. Sigue tu entrenamiento con tu maestro. — Le dice a Viktor con una leve sonrisa. Éste la mira.
— Gracias. — Eara comienza a caminar hacía sus cosas. — Eara, ... — Es interrumpido por Arne, quien aparece a su lado y lo silencia poniendo su mano sobre su boca. La cazadora y el sacerdote los miran.
— Espero que sea una agradable reunión para am... — Eara lo mira seriamente para que se calle.
La cazadora se pone su blusa y chaqueta, guarda sus armas en su bolso y luego se lo amarra a la cintura. Mira al sacerdote, quien seguía sus movimientos para intentar descifrar sus pensamientos. Aunque Friedman conocía muy bien a los gladius y sus reacciones, éstos siempre le daban sorpresas, pero a los que no podía lograr conocer por completo eran los miembros de los Rebeldes y otros cazadores específicos, los cuales en su mayoría eran aliados de esos clanes. Eara era quizás una de sus mayores incógnitas, lo único que tenía claro era que tanto ella como Arne eran gladius con los que debía tener cuidado. La joven camina hasta su lado y éste la mira con sus saltones ojos.
— Ya podemos irnos. — Le señala la cazadora. Él asiente.
— Entendido. Por favor. — Le señala con su mano para que saliera primero. — Arne, Viktor, pueden continuar. — Se despide.
Salen de la habitación de entrenamiento y Arne con su aprendiz quedan solos, éste último se zafa de la mano de su maestro y lo mira molesto. El cazador se ríe y toma el arma de su aprendiz para dejarla sobre el sillón que había en una esquina de la gran sala de entrenamiento con obstáculos, había decidido que el entrenamiento desde ese punto sería físico para ver el progreso en las artes marciales de Viktor.
— ¿Por qué no me dejaste hablarle a Eara? — Arne se gira y lo mira de manera condescendiente.
— ¿Qué le ibas a decir? — Viktor se sienta en posición india y acaricia el dobladillo de su pantalón deportivo negro con dos líneas blancas a los lados.
— Le iba a decir que ella podía ser una buena maestra y que no tuviera miedo de asumir la responsabilidad de la heredera de los Crossrose. La razón de que ella pueda ser una buena maestra está en que me ha enseñado muchas cosas y ayudado en tiempos en los que tú te has ido a misiones y no podías llevarme contigo. — Arne se sienta a su lado y pone sus manos apoyadas en el piso detrás de su espalda.
— También pienso lo mismo. Eara es una excelente maestra para Sarah.
— ¿Entonces por qué no me dejaste decirle lo que pienso?
— Porque estaba Friedman presente. — Le guiña el ojo, pero luego de unos segundos suspira. Viktor pone cara severa, no le creía esa respuesta. — Además de esa razón, te calle porque entiendo su inseguridad de asumir a Sarah como aprendiz, después de todo tendría la misión de entrenar a la heredera del clan más fuerte. Pero más que eso, es porque ella no siente que sea la adecuada, piensa que hay otros maestros más experimentados dentro de los clanes y que se equiparan a su mentor, Stefan Kpect. — Viktor reflexiona sobre sus palabras. — ¿Sabes el por qué entiendo su inseguridad mejor que nadie? — El adolescente lo mira. — Yo también me sentí inseguro de asumirte como aprendiz. Tuve sentimientos semejantes a los de ella. — Sonríe al recordar lo sucedido hace un año al enterarse que él debía entrenar a Viktor. — Después de la muerte de Hope, quien iba a ser la persona que te iba a entrenar, yo pensé que no era adecuado para hacerlo. Esto debido a que sentía que era muy joven y no tenía nada de experiencia, pero también porque creía que no tenía la personalidad adecuada para congeniar contigo. Pero luego de que hablara con Eara y de haberte conocido en persona descubrí que era el apropiado, pero eso después de entender todos esos extraños sentimientos que nacieron en mí. En esos tiempos con suerte entendía que estaba enamorado de Eara, era alguien muy frío. Recién había entrado a la caza activa.
— ¿En qué momento específico de cuando nos conocimos? Recuerdo que nuestros primeros encuentros fueron algo acalorados.
— Luego de esa pequeña pelea en donde me trataste de cobarde. — Viktor se ríe al recordarlo. — Realmente cuando me dijiste eso me dejaste realmente confundido, pero con un gran dolor en el pecho. Mis sentimientos realmente fueron golpeados. Me sentía fatal, así que comencé a reflexionar y ahí entendí que era el único que podía convertirse en tu maestro. Fue como una iluminación.
— Ya veo, entonces Eara se está sintiendo así.
— Así es. Ella y yo tendemos a ser personas muy frías, lo éramos mucho más antes de conocernos. Hay sentimientos que realmente no conocíamos y entendíamos. Me di cuenta de eso hace un año y ahora lo está haciendo ella. Sentir y entender.