Crónicas de la Arena: El Kazekage, El Clan y El Misterio.

CAPITULO 8

CRONICAS DE LA ARENA

 

 

CAPITULO 8

 

 

Estaba a punto de colgar los últimos trazos del rollo revelado. Salió del cuarto oscuro.

―¡Uh! Estuve despierto toda la noche, pero acabe ―se llevó una mano a la frente, a modo de despejarse―. La noche que pasó, fue emocionante… jamás pensé que mi  OTP iba a tener uno de sus primeros momentos en ese teatro ―cubrió sus mejillas, rodeándolas con las manos, mientras dio vueltas en el mismo lugar, su emoción hizo que se sonrojase―. Atesorare esas fotos por siempre, valió la pena haberme escapado e infiltrado a ese lugar, para mayores de edad, con una cámara, ya que estaban prohibidas ―empezó a caminar dando saltitos de alegría mientras movía sus brazos de forma alegre―. ¡Que feliz soy!

Luego de recorrer un par de pisos del pasillo, se cruzó con su madre.

―Draco ¿Dónde estabas? ―pregunto de forma inquisitiva Daena―. Pase por tu habitación y apenas estaba desaliñada tu cama…

―Oh, buenos días madre, me levante temprano y fui a estudiar a la biblioteca, sabes que me encanta leer ―respondió con serenidad y alegría el niño, sin ninguna pizca de remordimiento ante la mentira que planteo a su madre―. Me voy a desayunar, me muero de hambre ―remato diciendo el pequeño rubio, sin detenerse en su camino.

―Ah, ya veo, ve y pídele a los sirvientes que te preparen lo que quieras ―termino diciendo la líder Taiyō mientras se detenía en su andar y miraba de forma interrogante a su progenie, se lo mostraba bastante alegre, resplandeciendo todo el lugar a su paso.

 

***

 

Temari caminaba de un lado al otro, por el pasillo que conectaba los dormitorios y la sala de estar, mientras apretaba los puños con molestia.

― ¡Maldita parca blanca! ¿Cuándo piensa contactar con nosotros? Ya son las tres de la tarde, hemos esperado demasiado…

Sus hermanos, quienes estaban sentados en la sala, en silencio, se miraban entre ellos de una manera tranquila. Y es que era mejor callar, que buscarle charla a una nerviosa y alterada Temari.

―Dijo que nos contactaría en el lugar “más seguro y vigilado de la Aldea”… ―rompió el silencio Kankurō, mientras se llevaba una mano al mentón de forma pensativa―. Ese lugar seria nuestra casa…

Gaara escucho con atención las meditaciones de Kankurō, si bien el también había llegado a esa conclusión, pero, dada la hora, parecería que se habían equivocado en la conclusión.

―Tal vez, ella nos espera en otra lugar ―dijo en un momento de iluminación, el menor de los hermanos. Acto seguido, se levantó de donde estaba sentado y se dirigió a su habitación, para colocarse el cinturón que tenía adjuntado su mini calabaza de arena, y se dirigió a la salida―. Creo que sé dónde se encuentra esperándonos…

Sus hermanos lo siguieron, si bien no entendían de lo que estaba hablando, confiaban ciegamente en él.

 

 

***

 

 

― ¡No toquen mis chocolates! Yo los gane, y yo me los comeré, no hay nada para ustedes, par de perdedores…. ―emitió la Taiyō, mientras se devoraba barra tras barra del alimento que había ganado como premio la noche anterior.

Ágape y Eros miraban con disconformidad como su superior se atragantaba con esos deliciosos chocolates y les negaba tomar aunque sea uno.

―Eres cruel, Yo, muy mezquina ―emitió la chica, mientras ponía cara de puchero―. Ojala te atragantes y te haga daño todo lo que comas ―sentencio molesta―. Verdad, ¿Eros? ―Termino diciendo mientras observaba a su compañero.

Pero este, no le respondió, ya había perdido interés en los dulces, y miraba concentradamente hacia la ventana que se ubicaba detrás del asiento de la Taiyō.

―Parece que recién entendieron tu mensaje y acaban de llegar ―dijo con un tono indiferente el rubio, mientras abría la ventana con rapidez.

Un fuerte soplido entro, haciendo que los papeles sueltos y envolturas de chocolate vacíos que había en su despacho revoloteasen en el aire. Una fuerte brisa, seguida de un largo manto de arena, que se centró como un mini torbellino en medio del lugar, para luego dar pasó a que apareciesen los hermanos de la arena.

La Jefa medico seguía masticando tranquilamente su boca exageradamente llena de chocolate, Ágape fue quien aplaudió a modo de asombro ante tal entrada, mientras reflejaba una gran sonrisa en su rostro. Eros cerró la ventana casi de inmediato.

―Sorprendente, hazlo otra vez, otra vez ―emitió con algarabía la niña, la cual se sentó en una esquina encima de la mesa que usaba Ann como escritorio.

Los tres hermanos de la arena, mantuvieron una mirada seria y un tanto molesta en sus rostros.

Ann siguió masticando por unos segundos con tranquilidad, para luego hacer un esfuerzo y tragarse todo el chocolate que aun había en su boca.

―Tardaron mucho en venir, ¿Y dicen llamarse ninjas? ―emitió esta con tono de reproche―. No sé por qué tienen esas caras largas dibujadas en sus rostros, debería ser yo quien este molesta, por haberme hecho esperar más de la cuenta. ¿Tan difícil fue hallar el sentido al mensaje que les envié?



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En el texto hay: comedia, drama, accion con poderes

Editado: 19.01.2020

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