Crónicas de la Conspiración

II - El joven Weishaupt

II
El joven Weishaupt

Procederé a contar un comienzo, uno que daría origen a otro nuevo. Corría mediados del siglo XVIII, en la ciudad de Baviera, perteneciente a la República Federal Alemana. Gobernaba en ese entonces una agrupación política denominada Sacro Imperio Romano Germánico, bajo el mandato del Emperador José II. En este contexto comienza nuestra historia.
Todo comenzó con la historia de un joven. Un joven destinado a sentar las bases para la construcción de un nuevo mundo y no precisamente uno próspero.
Los primeros años de su vida fueron ordinarios. Solo era un niño normal, un ciudadano común. A sus cinco años, sus padres murieron.  Desde entonces fue criado por su hermana y por su abuelo, Johann Adam Ickstatt, quién dirigía una escuela jesuita y que fue de gran influencia para el joven. Él le enseñó sobre las diversas corrientes ocultas como el gnosticismo y las recientes artes masónicas.
El muchacho siempre estuvo interesado en cambiar el mundo, en controlar y en regular el caos existente y conseguir así una armonía que rija el mundo, como un proyecto de sociedad casi utópico.
Este joven se llamaba Johann Adam Weishaupt, nacido de George Weishaupt y Amanda Ickstatt, un 7 de febrero de 1748 en la ya mencionada ciudad alemana. Era un muchacho de tez clara, con ojos negros y una mirada penetrante, de cabello rubio y lacio, y con un físico esbelto cuya altura superaba la estatura normal.
Adam, cada noche tenía pesadillas, reviviendo en sus malos sueños la escena, en la que vio morir a sus padres. En ella veía todo claramente, fue su recuerdo más profundo y doloroso. Recordaba que recorría con sus padres y hermanos, en una noche gris y nublada, en el centro de la ciudad, a modo de paseo, como lo hacían habitualmente cada domingo de otoño. Aparentaba ser una noche tranquila, una más en la pacífica existencia en la vida de los Weishaupt. Todo marchaba bien, todo era próspero, hasta que la tragedia aconteció. 
El desencadenante se dio cuando un delincuente, con intención de robar todas las pertenencias de la adinerada familia sacó un arma blanca acompañado por otros tres sujetos también armados. Pero George, el padre de la familia, comenzó a forcejear contra uno de los delincuentes, pelea a la que se le sumaron los  hermanos de Adam contra el resto de esa pandilla. George fue herido de muerte y dos de sus cuatro hijos tuvieron heridas fatales. Al ver el desenlace, los malvivientes escaparon con las pertenencias hurtadas.
Llegó la seguridad al lugar de los hechos y llevaron a George y a los demás al centro médico de la ciudad. Después de luchar por su vida durante semanas, George falleció y lo mismo aconteció con su hijo mayor, Nick, quedando solo en la familia la viuda Amanda y sus hijos John, Leticia y Adam.
Los años felices quedaron atrás. Nada volvió a ser igual, la familia se volvió disfuncional. Amanda fue la más afectada y no pudo contener la tristeza. Enfermó y murió un mes después de la tragedia.
Una vez adoptado por su abuelo y acompañado por su hermana Leticia, Adam, para llenar su hueco, se dedicó a devorar libros con su lectura y a los nueve años comenzó a ser instruido por su abuelo, mientras que su hermano, John Weishaupt, se alistó en la milicia.
El niño Weishaupt, se convirtió en un sabio solo a los diez años de edad, por su preciado cariño a la lectura y por las enseñanzas de su abuelo, basadas en la masonería, el gnosticismo y los mitos egipcios, convirtiéndose en fanático de esa última rama.
De esta forma, cuando comenzó a estudiar textos sobre la encarnación, la reencarnación la alquimia, el espiritismo y demás temas vinculados a las artes ocultas; se le ocurrió lo siguiente: llevar toda la sabiduría de las teorías de estas artes a la práctica, para revivir a su madre, a su padre y a su hermano fallecidos.
Pero fue en 1763, cuando Adam a sus quince años, iba a recibir la revelación de su vida, que lo llevaría a tomar un rumbo que muy probablemente sería un nuevo comienzo, como desenlace para un destino diferente en la humanidad.
Adam, estaba estudiando en una biblioteca, como acostumbraba hacer siempre. De repente, y sin explicación aparente, divisó en la ventana que tenía enfrente, una luz de un amarillo intenso que surgió tenue pero que fue en constante incremento. Adam sintió temor y quiso escapar, pero quedó inmóvil, estático en su asiento, atónito. Poco a poco de la luz fue surgiendo una figura, cuya imagen se iba aclarando a medida que se dirigía al pasmado estudiante. De repente todo lo que rodeaba al joven despareció: los libros, los asientos, las estanterías, todo lo que estaba ahí desapareció, excepto su presencia y el de la figura luminosa, mirándose mutuamente por un instante.
De repente, la luz misteriosa se apagó y la figura por fin se distinguió. Se trataba de un hombre, o eso aparentaba ser. Era un espectro imponente, un adulto rubio de belleza sobrehumana, inmenso en su proporción perceptiva. 
-¿Quién eres? – exclamó el muchacho, asustado.
-El Rey de este mundo –contestó el espíritu con voz firme.
-¿Dios? –preguntó el joven.
-Nunca me llamaron así, por la falta de fe en el hombre. Pero yo gobierno en este mundo y a parte de las estrellas del firmamento. Vas  a propagar mi nombre en todo el planeta para yo poder ser reconocido como Rey absoluto de este mundo.
-¿A cambio de qué?
-Tú y todos los tuyos recibirán recompensa por ser mis servidores y van a tener lugar conmigo en el fin de los tiempos. Si accedes también puedo cumplirte otro favor.
-¿Cuál? –preguntó el joven.
-Podría devolver a la vida a tu padre, tu madre y tu hermano. 
-¿Y qué tengo que hacer?
-Primero, concluye con tus estudios en el colegio en Ingolstadt. Posteriormente contacta a Franz Kolmer. Él te instruirá para que puedas comprender las prácticas de las artes ocultas y así manifestarlas. Cuando concluyas con esto sabrás invocarme y así te daré nuevas órdenes para concretar tu misión. Tu eres mi elegido para construir un mundo nuevo y te convertirás en protagonista y en pionero para el surgimiento de una nueva era. 
Y sin mediar más, luego de esta breve interacción, el espectro desapareció y Adam despertó en shock, sentado en la biblioteca, y en el ambiente yacía una paz como si nada hubiese ocurrido.
En esa misma noche Adam, en su dormitorio, se quedó reflexionando sobre su visión ¿Fue un sueño, una alucinación o realmente pasó? Eso no lo sabía. Pero sintió que debía cumplir con lo que el espíritu le había encomendado. Inquieto, partió de su casa en la madrugada a visitar a su abuelo, para explicarle lo sucedido en su visión y ver si él le podía darle una explicación o una pista en base a sus conocimientos.
Era una noche lluviosa, las calles estaban desérticas y se divisaban relámpagos en el oscuro horizonte prometiendo una intensa tormenta eléctrica. Adam, a pie, recorrió medio kilómetro para llegar al edificio de su pariente, empapado y temblando de frío. Golpeó la puerta de manera insistente y su tutor después de unos minutos abrió la puerta. 
-¿Qué pasa Adam? –dijo el anciano -¿A esta hora me visitas?
-Te necesito –dijo el joven- Es urgente.
Pasó y una vez dentro Adam, le contó lo ocurrido en su visión próximos al calor aliviante de la chimenea.
-¿Qué piensas? –dijo el muchacho una vez concluido su relato.
-Es tan confuso como misterioso –dijo el abuelo.
-¿Por qué? –exclamó intrigado su nieto.
-Primero te dice que no lo llaman Dios, pero que sin embargo es el dueño del mundo y que comanda una parte de las estrellas del firmamento. Después dice que eres el elegido para proclamar su nombre. Y además agrega que recibirás una recompensa a su lado al fin de los tiempos.
-¿No me crees? –dijo angustiado el joven.
-Por supuesto que te creo –vociferó  el anciano.
-¿Y cuáles son tus conclusiones? 
-Que este no es el Dios cristiano. Es otro tipo de dios. Es un dios oscuro. Aunque su calificativo depende del punto de vista de quien lo considere. 
“Según la Iglesia -continuó-, este es aquel ángel que se le rebeló al dios cristiano, que apoyado por la tercer parte del coro de los ángeles lucho contra Él. Éste ángel oscuro fue el más sabio y poderoso de todos los coros celestiales y por su codicia quiso tomar el lugar de Dios. No lo consiguió, después de una guerra entre ángeles rebeldes y ángeles celestiales. Supongo que ya sabes a que ángel me refiero”. Adam asintió con la cabeza.
“Por otra parte, como el mismo Jesús dice, según el evangelio bíblico, que su adversario es el Rey de esta Tierra. Todo esto coincide con lo que él te dijo en tu visión si lo piensas bien. Estoy convencido de esto. Pero hay algo más”.
“Te dijo que proclamarás su nombre y que podrás invocar su presencia cuando lo necesites –el viejo Ickstatt se dirigió a su biblioteca en pocos pasos y tomó un libro- Se titula Lemegeton y fue escrito por el rey Salomón”.
-¿Y cómo se relaciona mi visión con este texto?
-En él se desarrolla la invocación tanto de ángeles, como de demonios y el rezo de hechizos mágicos oscuros. Se divide en cinco partes pero a nosotros nos interesan dos.
En ese mismo momento se escuchó un estruendo provocado por un rayo dando lugar a una intensa lluvia acompañada por un fuerte granizo.
-La primera parte se titula Ars Goetia y como hice mención, trata sobre la invocación de ángeles oscuros- continuó el viejo-. Y la segunda se titula Ars Paulina y trata sobre la invocación de ángeles de luz.
-¿Y por qué me explicas esto?
-Estos son los conocimientos que te servirán para invocar espíritus malignos y benignos. Y el demonio, o lo que fuera que se apareció en tu visión, hizo referencia a su invocación. Con esta comprensión podrás invocar a espíritus, pero de jerarquía intermedia, no podrás invocar jamás al Arcángel Miguel o a Mephisto con este texto. Quien sea ese Franz Kolmer te instruirá para que puedas invocar a los espíritus de más alta jerarquía, sabiduría que yo no poseo. Piénsalo bien. Podrías recuperar a tu familia.
-¿Y por qué insistes tanto en que yo invoque demonios? ¡Estás actuando como si tuvieras la certeza de que lo que te relato es cierto! ¡Estas actuando como si estuvieras de acuerdo con el sujeto que vi en mi visión!
-Jamás pensé que llegaría este día –murmuró el anciano.
-¿De qué estás hablando?
-Yo hace mucho tiempo también tuve una visión.
El joven quedó sorprendido.
-Corría el siglo XVII. Yo, también perdí a mis padres también cuando niño. No tuve familia y desesperado anduve vagando solo, sin nadie, solo me tenía a mí mismo. Fui un indigente y merodeaba hambriento por la calles de Baviera. Un día una pareja me adoptó cuando pasó en frente mío. Pero no era gente común. Estos practicaban ritos paganos, poco habituales en Europa. De ellos aprendí a ejecutar sus prácticas, nada ordinarias y muy desagradables. Un día, con el conocimiento adquirido y cuando ellos no estaban en casa se me ocurrió invocar un espíritu, para pactar con él. Propuse vender mi alma a cambio de devolver la vida de mis padres. Lo invoqué y allí surgió una visión. Apareció un espíritu en todo su esplendor, un rubio adulto de belleza sobrehumana, inmenso en su proporción perceptiva. Él me dijo lo siguiente: “Resucito a tus padres a cambio de tu alma, pero tu linaje también perecerá. Un descendiente tuyo será mi aliado para forjar una nueva era. Él llevará mi sello en su alma y no podrá escapar de su destino”. Yo le pregunté quién era y me dijo: “Soy un enviado de Horus”. La visión así concluyó. El pacto no se efectuó ya que mis padres no volvieron a la vida, pero sospecho que mi alma va a ir al Infierno de todos modos. Traté de revertir el pacto para evitar mi condena pero fue en vano. Viví con esto toda mi vida, pensando en si fue delirio o alucinación. Pero hoy con tu relato me di cuenta que mi visión fue concreta. Probablemente el espíritu que yo vi no es el mismo de tu visión, ya que en tu caso dijo  que comandaba estrellas, por lo que deduje que era Mephisto. Pero en mi caso dijo que era un servidor de Horus. 
“El descendiente al que hizo mención el espíritu de mi visión eres tú”. 
-¡¿Piensas que heredo en mi alma un sello por tu pacto y que por ello ese espíritu se apareció ante mi?!
-Sí. Heredas una maldición. Esto según lo dicho por el espíritu en mi invocación.
-¿Y cómo se relaciona esto con el libro de Salomón? –dijo Adam.
-Yo, para invocar al espíritu, usé un texto antiguo en el cual hay fragmentos, de los cuales el rey Salomón se basó para redactar éste libro. Y con éstos escritos solo fui capaz de invocar a un espíritu servidor, aunque en él te vendan que podes invocar a un espíritu de alta jerarquía. Pero ese tal Kolmer, probablemente, te instruya para invocar a demonios de alta alcurnia. 
“Con mis estudios de libros ancestrales y mis visitas a Egipto me di cuenta de algo –continuó-. Lo que nos enseñó, la religión cristiana o la judía entre otras, sobre el bien y el mal, Dios y Satán, no es tan así. Incluso puede ser al revés. Piénsalo bien. El monoteísmo nos impuso un solo dios, un dios único, un dios verdadero. Él nos creó libres pero con una venda en los ojos. Pero la serpiente al tentar a Adán y a Eva nos quiso liberar para poder contemplar la realidad y nos abrió los ojos. Nos dimos cuenta que estábamos desnudos y que podíamos ser mejor que ese dios llamado Jehová. El reptil nos liberó de ese tirano.
-La verdad no creo nada de lo que dices y yo no creo que aquello que vi en mi sueño fue un demonio. Éste tenía apariencia agradable, era como un Dios y no un demonio deforme y macabro. 
-El demonio es muy astuto. Fue el ángel más sabio y poderoso. No me extraña que se haya puesto un disfraz agradable, para poder seducirte y llevarte a su causa.
-Ahora lo pienso bien –dijo Adam en estado de pánico, tratando de ignorar a su abuelo-. Mi visión fue solo un sueño. Aparte, ¿por qué un espectro ya sea bueno o malo acudiría a mí? ¿Tan importante soy? Mejor voy a casa. Tuve un día agotador.
Se despidió, marchó, llegó a su hogar y empapado, se recostó en su cama y durmió. A partir de ese día continuó su vida lo más equilibrado que pudo.




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